Hay productos que son típicos de la gastronomía española, que es rica, variada y, sobre todo, deliciosa, pero uno de los más conocidos es el jamón ibérico. Encontrar uno que sea bueno de verdad y que no nos intenten dar gato por liebre no siempre resulta sencillo, por eso conocer algunos consejos y tips que se pueden seguir para lograrlo hace que sea más fácil encontrar uno que sea perfecto para presentar a nuestros invitados o para disfrutar nosotros mismos en cualquier momento.
El jamón ibérico es una variedad del jamón serrano que procede de los cuartos traseros del cerdo ibérico. Para poder ser considerado ibérico, es imprescindible que el cerdo del que proviene tenga como mínimo un 50% de pureza de raza, aunque son más apreciadas las piezas que proceden de cerdos 100% ibéricos. Las diferencias entre jamones ibéricos vienen marcadas por la pureza de la raza, la cría del animal (intensiva o extensiva), el tipo de alimentación y los periodos de curación.
Además de tener un sabor delicioso que lo convierte en el bocado perfecto de aperitivos y entrantes, el jamón ibérico está lleno de propiedades nutricionales que hacen que resulte saludable, consumido con moderación y en el marco de una dieta equilibrada y variada. Es rico en proteínas, vitaminas (B1, B6, B9, B12, E), minerales (calcio, hierro, zinc, selenio), también contiene más antioxidantes que otras variedades de jamón.
Debido a su calidad, el jamón ibérico suele tener un coste más elevado que otros jamones, como el jamón serrano, por eso es importante escoger uno que resulte bueno. Para ello, nada mejor que seguir los consejos que nos ayudan a diferenciar un jamón ibérico bueno de uno mediocre.
Comprar un buen jamón ibérico puede ser una cuestión de suerte si no sabes qué buscar, lo que es una lástima, porque convertirá una experiencia que podría ser estupenda en una bastante mediocre. Por eso, antes de lanzarse a la aventura y comprar cualquier cosa, lo mejor es tener claro qué tenemos que buscar, qué cosas sí y cuáles no tiene que tener un buen jamón ibérico.
Una buena manera de comenzar es mirar la etiqueta. Es evidente que si se trata de un jamón ibérico lo pondrá, pero existen diferentes tipos de jamón ibérico y eso también puede decírnoslo la etiqueta. Si la etiqueta es blanca, se entiende que se trata de un jamón ibérico de cebo, lo que nos asegura que el animal ha sido alimentado a base de piensos elaborados con cereales y leguminosas.
Si la etiqueta es roja, será porque pertenece a un cerdo que solo es en un 50 o 75% ibérico de pura raza. Por el contrario, si la etiqueta es negra, es señal de que el cerdo es de pura raza y será un jamón ibérico de bellota (alimentado en la dehesa, con bellotas y hierbas en la naturaleza.
La etiqueta no es la única que nos ayuda a diferenciar un jamón de otro, también hay que estar pendiente del color de la pezuña, si es negra, será un jamón de ‘pata negra’. También el grosor de la pata puede darnos pistas, porque si es estrecha será señal de que el cerdo en vida tenía mucho movimiento.
Esto además hay que verlo en un contexto completo, mirando también el peso. Lo ideal es que pese entre siete y ocho kilos y medio, ni poco, ni demasiado. La curación también influye en el sabor, una buena curación hará que tenga un sabor más profundo, cuanto más tiempo se cure el jamón, mayor será su calidad y sabor. Del mismo modo, importa la denominación de origen, si queremos un jamón ibérico de la mayor calidad, podemos escoger uno que sea de Jabugo, Guijuelo o Extremadura.
Si queremos escoger un buen jamón debemos confiar en el etiquetado y lo que nos cuenta, que sea lo que hemos aprendido a buscar, escoger uno del peso y la forma adecuada, que sea estilizado y con el hueso fino, pero además hay que mirar el veteado de la grasa, cuanto más veteado, mejor será el sabor y la textura.
Además, conviene quitarse de la mente ciertos prejuicios y mitos que han ido compartiéndose con el tiempo, por ejemplo, no hay pruebas de que una pata del cerdo sea mejor que la otra. Se suele decir que esto pasa porque los cerdos descansan más sobre un lado que sobre otro, pero los cerdos se tumban en posición frontal. Tampoco hay diferencia si es macho o hembra, ni pierde calidad al estar envasado al vacío, un jamón ibérico de buena calidad no la pierde por conservarlo al vacío.
Siempre conviene conservarlo a temperatura ambiente, aunque si está cortado y envasado al vacío podemos guardarlo en la nevera, si está envasado, pero no al vacío, debe estar siempre guardado en la nevera. En ambos casos, se recomienda sacarlo un poco antes de consumirlo para que se atempere y se disfrute como merece.