A lo largo de la historia son muchos los alimentos que han vivido sus primeros días en las mesas más humildes, para después convertirse en auténticos manjares de la alta gastronomía. Esta es una situación que refleja no solo la evolución de las costumbres alimentarias, sino que también involucra aspectos como factores económicos, culturales y sociales, que pueden revalorizar ingredientes que una vez fueron considerados modestos. Repasamos algunos de estos alimentos y cómo llegaron al mundo de la alta cocina contemporánea.
El abalón, también conocido como oreja de mar, es un molusco que durante mucho tiempo pasó desapercibido en la gastronomía española. Sin embargo, en la actualidad, es considerado una de las delicias marinas más caras del mundo.
Cultivado en la ría de Muros-Noia, en Galicia, el abalón ha captado la atención de chefs y gourmets por su sabor y textura únicos. Su precio puede superar los 2.000 euros por kilogramo en mercados asiáticos, y en restaurantes de lujo, un plato de abalón puede alcanzar hasta 160 euros. Este molusco ha pasado de ser un desconocido a una joya culinaria, dando buena muestra de cómo la revalorización de ciertos alimentos puede elevarlos al estatus de lujo.
La quinoa, conocida como el "grano de oro de los Andes", ha sido un alimento básico para las comunidades indígenas de América del Sur durante siglos. Cultivada en regiones como Bolivia, Perú y Ecuador, su resistencia a climas extremos y su alto valor nutritivo la hicieron indispensable en la dieta local. Sin embargo, su popularidad comenzó a crecer en el siglo XXI, cuando diversos estudios pusieron en relieve sus propiedades nutricionales, y su contenido completo de proteínas y aminoácidos esenciales.
Hoy en día, la quinoa es considerada un súper alimento y ha encontrado un lugar destacado en la gastronomía internacional. Son muchos los chefs de alta cocina que la emplean en platos sofisticados, desde risottos hasta ensaladas gourmet. Su versatilidad y la creciente demanda en mercados europeos y estadounidenses la han elevado a la categoría de lujo, con precios significativamente más altos que en su lugar de origen.
El plancton marino, compuesto por microorganismos que flotan en el océano, ha sido tradicionalmente objeto de estudio en biología marina. Sin embargo, en años recientes, ha encontrado su camino hacia la alta cocina.
Son muchos los chefs innovadores han incorporado plancton en sus platos, aprovechando su intenso sabor a mar y su capacidad para realzar preparaciones culinarias. Uno de los mejores ejemplos es el reciente turrón de plancton que el “Chef del mar”, Ángel de León, ha desarrollado para la temporada 2024. Este ingrediente, antes reservado al ámbito científico, se ha convertido en un símbolo de la vanguardia gastronómica, transformando su percepción de elemento humilde a delicadeza exclusiva.
La molleja, parte de la casquería que durante siglos ha sido a todas luces un alimento humilde, es otro ingrediente que ha experimentado una transformación notable. Tradicionalmente consumida en guisos y asados por las clases populares, la molleja era, y es, apreciada por su sabor intenso y textura particular.
En la actualidad, chefs de alta cocina han redescubierto este ingrediente, preparándolo en recetas innovadoras y presentándolo como una delicatessen. Platos como mollejas glaseadas con miel y especias o mollejas en salsa de foie son ejemplos de cómo este alimento, antaño modesto, se ha elevado al rango de lujo.
En el siglo XVIII, las ostras eran un alimento básico para las clases trabajadoras en muchas ciudades portuarias. Su abundancia y fácil acceso las hacían un recurso económico y nutritivo del que tirar prácticamente cada día. Sin embargo, la sobreexplotación y la demanda creciente las acabaron convirtieron en un bien mucho más escaso y, por ende, de lujo.
Actualmente, las ostras son símbolo de sofisticación y exclusividad, destacando en los menús de los restaurantes más prestigiosos y acompañadas de vinos y champanes de alta gama
El pulpo ha sido durante mucho tiempo un alimento humilde, especialmente en las regiones costeras de España, Portugal y Grecia. Tradicionalmente, su consumo estaba asociado a las clásicas festividades populares y también era usado en recetas rústicas, como el emblemático pulpo a la gallega, que se preparaba en ferias y mercados con ingredientes básicos como pimentón, sal y aceite de oliva.
Sin embargo, en las últimas décadas, el pulpo ha experimentado una notable transformación en su valoración gastronómica. Su textura y sabor únicos lo han convertido en un ingrediente codiciado en restaurantes de alta cocina alrededor del mundo. Platos como el "pulpo a la brasa" o su incorporación en técnicas innovadoras como la esferificación lo han posicionado como un ingrediente de lujo.
El miso, una pasta fermentada de soja originaria de Japón, ha sido durante siglos un condimento esencial en la cocina japonesa, utilizado en sopas, marinados y salsas de todo tipo. Históricamente se ha asociado a las clases populares por su accesibilidad y durabilidad, pero en la actualidad el miso ha trascendido fronteras gracias a su perfil umami.
Actualmente, son muchos los chefs a nivel internacional que lo utilizan para crear combinaciones de sabores sorprendentes. Desde postres como helados de miso caramelizado hasta glaseados para carnes de alta gama, este ingrediente ha evolucionado desde un básico humilde a un componente esencial en la cocina contemporánea.
Antiguamente, las huevas de pescado se procesaban en lata como una forma económica de conservación y consumo, especialmente en comunidades pesqueras de España y Portugal. Sin embargo, hoy en día, las huevas enlatadas, como las de erizo de mar o esturión, son consideradas delicatessen dignas de los restaurantes de alta cocina.
Tanto servidas como aperitivos o integradas en platos mucho más sofisticados, estas huevas han pasado de ser un recurso práctico y económico a todo un lujo gastronómico, con precios que reflejan su exclusividad y el cuidado en su elaboración.
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