El café de especialidad está haciéndose un hueco en el mercado español a pasos agigantados. Lo que comenzó siendo un producto para amantes de esta bebida va camino de convertirse en un nicho importante dentro del sector. Cada vez son más los que valoran la calidad del café de especialidad y aceptan pagar el precio, considerablemente más alto que el que se podría denominar como ‘café normal’.
“Para que un café sea considerado de especialidad debe superar los 80 puntos de valoración”, explica Daniel García, un valenciano que trabaja como barista en una gran cadena de cafés de especialidad y que es un auténtico apasionado del asunto, como se puede observar en su perfil de Instagram (@daniel.wbb7). La calificación de los cafés corre a cargo de la Asociación de Cafés de Especialidad, (SCA, en sus siglas en inglés), que es la organización que se encarga de regir y regular este sector.
Es más, hay una serie de catadores certificados, llamados Q graders, que son los encargados de valorar los diferentes cafés en función de diez variables. “Para calificar el café elaboran unos análisis a través de diez variables sobre las que van puntuando al café. El mínimo es 60. Si un café tiene más de 80 puntos se considera de especialidad, pero si no lo alcanza se venderá como café ‘normal”, explica García.
Otro de los elementos que son claves para el café de especialidad es la trazabilidad. “Se conoce todo el proceso, desde la finca a la taza. Es un producto que se realiza con mucho mimo y muchos cuidados, desde su cultivo hasta el consumidor final”, desarrolla el joven barista valenciano antes de poner énfasis en el carácter ecológico del café de especialidad. “Todo el café de especialidad es ecológico, pero no todo el café ecológico es de especialidad”, comenta.
Aunque el café de especialidad se podría relacionar con un nicho muy concreto e incluso concederle cierto aire elitista, Daniel García lo rechaza de plano, defendiendo que existen todo tipo de consumidores, como observa él mismo en su día a día en la cafetería de especialidad en la que trabaja en San Sebastián. “Entiendo cuando se dice eso porque quizá no todo el mundo pueda permitirse pagar dos o tres euros por un café cada día, pero también hay gente que lo entiende como un capricho igual que el que se toma una cerveza, sale a cenar o bebe un buen vino con su pareja. Y también existe el cliente habitual, que lo valora y lo disfruta”, desarrolla antes de poner de relieve la calidad del producto. “Casi toda la gente toma café y a lo bueno nos acostumbramos enseguida, de un jamón serrano de sobre a un Cinco Jotas se pasa fácilmente, si puedes permitírtelo”.
Además, el café de especialidad no es tan caro si se compara con el café en cápsulas, donde se paga más la comodidad que la calidad y la cantidad del mismo. “Pensamos que el café de especialidad es caro, pero realmente el kilo sale más barato que el café en cápsulas, donde se paga otra cosa, no el café en sí. Sin entrar ya en la calidad, claro”, sentencia Daniel García.
Otro de los grandes nichos del café de especialidad es su venta online para que los consumidores pueden realizarlo en sus propias casas, un aspecto que tiene muchos adeptos que disfrutan del proceso y de los aromas que desprende además del propio sabor del café. Un sabor que los no iniciados en el proceso nos podríamos perder si optamos por realizarlo con una cafetera convencional. “A priori cualquier café se puede hacer con una cafetera cualquiera, ya sea de filtro, una mocca… pero no se podrían captar todos los detalles de sabor”, explica el barista.
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