En el mundo gastronómico un enigma se cuece a fuego lento, impregnando con su aroma a misterio los pasillos de mercados y las esquinas de almacenes internacionales. Bajo el halo de la neblina londinense, una sombra ágil y desconocida se orquestó un robo que ni el más sagaz detective habría anticipado: 950 ruedas de queso cheddar, valoradas en 362.000 euros, desaparecieron sin dejar rastro.
Este golpe maestro, que recuerda a las mismas intrigas en las novelas de Agatha Christie, ha afectado a las exportaciones de más de 20 países, dejando a productores, distribuidores y amantes del queso con un sinfín de preguntas y una sola certeza: el ladrón no solo robó queso, sino también la confianza en un sistema artesanal que une a comunidades enteras.
Todo comenzó en Neal's Yard Dairy, una institución venerada en Londres por su selección de quesos artesanales británicos. Durante décadas, esta quesería ha construido su reputación sobre la base de relaciones cercanas con pequeños productores y una curaduría meticulosa. Sin embargo en octubre de 2024, esta confianza fue burlada por un impostor con habilidades que rivalizan con las de un estafador profesional.
El supuesto comprador, un hombre de 63 años, se presentó como un distribuidor mayorista asociado con una cadena francesa de renombre. La transacción, aparentemente impecable, culminó con la entrega de 950 ruedas de cheddar de alta gama, entre ellas las célebres Hafod Welsh Organic, Westcombe y Pitchfork. Pero cuando llegó el momento de abonar la ‘dolorosa’, el supuesto distribuidor desapareció como un espectro en la noche londinense.
Las autoridades describieron el modus operandi del ladrón como "minucioso y calculado". Usando una identidad falsa y documentos falsificados que simulaban la legitimidad de una empresa real, el impostor logró ganarse la confianza de Neal's Yard Dairy. Todo parecía encajar perfectamente: las credenciales, las cantidades solicitadas y la promesa de un futuro contrato lucrativo. Pero, como si se tratara de un truco de prestidigitación, el queso y el comprador se desvanecieron en el aire.
La magnitud del hurto —22 toneladas de queso cheddar— sugiere que los responsables cuentan con infraestructura suficiente para almacenar y distribuir los productos robados. Las ruedas de queso podrían aparecer en mercados de alimentos no regulados en cualquier rincón del mundo, desde ferias locales hasta exclusivos restaurantes internacionales.
El queso cheddar artesanal no es un simple producto; es el resultado de una serie de cuidadosos procesos y de la dedicación de familias que han perfeccionado su arte durante generaciones. Todd Trethowan, productor del galardonado Pitchfork Cheddar, expresó la devastación de los afectados: "Cada rueda de queso tiene una historia. Perder tantas de una sola vez es como perder una parte de nuestra identidad".
Además del daño financiero, este incidente afecta a la reputación de Neal's Yard Dairy y a la confianza en los sistemas de distribución internacional. Las asociaciones de productores de queso han emitido advertencias a distribuidores y minoristas sobre la posible aparición de estas ruedas en mercados secundarios, destacando la necesidad de proteger la integridad de la cadena alimentaria.
El robo de productos gourmet, como el queso cheddar en este caso, no es un fenómeno aislado. La creciente demanda de alimentos de lujo ha dado pie a la aparición de un mercado negro que opera entre las sombras. Los expertos especulan que las ruedas de cheddar podrían ser revendidas a través de distribuidores ilegales, que a menudo buscan clientes a los que no les importa la procedencia del producto, o restaurantes que priorizan el coste sobre su origen.
Jamie Oliver, reconocido chef británico, expresó su preocupación en redes sociales: "Si encuentras queso artesanal a un precio que parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente no sea cheddar... al menos no del legítimo". Sus palabras reflejan la importancia de la transparencia en un sector donde la calidad y la procedencia son fundamentales.
El hurto de productos gourmet parece haber adquirido un carácter casi mítico en los últimos años. España también ha sido escenario de robos legendarios. En 2021, el restaurante Atrio en Cáceres fue víctima del robo de 45 botellas de vino valoradas en 1,6 millones de euros. Entre ellas estaba una joya enológica: una botella de Château d’Yquem de 1806, cuyo valor era simplemente incalculable.
Un año después, el restaurante Coque en Madrid enfrentó una pérdida similar cuando 132 botellas, valoradas en 200.000 euros, fueron sustraídas de su exclusiva bodega. Ambos casos resaltan un patrón de delincuencia orientado a productos de lujo y limitados, que son codiciados por coleccionistas y mercados clandestinos.
El robo de las 950 ruedas de cheddar aún permanece envuelto en el misterio. Las investigaciones continúan, pero las respuestas son todavía escasas. Los productores afectados intentan reponerse del golpe mientras la comunidad gastronómica observa con asombro y preocupación. Este caso no es, además de toda una afrenta contra una quesería, el perfecto recordatorio de la fragilidad de los sistemas que sustentan la producción y distribución de alimentos de alta calidad.
Como si se tratara de una trama de Agatha Christie, el enigma deja más preguntas que respuestas: ¿Quién orquestó este robo monumental? ¿Dónde está el queso? Y, lo más intrigante, ¿quién será el próximo en ser víctima de los misteriosos ladrones de productos gourmet?
Suscríbete a la newsletter de Gastro y te contamos las noticias en tu mail.