La catástrofe causada por la DANA ha provocado una gran conmoción en la sociedad española. Como respuesta, miles de personas se han movilizado para tratar de ayudar en la medida de sus posibilidades. Muchas de ellas están haciendo donaciones en especie: ropa, productos de higiene, alimentos… Sin embargo, no es lo más adecuado en estas situaciones, tal y como indican los expertos en catástrofes y en ayuda humanitaria. En su lugar, se recomienda que esas donaciones sean económicas, dado que es mucho más eficiente.
Esta recomendación quizá puede sorprender. Por una parte, porque solemos pensar que ayudamos más comprando alimentos y donándolos en una organización o centro de ayuda, que donando dinero. Y es que la donación en especie la vemos más tangible: las lentejas que hemos comprado están ahí y las podemos ver y tocar, mientras que el dinero es algo más abstracto. Además, una donación económica suele generar más recelos porque mucha gente desconfía por si no llega a su destino o porque no sabe lo que se va a hacer con él. Pero el dinero, igual que los alimentos, llegan a su destino, siempre que los donemos a un organismo reputado.
Pongámonos en situación. Imaginemos que vivimos en Cáceres y queremos donar un kilo de lentejas. Tenemos que ir a una tienda y comprar un paquete que ese establecimiento ha comprado previamente y ha recibido desde un centro logístico determinado, situado, por ejemplo, en Madrid. Luego llevamos ese paquete a un centro de ayuda, donde tienen que registrarlo, clasificarlo y almacenarlo. Posteriormente, cuando hay mercancía suficiente, tienen que embalarlo y cargarlo en un camión, donde recorrerá los más de seiscientos kilómetros que separan Cáceres de Valencia.
Una vez en Valencia, hay que repetir la operación: descargar el camión, desembalar, revisar, registrar, clasificar y almacenar. Para ello hay que tener en cuenta, por ejemplo, aspectos como la fecha de duración o las características del alimento; por ejemplo, si es apto para personas alérgicas o con necesidades especiales.
También hay que contar con otros elementos. Por ejemplo, espacio para almacenarlas o recursos para cocinarlas (agua potable, una fuente de calor, etc.), que no siempre están disponibles en situaciones de catástrofe.
Pensemos además que es posible que no se necesiten lentejas (quizá muchas otras personas también han hecho una donación igual) y que en su lugar quizá se necesitan otros alimentos (por ejemplo, arroz).
Además, una persona no puede sobrevivir a base de alimentos poco perecederos, como lentejas o arroz. Es imprescindible consumir alimentos frescos, como frutas u hortalizas, que son perecederos, lo que dificulta mucho la logística en caso de que se quieran donar en especie, debido precisamente a que su vida útil es bastante limitada.
Si donamos dinero a un organismo que trabaja sobre el terreno, podrá disponer de él para adquirir los alimentos que se requieran en cada momento. Entre ellos, alimentos perecederos, de modo que así pueden llegar a las personas que los necesitan. Por ejemplo, no podríamos donar un kilo de peras desde Cáceres porque se estropearía antes de llegar a sus destinatarios finales, pero un organismo sí puede comprarlas sobre el terreno, en caso de disponer de dinero en efectivo.
Además, podrá ajustar las cantidades a las necesidades y podrá adquirir esos alimentos de forma mucho más eficiente. Por ejemplo, puede comprar un palé completo de lentejas a una empresa de legumbres situada en la Comunidad Valenciana. Así, además de salir mucho más barato, por el hecho de comprar en grandes cantidades, también será mucho más eficiente: menos kilómetros, menos trabajo, más facilidad para desembalar, clasificar, registrar, almacenar…
No hay que olvidar además que el transporte es muy caro. Con lo que cuesta enviar un kilo de lentejas desde Cáceres hasta Valencia, se pueden adquirir decenas de kilos comprados al por mayor en el propio territorio.
Además, las donaciones económicas se pueden administrar mejor a lo largo del tiempo. Ante este tipo de catástrofes, la respuesta de la población suele ser muy alta en las primeras semanas y va decayendo después, pero las personas afectadas necesitarán ayuda a lo largo de meses.
Otro aspecto importante es que las donaciones económicas inyectan dinero en las zonas afectadas, dado que esos organismos los invierten en la adquirir productos en el propio territorio.
Desde el momento de la catástrofe, decenas de miles de personas están acudiendo a diario a las zonas afectadas desde otras localidades, especialmente desde Valencia capital, para ayudar en distintas labores. Muchas de ellas llevan alimentos o agua a lugares donde, de otro modo, no llegarían. Por supuesto, esto sí ayuda. Pero no es lo mismo hacer donaciones en especie sobre el propio terreno que enviarlas desde lugares lejanos, como hemos visto a lo largo de este artículo.
En cualquier caso, si queremos ayudar, lo más recomendable es consultar con alguno de los organismos especializados en ayuda humanitaria que trabajan sobre el terreno, ya que son los que mejor conocen la situación y pueden gestionar mejor los recursos en este sentido. También es importante tener precaución con timos y suplantaciones, ya que ante esta catástrofe hay desaprensivos tratando de hacer dinero a costa de nuestra buena voluntad.
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