Tras convertirse en princesa de España y en pleno proceso de adaptación, Letizia Ortiz sufre el golpe más duro de su vida: la muerte de su hermana pequeña, Érika Ortiz. El 7 de febrero de 2007, su cuerpo era encontrado sin vida en el apartamento de Madrid donde había vivido la entonces princesa de Asturias hasta comprometerse con Felipe.
Letizia, embarazada de su segunda hija, se encontraba descansando en Zarzuela mientras su marido cumplía con sus quehaceres. Lo último que esperaba Ortiz aquel día era recibir una noticia que, desafortunadamente, daría un vuelco a su vida y la de los suyos: su hermana pequeña, con la que mantenía una relación muy especial, había decidido quitarse la vida. La información transcendió en minutos.
Mariángel Alcázar, periodista especializada en la Casa Real, ha contado cómo lo vivió la reina Sofía, que no se encontraba en España: "Fue duro para ella y es de las pocas veces que la he visto conmocionada. Por eso me da mucha rabia cuando dicen que se odian profundamente", ha explicado.
Además, para la periodista, la muerte de Érika supuso un cambio radical para doña Letizia: "Desde ese día, ella radicaliza todo lo que tiene que ver con su vida privada y con su familia".
La muerte de su hermana fue un punto de inflexión en su vida y Letizia se propuso hacerse un sitio en la Casa Real y coger las las riendas de su propio destino. En menos de cinco años sufrió una transformación radical, incluso en su aspecto físico.