La vida de Rafael Amargo es una montaña rusa: tras cuatro años acusado de un delito contra la salud pública y tras pasar largas temporadas en la prisión de Soto del Real el bailaor ha sido absuelto por la Audiencia Nacional. El bailaor, que se sentaba en 'De Viernes' hace unos meses para contar toda su verdad, ha tenido que "venderlo todo" para continuar viviendo; tal y como él mismo aseguraba hace poco en otra entrevista. Debido a su situación, se habría visto obligado a vivir en un garaje durante una temporada.

Su situación ha sido tan extrema que recientemente se veía obligado a hacer las maletas y abandonar España por la falta de oportunidades laborales que tiene en nuestro país desde su detención hace ya más de cuatro años. Desde entonces, vive en Argentina, donde ha iniciado una nueva vida al lado de su mujer Luciana Bongianino. Allí espera recuperarse del calvario y del infierno que ha vivido en estos últimos años.

"Prefiero arrancar de cero en una ciudad como Buenos Aires y hacer desde aquí la carrera, porque desde aquí la voy a hacer limpia. Allí van a tener siempre prejuicios, hay como un estigma y al final me siento, pues, como un Miguel de Molina emigrado y echado de mi tierra", señalaba tras su mudanza.

Según informaba recientemente el portal informativo Es Diario, la última residencia del artista fue un garaje de la madrileña zona de Marqués de Vadillo. Anteriormente el propio Amargo declaró a la prensa que estuvo viviendo en un hotel propiedad de un amigo suyo del que era el único huésped: “Me he venido aquí una semana porque estoy asustado, me han avisado de que en mi casa van a hacer algo”.

La casa a la que se refería Amargo era la vivienda donde tuvo lugar su controvertida detención. Se trataba de un piso ubicado en la calle La Palma, en el barrio de Malasaña y donde tuvieron lugar las presuntas actividades por las que fue procesado.

Tan solo dos años antes de la polémica el bailaor presentó en televisión otra casa. Fue en el programa de Telecinco 'Ven a cenar conmigo: Summer Edition'. Los espectadores pudieron acceder entonces a una vivienda de alto standing situada en una urbanización de las afueras de Madrid. El salón llamó la atención de sus comensales y fue tachada como “un poco egocéntrica” por Carmen Alcayde.  ¿El motivo? El bailaor tenía una autentica colección de retratos suyos presidiendo la estancia.