Para Inés, el test positivo de embarazo era una milagro. La analista de datos sabía que el porcentaje de fallo en los anticonceptivos era apenas del 0.05%, pero la llegada de un bebé lo interpretó como una señal de que el mal momento que vivía su familia iba a superarse. Su marido y su hija no pensaron lo mismo.
Inés les había contado con emoción la noticia, pero Ainhara reaccionó de la peor forma asegurando que no quería tener hermanos. Por su parte, Antonio echó la culpa a Inés "del bombo" y no mostró alegría alguna por la noticia, sino más bien preocupación por cómo iba a cambiarle la vida.
No obstante, una parte de Inés vivía con entusiasmo su embarazo a los 42 años, así que no pudo evitar entrar en una tienda de bebés para probar una cómoda butaca de lactancia. "Usted no es primeriza", se fijó la dependienta.
Fue entonces cuando Inés empezó a sentir escalofríos y malestar. Su posterior sangrado confirmó el peor escenario de los posibles.