La pérdida de su bebé y el abandono de su marido y su hija han hecho que Inés se sienta rota y sobrepasada. Es consciente de que la aparición de Hugo en su vida solo puede traerle más problemas, pero la analista de datos ha movido ficha ante la posibilidad de no verle nunca más.
Inés estaba envuelta en una espiral de dolor, tristeza, recuerdos y soledad. Los continuos desprecios de su marido, Antonio, y de su hija Ainhara solo agravaban la situación, aunque ellos reducían la compleja situación psicológica de Inés a "un drama más". Ella pensó que la llegada de un bebé resolvería este clima hostil, pero ni la noticia fue bienvenida ni el bebé finalmente llegó.
Con traumas por su infancia y tras el aborto y la petición de divorcio de Antonio, que además anunciaba que se quedaría con la custodia de Ainhara, Inés terminaba por derrumbarse y decidía entrar al mar para nunca más volver. Sin embargo, Hugo vio sus intenciones y la rescató del terrible desenlace.
El rescate acabó con un final inesperado para ambos, más aún cuando Inés descubrió que el chico que veía nadar por las mañanas en la playa solo tiene 15 años. Tajante, Inés le pidió a Hugo zanjar en ese mismo momento cualquier relación. "Lo que hemos hecho no podemos repetirlo nunca", le hizo ver.
Mientras, en casa de Hugo el ambiente también es tenso. Criado por su padre y con un hermano ausente, el joven no mantiene una buena relación con su progenitor y ésta se ve en peligro cuando Hugo falta a la misa por su madre, que falleció al darle a luz, por estar ese momento con Inés, a la que ve después del rescate en la playa en más ocasiones.
Harto de su comportamiento rebelde, el padre de Hugo decide enviarlo a un internado. Inés no quiere renunciar a él así que va en busca del padre de Hugo con la intención de boicotear su decisión. La obsesión de Inés ha comenzado.