Tirso se despierta tras el atropello por parte de los hombres del Quini y sigue dispuesto a hacer todo lo posible para recuperar la Ferretería Abantos… aunque eso suponga ir en contra de la ley. Cuando echa por la fuerza a los actuales propietarios y se atrinchera en el que fue su lugar de trabajo durante décadas, la Policía se ve obligada a intervenir y solo Gladys es capaz de convencerle para que se entregue.
Los problemas de Santi con las apuestas llegan al extremo de que se juega la Ferretería Abantos y los hombres del Quini logran hacerse con ella. Cuando Tirso se entera en el capítulo anterior, se enfrentó a ellos, hasta que le atropellaron y perdió el conocimiento durante dos días.
Al despertarse, Tirso vuelve a casa sin esperar al alta médica y su prioridad principal sigue siendo recuperar su negocio de Entrevías. El ferretero está dispuesto a todo y echa a los hombres del Quini del local, pistola en mano.
Tirso decide atrincherarse en la antigua Ferretería Abantos y las autoridades se ven obligadas a intervenir. Amanda tiene que tomar el mando, pero su suegro no la hace caso. Hasta que no aparece Gladys, Tirso no hace caso a nada ni a nadie.
Cuando Gladys se entera de la situación, no duda un segundo en entrar a la ferretería, y se acaba convirtiendo en la mejor mediadora: “O abres esa puerta o te juro que la tiro abajo. ¿Qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loco?”, exclama, muy enfadada.
“Han engañado a mi hijo, nos han arruinado, han intentado matarme y la ley se pone de su parte, pues ahora soy yo el que se pone en contra de la ley. Y si acabo detenido o muerto estoy dispuesto a asumirlo”, responde Tirso, arma en mano.
Gladys no contiene sus ganas y propicia un bofetón a Tirso, que se queda muy impactado. Es entonces cuando Gladys le confiesa en la situación límite en la que se encuentra: “Nelson está preso, Tirso. Lo detuvieron hace 3 días por golpear a un policía”, pronuncia muy afectada.
Abantos no da crédito a lo que escucha. “No te he dicho nada porque estabas enfermo y no quería molestarte”, alega Gladys.
“Mira a tu alrededor, Tirso. Tu bisnieto acaba de perder a su madre y ahora tiene a su padre a su cárcel. La fundación cerró. El bar solo me da perdidas y tu hijo Santi está mal, Tirso, es un ludópata”, exclama Gladys, muy afectada, pero intentando hacer entrar en razón a Tirso.
El ferretero niega la adicción de su hijo, pero Gladys no puede más y le cuenta toda la verdad: “Tu hijo sigue jugando, nos roba las vueltas en el bar. Está enfermo, Tirso. Basta, por favor, no necesitamos más problemas”, prosigue Gladys, al borde de las lágrimas.
Tirso entra finalmente en razón y sale junto a Gladys de la ferretería: “Bajen las armas, se va a entregar voluntariamente”, pronuncia ella. “Tranquilos, no pensaba disparar a nadie”, añade él, mientras deja el revolver en el suelo.
Los agentes de la Policía proceden entonces a detener a Tirso, mientras su hija Jimena le observa, aún sin entender bien qué le ha pasado: “Papá, ¿te has vuelto loco”, exclama.
¿Qué futuro le deparará a Tirso Abantos? ¿Acabará en prisión junto a Nelson?