El alcalde de Peñafría, harto de las continuas quejas por el estilo de vida rural, ha reunido a todos los nuevos residentes del pueblo para echarles la bronca. Por primera vez, Cándido ha dejado a un lado su buen humor y ha hablado alto y claro con los recién llegados: “El discurso de hoy no es el que me gustaría dar. Pero no vamos a cambiar nuestras tradiciones ni con las cacas ni con el gallo ni con nada”. Apoyado por sus dos fieles edíles, Cándido ha dejado claro que todo el que decida quedarse en el pueblo deberá adaptarse a sus costumbres y, a quien no lo haga, "a tomar por culo de aquí”, ha sentenciado desde su ventana.
Los urbanitas tienen un horario muy distinto al de la vida rural y no terminan de acostumbrarse a los despertares de Peñafría. La Herminia vendiendo huevos y el paseo matutino del Ovejero ha sacado de quicio a los nuevos vecinos.
En un primer momento, Cándido ha cedido a las peticiones de los recién llegados y ha prohibido "vociferar" en el pueblo, además de obligar a sus compañeros a recoger las "boñigas" de los animales con bolsas de plástico. Unas nuevas normas que no han durado nada en Peñafría. Azuzado por Alsacio, Cándido ha decidido poner punto y final a los 'pijerios' de la gente de ciudad y enseñarles quién manda en el pueblo.