Condenan a ocho años de cárcel al violador descubierto en 'El Programa de Ana Rosa'
El acusado ofrecía trabajos falsos a sus víctimas para después abusar de ellas
'El Programa de Ana Rosa' escuchó a sus víctimas y hasta se hizo pasar por una de ellas para destapar su farsa. Una joven reconoció a su agresor: el hombre que la había violado en un spa después de ofrecerle un falso trabajo como recepcionista.
Gracias a eso, Agustín Callejo, de 46 años, acaba de ser condenado a ocho años de prisión por la Audiencia Provincial de Madrid.
El relato de la sentencia no deja dudas, y hay un detalle que muestra la evidencia de que la joven no fue su única víctima: Otro juzgado ya le estaba investigando por 24 abusos sexuales a mujeres, siempre con el mismo método, el de las falsas ofertas de trabajo.
Agustín ponía sus mentiras en una conocida página de anuncios, aunque también en algún portal de empleo de los más conocidos. Se trataban de trabajos para mujeres, a las que ofrecía buenos sueldos a cambio de trabajar como recepcionistas, masajistas... El primer gancho para las víctimas era el sueldo alto, pero después tenía un segundo señuelo para terminar de ganarse la confianza de las mujeres y lograr una cita con ellas. Utilizando números de teléfono diferentes, y siempre a través de WhatsApp, se hacía pasar por una tal Natalia, la supuesta "secretaria del jefe" que era él.
'El Programa de Ana Rosa' descubrió cómo Agustín, también haciéndose llamar Alberto, había quedado con tres mujeres en una oficina de alquiler por horas, con la pretensión de verlas desnudas.
Según recuerdan los investigadores, la larga lista de antecedentes de este violador les hace sospechar que como mínimo llevaba actuando de esa manera desde el año 2008, es decir, más de una década abusando de mujeres.
El equipo de investigación de este programa recibe una denuncia anónima de una espectadora, que alerta sobre falsas ofertas de trabajo a cambio de favores sexuales. Detrás de una oferta laboral que busca a una recepcionista de una clínica de fisioterapia se esconde una propuesta sexual. Tras pasar el primer filtro, la periodista infiltrada recibe varios mensajes y una llamada.
El empresario ofrece 3.000 euros de sueldo neto y 14 pagas a cambio de realizar masajes sexuales a futbolistas y “gente muy VIP”. El estafador pide que la masajista esté desnuda, en tacones y cubierta con una máscara durante los masajes y cita a la periodista quedar para tomar un café y, posteriormente, ir a un spa nudista. Sin embargo, el presunto abusador no acude a la cita. En el spa ya le conocen. Aseguran que es un cliente habitual y que incluso violó a una joven en una de sus estafas.
Otra periodista diferente del programa consigue quedar con el estafador a través de otra oferta de trabajo como recepcionista en un sex-shop. Tras subir a su oficina en una céntrica calle de Madrid, comienza una entrevista laboral en la que el hombre se termina delatando y pide a su víctima que se desnude mientras él se masturba. Nerviosa, la periodista declina la oferta y sale corriendo de la oficina.
Pasados 10 minutos, un equipo del programa graba la salida del presunto abusador del edificio. El hombre mira a los dos lados y cuando es abordado por una de las periodistas con micro en mano y una cámara, el estafador empuja a la periodista y sale corriendo. En menos de una hora, el presunto abusador había quedado con dos mujeres más, víctimas de este contratador estafador.