Aunque en las primeras pujas Antonio no tuvo suerte, al final consiguió acertar la puja que le llevaba al escaparate final, y allí, con la ayuda de un margen que consiguió de 2.000 euros, terminó llevándose todos los regalos.
Los muebles para adornar un salón, un ordenador y todos los complementos de un auténtico gamer, un viaje durante ocho días a Mykonos, Santorini y con broche de oro en Atenas; y por último, un coche deportivo, hibrido y con una alta conectividad.
Al concursante se le veía muy nervioso, tanto que quiso i a examinar detalladamente todos los premios. “Si quieres ver Mykonos, eso ya no te lo puedo enseñar”, bromeaba Carlos Sobera antes de que Antonio se la jugase con una cifra que a punto estuvo de llevarse hasta el bote.
Antonio enloquecía al ver que se había llevado todos los regalos del escaparate final y lo celebró junto a su novia bailando y abrazando a los azafatos… “Pon música aquí”, decía mientras se subía al coche que además había decidido regalárselo a su pareja.