Después de más de 20 años sin hablar, Dolores se sienta por primera vez ante las cámaras para contar algo que, hasta ahora, solo ella conoce: su verdad.
Tras once meses de investigaciones desde la desaparición de Rocío Wanninkhof, la prensa publicó una filtración de la Guardia Civil: había tres sospechosos principales, dos hombres y una mujer. Finalmente, se produjo el primer arresto: el de Dolores Vázquez.
“Era un día normal para mí. Estaba regando el jardín y veo a la Guardia Civil. Fue todo muy rápido. Me puso los grilletes y yo solo pensaba en mi madre”, recuerda.
“Esto no puede estar pasando”, pensó. “Me metieron después en un calabozo, pero no me decían nada. Era como que daban por hecho que era yo y ya no había nada más. Yo no tenía ni voz, ni palabra. En el calabozo, por la noche, me apagaban y me encendían la luz, abrían la mirilla... Tengo claustrofobia. Tenía frío y me acurruqué en la pared. Venían cada dos por tres pero ni si quiera me hablaban”, cuenta.
“Yo lo que quería era que me llevaran al juez para declarar. Cuando declaré estaba convencida de que me iban a dejar irme a mi casa. Siempre he creído en la justicia, pero ese día deje de creer”.