Rocío Wanninkhof desapareció el 9 de octubre de 1999. Aquel día fue sábado y se celebraba la Feria de Fuengirola. Su madre, Alicia Hornos, ha recordado cómo vivieron esas primeras horas en las que su hija no volvía a casa: “Eso no había pasado nunca. No dormí, estaba preocupadísima”.
A la mañana siguiente, nada más amanecer, se dirigió a casa de su amiga: “No estaba, no la veía desde la tarde anterior”. A partir de ese momento, empezaron a buscar: “Me recorrí Fuengirola, Calahonda, Marbella… Como las locas”.
Tras una intensa jornada de búsqueda, decidieron acercarse al descampado próximo a su casa: “Fue cuando vi el charco de sangre y la tenis de Rocío. Había un charco de sangre grande y al lado un arrastramiento, como que alguien había arrastrado algo, un cuerpo”. Asegura que en ese momento "ya perdió los papeles". Desde entonces, se sucedieron profundas labores de búsqueda: “Mi hija podría estar en cualquier sitio. Siempre me llevaba un par de sándwich, por si la encontraba darle de comer”.