Tras una complicada operación, el comisario Santiago se hace cargo de su hijo. Decide cuidarlo en su casa hasta su recuperación. Aunque su relación no pasa por su mejor momento, Santiago intenta llevarse bien con Gaspar.
Gaspar (que tiene un historial de delincuencia por robar) comienza a tener una actitud muy rara con los vecinos de su padre. Su trato es muy cercano con ellos y el comisario no entiende por qué está actuando así. Hasta que un día llega a su casa y se encuentra con la policía en el edificio. Le cuentan que han robado en casa de una de las vecinas, dinero, joyas...
Inmediatamente sube y le pide explicaciones a Gaspar. Está convencido de que ha sido su hijo. Él le explica que no tiene nada que ver con ese robo, que confíe en él. Pero llega un agente y le cuenta que en ese robo se ha utilizado uno de los últimos inhibidores de frecuencia que existen en el mercado. Curiosamente ese dispositivo fue también utilizado en el robo a una joyería, un atraco que la policía cree que algo tuve que ver Gaspar.