Zafira tiene una relación muy complicada con su madre, Fuensanta, a quien tacha de ser demasiado controladora. Zafira ha cambiado de religión y de nombre (se pasa del catolicismo al islam, y antes se llamaba Lucía), ahora lleva un pañuelo hiyab y parece que Fuensanta no lo ha terminado de aceptar.
La joven tiene un mensaje para su madre quiere recuperar la relación que tenían y “poder estar juntas sin discutir media hora”. Por su parte, Fuensanta le echa en cara que le hable de malos modos cuando, en ocasiones, le pregunta. Dice respetar la religión que ha elegido, pero admite que “no me gusta”.
Madre e hija ponen todas las cartas sobre la mesa para intentar solucionar su conflicto. Fuensanta cree que su hija cambió de carácter cuando cambió de religión y cree que este es el origen de su conflicto, pero la hija no está de acuerdo: “Los problemas vinieron de antes”, asegura. “Yo sigo en mi camino y no creo que haga daño a nadie”, se defiende Zafira, pero su madre cree que desde entonces está “más apartado de la familia y más fría”.
Zafira alega que ella está fría con su familia porque esta no acepta que ella haya elegido convertirse al islam. Ella dice que esta nueva religión le ha transmitido tranquilidad y solo pide que respeten su decisión. Toñi Moreno intenta mediar, pero Fuensanta no está dispuesta a dar su brazo a torcer.