Pedro se niega a que su madre tenga contacto alguno con sus hijas. Para él, y desde que descubrió que su madre le había engañado sobre quién era su padre, no quiere saber nada de su madre. La considera una mala madre y una mala abuela. Ana, por su parte, cree firmemente que sus hijas necesitan a su abuela y por eso se salta la prohibición de su marido y permite que sus hijas vean a su abuela, eso sí, a escondidas del padre.