No es ningún secreto que la relación entre Maite Galdeano y su hijo mayor, Cristian Suescun, es cuanto menos complicada. La 'elegida de Dios' ha dado muestras en más de una ocasión del rechazo que siente hacia el hermano de Sofía por, entre otras cosas, parecerse a su padre.
Y es que según ha relatado la propia Maite, la navarra fue durante años víctima de malos tratos por parte del que entonces era su marido y de quien se quedó embarazada cuando solo tenía 16 años. Maite, que no se ha esforzado nunca por disimular el favoritismo que siente hacia su hija Sofía, ha explicado por primera vez en '¡De viernes!' el verdadero motivo por el que se distanció de su hijo mayor cuando apenas era un niño.
La navarra ha contado, para sorpresa y desaprobación de los colaboradores, que la relación entre ella y su hijo comenzó a torcerse cuando se separó de su exmarido y Cristian comenzó a dar las primeras muestras de rebeldía:
"Cristian era muy superdotado, tocaba el piano porque su madre se encargó de llevarlo a una academia privada y mientras él tocaba yo bailaba, hasta ahí genial, mientras él respondía todo bien. Cristian jugaba al fútbol, era el pichichi de los goles, era genuino, y Cristian con lo justito sacaba sobresalientes, ¿pero qué pasó entonces? que a los 16 años me llama el director de un colegio de pago y me dice que Cristian se ha torcido completamente, que Cristian bebe y fuma lo que no tiene que fumar, entonces a mí me entra un bajón destructivo y derrumbador".
Maite continuaba explicando que poco tiempo después de esta llamada del director del colegio ella decide separarse del padre de sus hijos y, puesto que Cristian ha elegido un mal camino, opta por quedarse con Sofía y "dejarle el niño a su padre para que él lo enderece":
"Yo creo que actué bien porque llevarme yo a Cristian era como poner una manzana podrida en el frutero y que te pudra la otra fruta (refiriéndose a la posible mala influencia que Cristian ejercería sobre su hermana). Él ya tenía el hábito de llegar a casa tarde con los ojos rojos, llegaba ya dando el reloj las siete de la mañana y discutía mucho con su hermana, la niña quería ver los dibujos y él solo quería ver el fútbol. Si dejo a Cristian con nosotros la hermana habría tomado ese ejemplo y habría acabado como el hermanito, y por ahí no quería pasar".
Los colaboradores, que no daban crédito a lo que estaban escuchando, saltaban alterados de sus asientos y le decían a Maite lo que pensaban: "Lo que hiciste se llama ser cobarde, te deshiciste del hijo que te estaba dando problemas y lo dejaste con un hombre violento que te daba palizas".
Maite, que sigue pensando que hizo bien en aquel momento, contaba entonces que le dio una segunda oportunidad a su hijo sin mucho éxito:
"Me estáis tachando de mala madre y eso no es verdad. Le quise ayudar por segunda vez y lo acogí de nuevo en mi casa. Había dejado los estudios y yo decidí que por mis ovarios tenía que acabar el bachillerato. Una mañana, cuando tenía que empezar el curso, fue a despertarle diciéndole 'Cristian, bonito, levanta que te han aceptado de nuevo en el instituto'. Lo que me respondió fue que le dejara en paz y que era una puta y una zorra. En ese momento decidí que una y no más, santo Tomás, y que volviera con su padre".