La obesidad y el exceso de peso en la infancia representa un verdadero problema en la sociedad que conduce a sufrir problemas de salud a corto, medio y largo plazo y no solo físicamente, también afecta a la salud emocional y social de los niños. Y es que la obesidad es una enfermedad crónica debida a múltiples factores que se inicia en la infancia por llevar estilos de vida poco saludables. En 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó esta enfermedad como la pandemia del siglo XXI porque, según declara esta organización, el exceso de peso en menores es uno de los problemas más graves a nivel mundial.
El estudio ALADINO llevado a cabo en 2019 y publicado en septiembre del 2020, refleja que el 40’6% de los niños y niñas de entre 6 y 9 años tiene exceso de peso. De ese porcentaje, el 23,3% está en niveles de sobrepeso y el 17,3% sufre obesidad. Este estudio destaca el ocio cada vez más sedentario en los niños, y advierte que un alto porcentaje de los niños dedica más de tres horas al día al ocio sedentario como puede ser el consumo de la televisión o jugar a la videoconsola.
La obesidad se detecta utilizando el índice de masa corporal o IMC, que es la medida que establece si una persona está en su peso correcto, por debajo de este o por encima. Este índice se calcula dividiendo el peso de el niño en kilos y entre su estatura en metros. Si bien es cierto esta herramienta no es un diagnóstico, solo orienta sobre el problema. Para determinar si un niño sufre obesidad, habría que hacerle una evaluación por parte de un médico o experto en salud.
Además, la grasa corporal cambia según la edad, por lo que cuesta más interpretar en períodos de crecimiento rápido como puede ser la pubertad. También hay que tener en cuenta que las niñas y niños crecen de manera diferente y, por lo tanto, su cantidad de grasa corporal es distinta. Por ello, y para saber si realmente existe obesidad, los expertos comparan los niveles de IMC de niños de la misma edad y así determinan correctamente cómo es la gravedad del asunto. Según Medline Plus, si el IMC de un niño es superior al 85% de otros niños de su edad y sexo, se considera en riesgo de tener sobrepeso y si es superior al 95%, se considera con sobrepeso u obeso.
Pero la detección de la obesidad en menores va más allá de este tipo de herramientas y existen más datos que pueden indicar que un niño sufre obesidad. Como, por ejemplo, los factores genéticos y la relación con los malos hábitos familiares, los cambios hormonales como la llegada de la primera menstruación, algunas medicaciones u otras patologías previas, así como los cambios emocionales provocados por trastornos como el estrés o la baja autoestima.
La obesidad en la infancia está asociada con el desarrollo de otras enfermedades a corto, medio y largo plazo. Los niños con sobrepeso pueden desarrollar muchos problemas de salud como diversos factores de riesgos cardiovasculares, diabetes de tipo 2, aumento del colesterol, hipertensión, asma, problemas en los huesos y las articulaciones, así como problemas psicológicos derivados del bullying o acoso escolar que pueden llegar a sufrir por parte de sus compañeros y amigos. La intimidación o el rechazo pueden causar en los niños trastornos como bulimia, anorexia o depresión.
La cantante Rosa López nos contó su experiencia con la obesidad en ‘El método Vázquez’ by Fitbit y cómo le afectó psicológicamente. Cuando Rosa se hizo conocida tan solo tenía 20 años y, tal y como ella misma ha contado, sufría sobrepeso. Y asegura que esta enfermedad le impidió abrirse al mundo. “No era físico, que también, apartaba todo de mí psicológicamente”, le ha explicado a Jesús Vázquez. Consiguió afrontarlo y hacer un cambio en su vida con mucho esfuerzo, una dieta sana y la ayuda de profesionales.
Su situación de sobrepeso le afectaba directamente a su mentalidad, pensamientos y hábitos. Y cuando ya fue conocida por todos, tuvo que lidiar además con problemas en la voz que estaban directamente ligados con cómo se sentía emocionalmente: “Lo más difícil es conectar tu mente con tu objetivo y con lo que quieres en la vida”, contaba Rosa a Jesús Vázquez.
Para llevar una vida más sana contamos con la ayuda de Fitbit Sense: un dispositivo inteligente que nos ayuda a controlar la nutrición, gestión del estrés , el deporte y el sueño, pilares básicos para luchar contra la obesidad. El dispositivo cuenta con una monitorización total de tu actividad diaria, pasos, distancia recorrida o calorías quemadas, además de enviarte avisos para moverte es una notificación para ayudarte a alcanzar tu objetivo de actividad por horas y luchar así contra el sedentarismo.
Incorporar pequeños cambios en el estilo de vida de los más pequeños de la casa es la mejor forma de prevenir la obesidad infantil. Uno de los principales objetivos sería controlar el sobrepeso y reducir la grasa localizada sobre todo en la zona abdominal. Para ello se debe:
1-Controlar las cantidades de azúcar ingeridas. La OMS declara que la cantidad recomendada de calorías diaria no debe superar el 10%. Desde el Instituto Médico de la Obesidad (IMEO), advierten sobre el riesgo de los azúcares ocultos que aparecen en los etiquetados tales como la miel, glucosa, sacarosa o el jugo de caña, entre otros.
2-Pasar menos tiempo delante de una pantalla. Los niños pasan una media de dos horas y media al día viendo la televisión, jugando al ordenador o a otros dispositivos móviles. Para mantenerse físicamente activos, al menos durante la hora diaria recomendada, conviene que dediquen ese tiempo a realizar algún deporte o actividad física que más les guste.
3-Hacer una hora de ejercicio diario y beber mucha agua. Pasear, correr, nadar… No importa el deporte que practiquen los niños siempre y cuando ejerciten su cuerpo de forma habitual. Lo idea es realizar actividad física deportiva al menos cuatro veces a la semana durante una hora al día.
4-Controlar el estrés. Asociamos el estrés a los adultos, pero es una patología que los niños también padecen. Ellos también tienen preocupaciones tales como: una mala relación con sus hermanos, discutir con sus amigos o compañeros de clase, los nervios de un examen, tener miedos, padecer bullying… y un largo etcétera que se ve reflejado, por ejemplo, en sus cambios de humor, su mal comportamiento, alteraciones del sueño o en comer compulsivamente.
5-Enseñar a los niños la cultura nutricional. Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz de IMEO, aconsejan darle al niño la cantidad de comida justa y no ofrecer los alimentos como premio o castigo, ya que podría asociar los dulces como alimentos buenos y las frutas y verduras como malo. Y evitamos así que la dieta quede reducida a unos pocos alimentos y deje de ser saludable y variada.