Llevar una vida saludable es clave para nuestro bienestar. Conseguirlo supone cuidarnos y atender en nuestro día a día varios factores que, unidos, nos ayudan a conectar con nuestra salud. Desde la alimentación, a nuestro nivel de actividad física, a nuestra forma de lidiar con el estrés y a nuestro descanso. Y una ayuda clave para lograrlo tiene que ver con la información, el conocimiento que tenemos sobre los efectos que determinadas prácticas tienen sobre nuestro cuerpo. Porque es normal que nos asalten las dudas.
Es muy habitual vacilar acerca de los beneficios o desventajas para nuestro organismo de practicar determinadas actividades en un horario u en otro. Seguramente hemos oído rumores sobre los supuestos perjuicios de ingerir hidratos de carbono en la cena, por ejemplo. Pero no solo con respecto a la nutrición: también en relación al deporte.
¿Quién no ha oído alguna vez aquello de que hacer deporte por la noche es malísimo para el descanso porque nos excita? ¿O todo lo contrario, que puede llegar a ser muy beneficioso porque estaremos cansados después? La relación entre deporte y horarios siembra dudas, y hay que aportar algo de luz al respecto.
La primera idea sobre la que debemos poner el foco es el concepto de ritmo circadiano. Se trata del conjunto de cambios que, siguiendo un ciclo diario, experimenta el organismo. Los ritmos circadianos están presentes en la mayor parte de seres vivos, y obedecen al denominado reloj interno, pero también a señales ambientales, lo que da forma a ese ciclo sueño-vigilia en relación al de oscuridad-luz.
Partiendo de esa base, parece que la noche no es el momento más propicio para la actividad física: entre las 21 y las 22h es el momento en el que producimos más melatonina, la hormona encargada de ayudarnos a conciliar el sueño. Pero los relojes internos y el ritmo circadiano no son los únicos factores a tener en cuenta en esta ecuación.
También influye el cronotipo o ritmo interno de cada uno. Hay personas que de forma natural son más diurnas y otras más noctámbulas, cuyo pico de energía se alcanza por la mañana o por la tarde, que se levantan temprano sin mayor complicación, o que tienen problemas para conciliar el sueño y estar despiertos pronto. Y esto también tiene consecuencias respecto a las preferencias para practicar deporte a una hora u otra.
Pero aunque parece tratarse de una cuestión a analizar de forma individual, hay otros elementos a tener en cuenta para adaptar nuestras rutinas. Uno de ellos es la temperatura corporal, generalmente más alta durante la tarde. Por eso, si te consideras un animal matutino, es importante calentar los músculos de forma rigurosa ante de practicar deporte (más que si lo hicieras a última hora del día), para evitar lesiones.
En relación a ello, tradicionalmente se ha pensado también que practicar un ejercicio especialmente intenso podría elevar nuestra temperatura corporal, haciendo que estemos sobreestimulados a esas horas. Pero ya hay estudios publicados en revistas como Sports Medicine, que descartan que el ejercicio nocturno afecta al sueño (más bien lo contrario: podrían incluso favorecerlo). Eso sí, ha de transcurrir siempre al menos una hora entre el fin del entrenamiento y el momento de irnos a dormir.
La alimentación también tiene algo que decir en todo esto. Hay disparidad de estudios, que apuntan por un lado que podría ser buena opción entrenar en ayunas, pero una investigación de la Universidad de Bath apunta a que desayunar antes de hacer ejercicio puede preparar mejor al cuerpo.
Tras analizar las principales variables que juegan a la hora de decidir cuándo es bueno hacer deporte, parece evidente que la solución no es única, ni definitiva. Depende de varios factores y difiere entre unas personas y otras. Y precisamente por eso es clave, para ajustar nuestros entrenamientos a nuestro contexto y características propias, contar con la información y con las herramientas necesarias para tomar las decisiones correctas. Y en ello juega un papel esencial Fitbit Sense, el último smartwatch de Fitbit, especialmente pensado para conectar con la salud.
Fitbit Sense es perfecto para conocerse a uno mismo, saber qué funciona y qué no o cómo reacciona el organismo en cada caso concreto. Gracias a sus sensores y herramientas puedes saber a la perfección cómo te encuentras: desde controlar tu temperatura cutánea, a monitorizar la frecuencia respiratoria o el ritmo cardíaco.
Pero es que además de poder saber cómo nos sentimos o cómo reacciona nuestro organismo, el smartwatch avanzado de salud de Fitbit nos sirve para adecuar nuestra actividad física a nuestro ritmo y rutinas, para elegir una actividad frente a otra o para saber cuándo nos conviene más hacer ejercicio. ¡Y todo desde la muñeca gracias a sus modos de ejercicio! Podremos verificar además, si en nuestro caso el deporte nocturno afecta al sueño, al poder recibir estadísticas y una valoración del tiempo y calidad de nuestro descanso.