Ese verano murió Elvis y Bruno pensó “Qué le quiten lo bailao”, pero cuando llegó su momento sintió que todavía le quedaba mucho rock and roll por delante. Tony Curstis, la Faraona, los primeros locales de ambiente, fiestas de verano, discotecas a reventar… Torremolinos era el centro del mundo el verano de 1977, un mundo en el que no solo la grifa te hacía volar y había tentaciones que no se podían controlar.
¡Alerta Spoiler! Desde aquí podrás encontrarte con cosas que no quieres saber si todavía no estás al día con los capítulos de ‘Brigada Costa del Sol’.
El día que las mujeres salían a las calles para pedir la despenalización del adulterio, la ‘Brigada Costa del Sol’ intentaba descubrir cómo entraba el hachís a la península. Los contrabandistas de tabaco se habían pasado al nuevo negocio y la costa se llenaba de pequeñas descargas que encontraban sus puntos de encuentro mediante latas de atún. Un negocio que comenzaba a plantearse como inabarcable y que parecía tener conexión con la muerte del Buho.
Con los hermanos Peña desaparecidos, Bruno y Terrón seguían los talones a Falconeti y a su socio ‘El Tartaja’, mientras que Leo intentaba descubrir si la muerte del padre de Yolanda tenía algo que ver con el tráfico de hachís.
Al ver a Leo merodeando por su casa y haciendo preguntas, la Buhita quiso saber más. Ella no sabía que su padre podía estar relacionado con el tráfico de droga, pero haciendo memoria recordó que había una cesta que su padre no quiso que ella tocara aquella noche. Ante la posibilidad de que Leo le ayudara a encerrar a los asesinos de su padre, decide contarle que está convencida de lo mataron los hermanos Peña y que el menor de ellos es el hombre que porta el abrigo cuyo botón le dio su padre antes de morir.
Deseando que su esposa se traslade a Torremolinos a vivir, Bruno parecía tener claro que para él Yolanda no existía, pero al verla junto a Leo, le han entrado los miedos.
Unos miedos que no supo controlar. Al saber que Charo iba a tardar más de lo que él pensaba en trasladarse a su nueva casa, Bruno decide ir en busca de Yolanda. Al verle, la Buhita no duda en contarle lo que sucedió la noche que murió su padre y confesarle que pudo matar a Cristóbal Peña. Bruno le pide que le deje ayudarla y que no intente hacer cosas de las que se pueda arrepentir. Yolanda se siente protegida por primera vez y cerca del hombre que la puede robar el corazón. Sin embargo, cuando se lanza a besarle, él sale corriendo “No te convengo, Buhita”.
Bruno no se atreve a confesarla que es un hombre casado y que a su lado no va a conseguir la felicidad que está buscando, pero entre ellos ha nacido algo muy especial que ninguno de los dos es capaz de controlar.
Dispuesto a demostrarle a Bruno que él también sabe hacer las cosas por su cuenta, Terrón localiza al hombre extranjero que conduce un chulísimo deportivo verde, pero lo hace en un local de ambiente. Con miedo, pero al mismo tiempo cierta curiosidad, el policía que adentra en un mundo hasta ese momento completamente desconocido para él. Un mundo en el que no parece sentirse incomodo, pero al que teme, ya que nada más recibir la primera proposición deja claro que a él le gustan las mujeres.