Viaje al puente de mando de un barco de Alta Velocidad
Es un viaje dentro del viaje. No todos los días se visita un puente de mando, el centro de poder de un barco, el lugar desde el que se mueven estas moles flotantes. Por ejemplo, el ‘Almudaina Dos’, el ferry de alta velocidad con el que Trasmediterránea hace en verano la ruta diaria Gandía-Ibiza-Palma tiene capacidad para más de 700 personas y 175 vehículos. Desde fuera se ve como un bicho inmenso, pero eso no le impide ser muy rápido. El primer trayecto le realiza en dos horas, la mitad del tiempo habitual, y el segundo, Sant Antoni-Palma en dos y media… Todo un bólido entre olas que está operativo entre el 8 de junio y el 9 de septiembre para llegar en tiempo récord a las fabulosas playas de Ibiza y Mallorca.
Así que hoy nos colamos, sin ánimo de molestar, en el puente de mando y echamos un vistazo al santuario de las decisiones. Lo primero que buscamos, nada más traspasar la puerta, es el timón. Pero no existe. Ni grande ni pequeño. No está. Nos explican que los modernos se han convertido en ‘joistick’ de videojuegos muy diferentes a los enormes armatostes de las películas. Toda la dirección del barco se lleva ahora en la mano. Leves movimientos de muñeca son suficientes para dirigir la dirección. Segunda gran sorpresa, no hay cartas de navegación física. Sí, en pantalla, por supuesto, y por duplicado. “La ley permite no llevarla si los sistemas están por duplicado, pero nosotros por si acaso las tenemos”, Quien habla es Manuel Enrique Jurado, conocido por todos como ‘Manri’, el capitán de este buque con 32 años en la empresa. Un hombre de ‘caiz’, ‘caiz’, que lleva desde el 92 trabajando en el mar.
Primero en buques mercantes fuera del Mediterráneo, y después más cerca de casa. “Yo iba para veterinario, pero el problema es que me tenía que ir a Córdoba y allí no había mar”. Su pasión por los animales quedó aparcada, aunque ha convertido su casa, de la que está lejos entre 60 y 70 días seguidos, en un pequeño zoológico: “Tengo 3 perros, 12 pájaros, 6 tortugas, 1 loro,…” . El caso es que luego cuando vuelve, reconoce que siempre está cerca del agua, o pescando, o haciendo surf, deporte que practica desde sus año jóvenes,…Parece que el agua le atrae como un imán aunque en su familia más directa no ha habido marinos.
Hay otros dos hombres vestidos de uniforme junto a él, podríamos decir que son sus escuderos: el primer oficial, Fernando Espinosa y el Jefe de Máquinas, Antonio Blanco. Esa es otra de las sorpresas, las máquinas se controlan a través de un recinto cerrado de televisión. Es una especie de gran hermano dentro del barco, pero sin broncas ni peleas. Son 4 motores, 2 delante y otros 2 detrás impulsados por un sistema de bombas de agua. 80 cilindros en ‘V’ conforman la potencia de este barco que alcanza lo que serían los 60 kilómetros por hora. “Puede no parecerlo, pero para el mar es mucho”. Todo va tranquilo, aunque si cualquier cosa fallara, los mecánicos están preparados para entrar en cualquier momento a buscar y solventar el problema.
La última sorpresa es la protagonista de cualquier accidente: la caja negra. Es muy grande y está a la vista en este buque de Transmediterránea que llega puntual a su destino y atraca con finas maniobras de los 3 hombres que acabamos de conocer. El otro puesto importante del barco, el encargado y máximo responsable de todo lo que no es técnico es Asensio Guerra, Jefe de Cabina, un algecireño que sabe latín, griego y unas cuantas lenguas más. Comenzó en la ruta del Estrecho haciendo de monaguillo en la misa de los domingos que se celebraba en la travesía. Luego le echaron por comerse las ‘ostias’, pero acabó volviendo y conociendo todos los trayectos como la palma de su mano. Es todo un personaje, gracioso, listo y buena gente, como los otros anfitriones. No siempre es así. Entrar en un puente de mando es como invadir la cabina de un avión: no suele gustar a los tripulantes y además interfieres en su trabajo. Siempre son educados, pero no siempre acogedores, así que cuando te ves bien acogida hay que agradecerlo por partida doble.
Pues lo dicho, viajad en barco hasta Ibiza…Trasmediterránea os lo pone...Es una buena alternativa al avión en verano, cuando los vuelos son muy caros, van llenos y entrar en un aeropuerto puede convertirse en un infierno. Para qué pasar por el averno si podemos acercarnos al cielo disfrutando del sol, aunque sea más lento…