Ahora que llega Yesterday, es hora de hablar de biopics que no te puedes perder
Imagínese despertar, de repente, siendo el único que recuerda la existencia de The Beatles. Lo cierto es que la premisa es de lo más original, una buena idea a desarrollar por las contundentes manos de Danny Boyle, director de Slumdog Millionaire. Pero esperábamos algo un poco más canalla del artífice de Trainspotting. Porque señores, una vez más, los recientes estrenos terminan siendo una moñería, casi más ñoña que Bohemian Rhapsody. De acuerdo, son conceptos distintos, la primera es pura ficción y la segunda, digamos, a medias, pero espero que alguno de ustedes me secunde en la idea de que la lágrima fácil empieza a irritar más que los rayos UVA del sol. Por el amor de los dioses, qué necesidad hay de azucarar la vida, con lo entretenida que resulta siendo un poco ácida.
Así que, ya que estamos, y puesto que preferimos que fluya la anarquía entre las líneas de este artículo aprovecharemos para charlar un rato de verdaderas películas sobre música y músicos. Sin rulo de tambores, sin violines, sin dentaduras falsas ni valerianas.
BIRD
Brutal. Todo en ella es brutal. Quizás de las películas menos populares de Clint Eastwood, al menos para el gran público. Pero si usted nos está dedicando ahora mismo estos minutos de lectura significa que forma parte de ese pequeño porcentaje no tanto cultureta, sino más bien curioso. Se trata de la historia del saxofonista Charlie Parker -el que mueve el cuello como un pájaro al tocar-. Un viaje onírico pero realista, un deleite neuronal para quienes gocen de una buena historia contada elegantemente, sin regodeos, sin abucheos, sin aditivos. Serán partícipes de todo, mas sin juicio alguno, cual observadores del devenir de un genio. A Clint le debe de encantar el Jazz, porque solo un amante de ese controlado caos sería capaz de montar tal tributo. Muy negra. Y a lo loco. No se la pierdan.
CONTROL
Yo aquí no me aclaro. Por un lado abogo por el autocontrol con fines de supervivencia, pero por otro rebozo ante la desbocada pasión del frenesí, generalmente lesivo si exprimido hasta su núcleo. La cinta nos dispara aquellos últimos años de Ian Curtis, de Joy Division. Y, como no podía ser de otra manera, nos propone aquellos años de post-punk inglés en blanco y negro. Porque en su vida todo eran extremos, ni grises ni pasteles, sino la más pura pigmentación en cada secuencia, o la plena ausencia de ella. Tiene sentido del humor. Tiene ritmo. Tiene desgarro. Se suicidó con 23 años. Quizás se les esfumen los prejuicios tras su visionado. Puro tormento, fuerza y fragilidad en la misma cara de la moneda.
24 HOUR PARTY PEOPLE
Que viene muy al caso tras ‘Control’. Pues todo esto comienza después de la muerte de Ian y en las inmediaciones de la creación de New Order. Vale. Esta película no va de nadie en concreto, pero de todos en particular. Bienvenidos a Madchester, tomen asiento en el lujurioso y excéntrico recoveco llamado The Hacienda. Que no tiene nada que ver con Escobar… o sí. El caso es que en este pésimo club –según palabras del propio Peter Hook- se reunían los hijos de los ‘50 y ‘60, los padres de los ‘90 y unos cuantos semi desconocidos inspiradores de la pre-electrónica que se asentaría en el llamado “Segundo verano del amor” (1988-1989, en Reino Unido). Como siempre, es mejor el libro, pero si prefieren perderse entre los vívidos sonidos de la época, escojan esta peli.
I’M NOT THERE
Quizás sea la recomendación menos entusiasta. Pero resulta tan curiosa e interesante en su complexión, que merece al menos una pequeña mención. Porque a Bob Dylan creemos conocerle todos, pero nunca una producción había querido demostrar que ni sus guionistas tienen idea alguna de quién es este señor realmente. Así que aunque sea por el ejercicio de ironía, merece el aplauso. Voy al grano: que como Dylan es inclasificable (el único músico con un Nobel de Literatura, ustedes dirán) pues se les ha ocurrido que lo interpreten distintos actores. Pero ojo a qué actores: Richard Gere (mah), Christian Bale (seh), Heath Ledger (yeah), Ben Whishaw (uhm), Marchus Carl Franklin (wow) y Cate Blanchett (fuckyeah). Todos son Bob Dylan. Venga, la idea es muy buena. Podía haberse desarrollado mejor, ok, pero es buena.
Y podríamos seguir con ‘The Buddy Holly Story’, ‘Sid and Nancy’, y otros tantos etcéteras.
En serio. Qué habría sido de la humanidad sin la inspiración o la imaginación. Cada nota es sentimiento y pulsación, cada secuencia, intrínseca reverberación. Lo mejor que se ha inventado el hombre: las artes. Y la bendición es para quienes sepan apreciarlas. El Nirvana, para quienes consigan crearlas.