A contrarreloj tras el asesino del 10
Un mes después de la muerte de Susana, la primera víctima del asesino del 10, su móvil habló. La guardia civil los trianguló y comenzó a seguir a la nueva usuaria, una mujer marroquí que vivía en San Pedro de Alcántara. Un día el guardia que repasaba las notas de las escuchas hechas por el traductor marroquí cantó bingo. La mujer contestaba a la pregunta de su interlocutora, extrañada por el número de teléfono desde el que la llamaba: “me lo ha regalado mi hija” había dicho. Fue entonces cuando la mujer de rostro borroso con chilaba junto a un hombre, captada por la cámara de un cajero de Mijas, mientras sacaban 1000 euros de la tarjeta de la prostituta asesinada, cobró fuerza. Sin duda madre e hija estaban compinchadas con el asesino del 10. Había utilizado la tarjeta de la víctima tan solo una hora después del crimen. Y uno de los móviles sustraídos, un mes después.
Así se cerró el círculo sobre Martin Sparitt o Abdelkader Salhi el asesino en serie de Málaga, el hombre que mató a dos prostitutas el 10 de agosto y el 10 de septiembre. ¿Casualidad? Los agentes de la policía judicial de Málaga y Marbella creen que planificó los asesinatos aunque él ha contado que su única intención era robar a las dos mujeres y que en los dos casos se le fue la cabeza. "Estoy loco, loco" repitió dos veces después de llorar como un niño. Las eligió al azar en las páginas de la versión inglesa de Diario Sur. Así contactó con ellas por teléfono. Pero no las visitó y mató el mismo día. Preparó los encuentros con varias citas “para ganarse su confianza” ha confesado.
El primer crimen lo cometió cerca de su casa, en Mijas y lo investigó la guardia civil. El segundo cerca de la vivienda de su novia, en San Pedro de Alcántara, competencia de la policía. El asesino rompió todas las teorías al no buscar objetivos alejados de su hogar. Y desconcertó a los investigadores al dejar vestidas a las dos mujeres, torturadas a cuchillazos para arrancarlas los números secretos de las tarjetas, de las que en ambos casos sacó 1000 euros una hora después. En los dos casos el mismo tipo de arma, los mismos cortes, en los dos después de mantener relaciones sexuales con preservativo. Y en los dos dejando atrás una ristra de restos biológicos, incluso en las uñas de sus víctimas que intentaron defenderse hasta el final. Tuvo la frialdad, o la desfachatez de ducharse en el baño de su última víctima. Brutal.
Policías nacionales y guardias civiles de Málaga patrullaban en parejas mixtas. Lo nunca visto. La unión fue tan especial que el día de la detención de Abdelkader (ya se les había escapado una primera vez), los agentes de verde esperaron a los de azul para entrar juntos a por el objetivo que en ese momento disfrutaba en el gimnasio de su urbanización de Mijas. A cambio, los policías que entrarían en las viviendas de san Pedro de Alcántara, propiedad de la novia y la suegra del asesino, esperarían a los guardias para hacer detenciones conjuntas. Todo salió como se esperaba tras una rapidísima investigación en la que Ángel y yo nos volcamos con entusiasmo cuando el que seguían todavía no era Martin Sparitt sino un preso sin nombre y con permiso penitenciario que había matado dos veces y podía volver a hacerlo el próximo 10 de octubre. Y aunque intentamos avanzar al ritmo de los policías y los guardias en nuestras pesquisas, supimos parar a tiempo cuando "el bicho ya estaba en el horno". Teníamos muchos datos para los informativos de telecinco y las mañanas de cuatro pero era el momento de dejar que culminara sin contratiempos una carrera contrarreloj cuyo fin era evitar la próxima muerte.
Detenido e interrogado constataron que el alemán, o marroquí o irlandés.... utilizaba tres pasaportes distintos falsos; Irlandés, italiano y francés. El marroquí le había sido denegado a pesar de tener un padre marroquí. Abdelkader Shali de madre alemana había cumplido una condena de 18 años por homicidio en Alemania. Para sorpresa de los investigadores ha confesado que el cuchillo utilizado con la segunda prostituta lo había dejado en la cocina, con la hoja doblada de tantos pinchazos, aunque antes lo había limpiado. Extraño comportamiento en un asesino que en palabras de un sabueso amigo nuestro “le faltó dejar su tarjeta de visita en la escena del su crímen”