Difícil ponerle apellidos a estos Goya, desde luego "fríos", podía ser uno de ellos. Heladas casi se nos quedan las estrellas patrias. Como nos decía Elena Anaya, el temporal en la alfombra roja parecía más propio de Rusia. Sobre todo ellas lo pasaron fatal y sobre todo la deliciosa Mariam Bachir que nos confesaba que iba "casi en pelotas" para celebrar que ella, que nació en un campo de refugiados, estaba en los Goya. Ilusionados los primerizos como Jesús Castro y los veteranos como el gran Antonio Banderas. Todas las miradas centradas en Penélope Cruz, como siempre generosa, se cruzó con Bárbara Lennie y le comentó que era fan de su trabajo.
Este año, no ha faltado el ministro Wert y otros políticos, Pedro Sánchez hizo campaña y paseíllo cinematográfico. Tampoco las reivindicaciones, ni el humor, soberbio Dani Rovira en una gala que arrancó espectacular con el número musical "Resistiré" pero que terminó haciéndose larga, casi eterna. Emotivo el discurso del Goya de Honor, los lloros de Nerea Barros que desveló que cuando dijeron su nombre se estaba repitiendo "empanada de zamburiñas, empanada de zamburiñas.." , la madre de Rovira al borde de un ataque de nervios, la presencia de la guapísima Asunción Balaguer.