Anoche dormí dos horas. Ya no son solo las sirenas que no paran de sonar. También es mi cabeza la que no para. Estoy próxima a cumplir 60 días de cobertura y el cansancio se empieza a notar en el cuerpo.
Pienso todo el tiempo qué cosas me quedan por hacer. Qué más contarles. Qué nueva historia tengo para el día siguiente. Me duele todo.
No me quiero quejar porque estoy muy feliz con la experiencia que estoy adquiriendo y la gente maravillosa que estoy conociendo. Pero estoy en constante conflicto conmigo misma porque no sé en qué momento debería ponerle una pausa a todo esto.
No sé cómo se hace. ¿Me tengo que ir? ¿Tengo que tomarme un descanso y seguir? ¿Pido un relevo? ¿Mi deber es seguir? Muchos colegas ya han tomado decisiones. Algunos ya están en sus casas. Mi familia me está esperando. Pero todavía no sé qué voy a decidir. Por el momento comparto un poco de este debate interno, mientras sigo saliendo al aire y contando para ustedes el día a día en Lviv.