Tom discute con Omar y, sin venir a cuento, le suelta: “No me levantes la mano”. Omar tiene el brazo a media altura, pero no se aprecia en él ningún gesto amenazante, ni siquiera lo está señalando. Resulta curioso que Tom tenga la mano mucho más levantada que su compañero mientras pide que no le levante la mano. Parece que Tom no ha sabido leer bien la expulsión de Marta. A su salida se ha convertido en el habitante de los cayos Cochinos más provocador. En los últimos días ha discutido al menos con Omar, Olga y Alejandro. Incluso llegó a tener un tenso momento con Melyssa, su exnovia. El concurso de Tom se basa en la provocación, sin ser capaz de aportar nada útil al grupo.
Da igual el motivo de la disputa. Con Omar es porque Lara había cedido su ración de arroz a Olga y aquel defendió que cada uno comparte lo que quiere con quien quiere. Salió entonces de nuevo lo del coco de Omar, que tiene grabado a fuego. Con Alejandro empezó vacilando sobre la labor de la cocina, al ser ambos elegidos por Sylvia como patronos. Con Olga a cuenta de una recompensa que él no había logrado. Y con Melyssa por el punto del arroz. Ruego me disculpen si confundo los absurdos argumentos de estas discusiones, pero insisto en que es lo más intrascendente. Se trata de buscar polémica por lo que sea y hacer burla a casi todos los demás.
En una de esas discusiones parece tener a Carlos como cómplice inesperado. Digo inesperado porque el chef nominó el jueves a Tom porque no le gustaba su trato hacia Alejandro. Ahora se une a él en las protestas porque tres concursantes disfruten de una recompensa individual. Tom sangra por la herida porque no puede soportar ver a Alejandro superándole una vez tras otra. La recompensa era queso y junto a Alejandro se la ganaron Lara y Olga. Se puede entender que los demás sufran viendo a sus compañeros comer. No tanto que les critiquen por no irse a otro lado. Ellos también pueden marcharse al otro extremo de la isla para no estar presentes en el momento del festín. Olga y Lara son más ruidosas que Alejandro celebrando el placer de disfrutar la recompensa, lo cual también les molesta. “Ahí se ha pasado”, afirmaba Carlos.
Carlos ya no es el concursante dispuesto a ayudar a los demás que parecía en el barco encallado. Ha sido convertirse en superviviente de pleno derecho y empezar a enseñar una patita menos conocida, pero posiblemente mucho más real. Tras la gala del jueves le preguntaba Gianmarco a quién había nominado. Carlos respondió que a Alejandro. La presencia de Tom debió influir en que no contase la verdad. Están en su derecho de no decir a quién han votado, es más, creo que deberían tener prohibido preguntar tal cosa. Pero mejor hubiera hecho negándose a responder que mintiendo. En la audiencia puede calar la idea de que le falta valor y el jueves puede sorprenderle la revelación de su mentira en la palapa.
Cuando se falta a la verdad en Supervivientes es por un exceso de confianza en la poca importancia de la mentira o bien porque no se es consciente de que en la palapa puede salir cualquier cosa. Espero y deseo que el jueves hagan escuchar al grupo ese momento de la nominación de Carlos el jueves pasado. Podrán comprobar entonces que luego no tuvo valor para confesar su nominación real. Lo que en otros casos puede ser una inteligente estrategia para no ponerse en contra a aquel a quien se ha nominado es en este caso un arma de doble filo porque puede generar todavía más enemistad si descubre la mentira.
Carlos apuntaba a líder y estamos descubriendo un concursante con poca valentía, incapaz de defender sus opiniones ante el grupo. No es de líder despotricar contra aquellos compañeros que tratan mal a otros, para desparecer luego como se diluye un azucarillo en el café cuando esto vuelve a suceder. Ante las burlas y chulerías que se gasta Tom contra algunos compañeros Carlos calla y evita dar la cara. En este caso la estrategia puede retrasar su destierro al no quedar nominado por sus compañeros ni por el líder, pero no evitará que cuando lo esté la audiencia tenga en consideración expulsarle por mentiroso.
Otro de los momentos de tensión en los pocos días que llevan juntos supervivientes y exencallados (ahora lacayos) fue por el punto del arroz. Qué enorme error no ofrecer como recompensa en alguna prueba un temporizador de cocina, de esos que pones cinco minutos y cuando ha pasado el tiempo avisan sonando un timbre. Se me antoja un objeto más importante para la supervivencia que la navaja multiusos o el machete, si me apuras. Visto lo visto, son capaces de cambiar la olla en la que cuecen la dotación diaria de arroz por el temporizador, igual que desmontaron la cabaña para tener leña. “Son cinco minutos”, repetía Olga. En mi casa el arroz tarda un poco más, aunque confieso que a mí me gusta un poco pasadito. Aquí el problema es que todos querían opinar sobre algo aparentemente sencillo y poco sujeto a discusión como la cocción de un puñado de arroz.
No solo querían opinar demasiadas personas, sino que varios metieron mano a la olla para probar el punto del arroz. Y, claro, prueba que te prueba va mermando el arroz. Aquí el que no corre vuela. Olga, como líder de esta semana, eligió en la gala la tarea a asignar a cada lacayo. Agustín se encargaría del fuego, Alexia de la pesca, Sylvia de la comida y Lara de la leña. Luego, cada lacayo eligió patrón por partida doble. Sylvia, encargada de la comida, se decantaba por Alejandro y Tom, lo cual tiene una doble lectura. Unía así en la empresa a dos enemigos declarados y, además, evitaba poner en la cocina a Carlos, el chef. Desde hace tiempo vengo pensando que Sylvia había dejado de simpatizar con Carlos. Una fuerte discusión de la folclórica con ese compañero, de la que solo hemos visto un adelanto, parece confirmarlo.
El ambiente tenso y enrarecido en playa Cabeza de León no solo es debido a la actitud desafiante y provocadora de Tom. También se justifica por esos roles de patrones y lacayos que tan en serio se han tomado casi todos. Está bien que si el programa lo plantea se lo tomen en serio y entren al juego. Otra cosa es exagerar los roles y provocar situaciones de incomodidad innecesaria. Después de ver cómo pretenden que Sylvia haga su labor sin sentarse, les molesta que los lacayos hablen mientras trabajan o se burlan de Agustín haciendo que se agache infinidad de veces a colocar o mover piedras alrededor del fuego, deseo que el programa invierta los papeles para la próxima semana.
Veremos si se adaptan Tom o Carlos al rol de lacayos. Porque otra cosa curiosa es que Carlos fuera quien hiciera doblar el espinazo más de lo necesario a su amigo Agustín, con 60 tacos. “Estás trabajando más que en toda tu vida”, decía Carlos a su amigo (“hamigo”, tal vez). Con amigos así no hacen falta enemigos. Y, una vez más, Tom (que es patrón de la cocina, no del fuego) era cómplice de Carlos y se aprovechaba para burlarse de Agustín. Una cosa es aceptar el juego y otra comportarse con crueldad, lo cual es rechazado por la mayoría de la audiencia y genera ese ambiente tenso e incómodo del que estoy hablando.
Imagino la de anoche como otra velada amarga para Tom al tener que ver como Alejandro ganaba la prueba de recompensa y luego se volvía a salvar con anticipación de la expulsión. Por cierto, los no salvados fueron bañados en un barro verde que les hicieron parecer familia de Shrek. El martes se salvará otro de los nominados y, salvo que fuera Valeria, en esa ocasión supondrá no solo llegar al jueves con la tranquilidad de no correr peligro de expulsión, sino también convertirse automáticamente en concursante de pleno derecho. Esperemos ver ese momento, que anoche no se produjo al ser salvado Alejandro, y ojalá que sea Alexia. Los losers como Alejandro (según Tom) deben dar mucha envidia a ganadores que no ganan recompensas ni han sido líderes todavía.
La prueba de la goma elástica se jugaba en equipo esta vez y el menor tiempo lo logró el formado por Omar, Melyssa, Alejandro y Carlos. Doble disgusto para Tom porque comieron paletilla de cerdo cocido Alejandro y Omar. Este equipo optó por poner a tirar en primera y última posición a Carlos y Omar, supuestamente los más fuertes. El mismo criterio siguieron los lacayos con Lara y Agustín. Sin embargo, el otro grupo superviviente optó por poner a los más fuertes (Tom y Gianmarco) tirando los últimos. Los tiempos demostraron que no fue la mejor estrategia.
Lola y Palito han alcanzado tal armonía que con solo una insinuación, el leve gesto de una mano o de la cabeza, les vale para identificar el animal que intenta imitar la otra. De eso iba su particular recompensa, en la que se jugaban dos donuts, brócoli, pincho de tortilla y plátanos. Ver a Palito imitando a una iguana, o Lola a un pelícano, y la otra reconocerlo a los pocos segundos, da buena prueba de la sintonía entre ambas concursantes.
Reconozco que me reí cuando anoche decía Jordi González: “El brócoli es muy saludable. ¡Salúdalo!”. Me he vuelto a reír al recordarlo.
Esta noche en un nuevo Última hora presentado por Jorge Javier Vázquez podremos ver la discusión completa entre Sylvia y Carlos, estará Antonio Canales en plató y veremos lo que sucede en la visita sorpresa que Sandra Pica le hará a (¿su exnovio?) Tom. No me da la vida.