Algunas sincronicidades poco antes de la gran final
El 13 de septiembre pasado miles de almas estaban pendientes de la entrada de un grupo de valientes que comenzaban su encierro en la casa más conocida de Guadalix de la Sierra. Como un alma, estábamos todos a una, en plan Fuenteovejuna. Hemos estado desde entonces hasta hoy sincronizados en la coincidencia y en la discrepancia. De principio a fin. De nuevo, una marea de espectadores permanecerá esta noche con la atención puesta en la pantalla de su televisión, ordenador, tablet o lo que sea. También a las pantallas de sus móviles para comentar la gran final.
Internet es, hoy más que nunca, esa ágora en la que hablamos de tele más que de ninguna otra cosa. Saber que tantas almas andarán pendientes de un mismo acontecimiento me sigue estremeciendo. Pocas veces sucede esto, quitando los grandes acontecimientos deportivos o algún otro evento habitual. Y las campanadas de fin de año, único momento en el que hacemos algo a la vez, como decía la canción de Mecano. También viendo Gran Hermano, oiga.
Han pasado 98 días desde el comienzo de esta edición VIP. Más de lo que hace falta para dar la vuelta al mundo de Verne. Hoy en día serían más porque tenemos medios de transporte más rápidos y eficientes, pero también una burocracia más tediosa, capaz de atrasar esa aventura más que a finales del siglo XIX. 98 días son casi 3,22 meses, nos dice una compleja fórmula matemática. Depende de para qué es mucho o poco tiempo. Para el Koala no debe ser demasiado porque decía uno de estos días que estaría dispuesto a pasar otros tres meses ahí dentro. Pero hoy es el día. De hoy no pasa que conozcamos el nombre del ganador, quién ha de salir el último de ahí.
Es curioso porque la primera concursante en entrar fue primera en salir. No sé si será la casualidad o una de esas sincronicidades de las que habla a veces Iker Jiménez, pero es posible que la última en entrar vaya a ser también última en salir. Oriana aguantó solo 3 días, su media en un reality. Por si a alguien se le ha olvidado ya, recuerdo que la última en entrar fue Miriam, tres días más tarde que el resto. Bueno, Omar entró después, pero no tardó mucho en salir.
Miriam podría salir con un codiciado maletín en la mano, pero será en todo caso la finalista que menos tiempo habrá pasado en la casa. Otra sincronicidad, reiterativa en este caso, es que GH VIP lo gana siempre una mujer. Sería una sorpresa que no se alzase con el triunfo la princesa inca porque se trataría del primer caso en las 6 ediciones de celebrities. En las de anónimos está la cosa más equilibrada.
El perfil de Miriam tiene algo de todas las ganadoras anteriores. Es peruana. O sea, no es española, como Aly, Armant y Mourreau. Curioso que las dos primeras ganadoras fueran de Francia y México, mientras que la última (hasta hoy) es una americana de Seattle que residía entonces en Madrid y volvió luego a su país. Confieso que hablé con ella en los pasillos de Mediaset antes de irse y me aseguró que volvería. Aquí estamos esperándola.
También tiene en común Miriam con Laura Matamoros que es conocida por terceras personas, esta por su padre y aquella por Carlos Lozano, quien ha estado bastante en boca de todos durante estos meses en la casa. Y si Belén Esteban es la princesa del pueblo, Miriam es la princesa inca. El triunfo del Koala o Suso es posible, sus teléfonos están abiertos igualmente, aunque eso sería para muchos una sorpresa de incalculables proporciones.
Anoche tuvieron la última cena en la casa, bastante menos concurrida que la bíblica. En aquella ocasión hubo 13 asistentes, justo los que faltaban a la mesa de GH VIP porque han ido saliendo de la casa. Tan solo quedan 3 de los 16 que la habitaron. Por sus excompañeros brindaron y hasta se comieron las uvas. Por varias razones hicieron bien en poner solo 12. Primero porque la celebración con más de 12 uvas sería una sorpresa aún mayor que la comentada anteriomente. Pero, sobre todo, porque solo han sido expulsados 12, el último (Asraf) siendo el menos votado para ganar. No hay celebración para quien se va por la puerta de atrás.
Moleskine del gato
Ayer pudimos comprobar que Suso está haciendo estos días lo mismo que durante todo el concurso. Buena cara delante de Miriam, diciendo que se divierte con ella y la ve justa finalista. Luego, hablando a las cámaras sin que le vean los otros finalistas, dice sentir vergüenza de verla finalista y cosas similares. Reventado antes de conocer la decisión de la audiencia votante, Suso quema sus naves y demuestra que sigue siendo el mismo que al principio de la edición. Y, por cierto, la audiencia no le ha aupado hasta la final, como dice creer. Ha llegado hasta aquí por no haber sido nominado nunca. Y no lo fue por tener esta misma actitud: buena cara y bonitas palabras por delante, puñalada y desprecio máximo por detrás.
En este momento en que esperamos ver llegar las diez de la noche abro apartado de agradecimientos. Empiezo con un reconocimiento, más bien, a los seres no humanos que estuvieron en la casa algún tiempo, desde la avestruz hasta la vaca, pasando por un oso de peluche al que habría dado el premio sin dudar. Y ahora sí, aprovecho para agradecer una vez más el importante seguimiento de este blog. Gracias, de corazón, a todos por la fidelidad demostrada después de tanto que hemos vivido juntos. Necesito esa compañía que no me ha faltado nunca hasta ahora. También quiero agradecer a Jordina su apoyo diario en la cercanía. Y a mis jefas y compañeras (el femenino es por ser inclusivo, aunque en realidad son casi todas mujeres) por seguir soportándome y confiando en mí. Finalmente, aprovecho para felicitar a Xaxu, que aportó en estos meses un futuro nuevo seguidor.
Hoy tenemos una fiesta. Será el final de fiesta, aunque no sé si la fiesta final. Lo vamos a disfrutar. Enhorabuena a los premiados por adelantado. Y eso.