Y la rana dijo no
¿Le preocupaba a Hugo anoche quedar nominado? ¿Acaso estaba triste, cabizbajo y cejijunto por haber terminado abruptamente su relación con Ivana? ¿Le había producido retortijones de estómago el chocolate con churros de la prueba de recompensa y por eso andaba más serio que de costumbre? No, lo que en realidad provocaba todas las reacciones descritas era la inquietud por no saber si Ivana estaba embarazada. No se puede decir que la gala le viniera bien a Hugo. Es posible que haya perdido la opción de ganar por todo lo ocurrido desde que le sentaron junto a Ivana, solos en la palapa, para aclarar lo que había pasado entre ellos. Nadie le ha quitado nada, solo él es responsable de su torpeza. Fue él quien decidió hablarle a Jorge Javier en lugar de a Ivana. También quien no se dignó a mirar a esta a la cara prácticamente en ningún momento. Pero por lo menos una cosa le salió bien: la rana dijo no.
Ivana se hizo un test de embarazo en medio del programa y salió negativo. Estaba la concursante igual que el resto de la humanidad: deseando dar negativo. Hugo pudo respirar tranquilo, relajar su tenso rostro e incluso los esfínteres. Fueron minutos en los que tiró a la basura todo lo conseguido durante casi dos meses y medio. De manera cíclica, comenzó la semana teniendo sus peores momentos desde que comenzó la aventura de Supervivientes 2020, luego recuperó la confianza en sí mismo cuando volvía a hacer fuego y ganaba varias pruebas de recompensa. Anoche volvió la semana horribilis para Hugo. A Ivana le bastó con expresar sinceramente lo que piensa: “No entiendo nada, el sábado estás enamorado y dos días después me dejas, tras ganarte una prueba, se te fue todo el amor”. Solo con este comentario, tan demoledor como sincero, lo desarmó. El sentido común frente a lo inexplicable.
Porque nadie puede explicar sin sentir rubor las razones de Hugo. Por mucho que se desee su triunfo y permanezcan intactas las simpatías que muchos tenemos hacia él desde su participación en el otro reality. Imposible entender que llame egoísta a Ivana, lo cual no se colige ni siquiera por las cosas que cuenta. Al final va a ser Adara la culpable de esta ruptura también porque a Hugo le agobiaba tener siempre con Ivana la misma discusión sobre su expareja. La sombra de Adara es alargada e hizo que estos dos discutieran cuatro veces porque ella no entiende que hubiera perdonado a la madre de su hijo después de haberle hecho lo que le hizo. “Se lo expliqué 25 veces y ninguna lo entendió”, decía Hugo. ¿No eran cuatro? Pero Ivana tiene las cosas claras a pesar de su juventud. Porque hablando de sombras, esto que dijo sonó como una declaración de intenciones: “No vine aquí para ser la sombra de ningún hombre”. Pues olé tú.
Hugo está en su derecho de dejar la relación si así lo siente. Pero no puede decir que está enamorado y justificar que haya tomado esa decisión porque no tolera “ciertas cosas”. Si todo el reproche posible es que Ivana no entiende que perdonase a Adara y lo de la prueba del pepito de ternera parece que los niveles de tolerancia de Hugo están por los suelos. Como dijo Ivana: “Una persona enamorada no te deja por un bocadillo ni por perder una prueba”. También sobrevoló la sombra de Adara cuando dijo que cuando empezaron la relación vio en ella cosas que no le gustaban y las dejó pasar. Ahora no quiere que le vuelva a pasar lo mismo. Creo que eso se llama miedo, inseguridad y un poco de ese egoísmo con el que se le llena la boca acusando a Ivana.
Aunque más miedo parece que le tenía a algo que se habían tomado a broma los dos el sábado que les dieron meat balls para comer e hicieron de ‘La dama y el vagabundo’. El error de ese día no fue que Ivana aclarase que ella “era la dama” (lo cual se le supone) sino que Hugo repitiera “te amo” varias veces y que los dos quitasen importancia a las faltas de Ivana. No le había venido la regla, igual que le pasa a la mayoría de las chicas fértiles durante el concurso. A las no fértiles lo mismo, pero ahí hay menos sorpresa todavía. Lo que el sábado pasado era objeto de broma resulta que hizo a Ivana pedir hablar con el “doc” y expresar su deseo de hacerse una prueba de embarazo. Además, Hugo también decía estar preocupado.
Preocupado y, ya lo dije antes, serio, triste, cejijunto, además de tener retortijones, aunque eso insisto en que debió ser por el chocolate. Así estaba Hugo anoche ante la posibilidad de que Ivana estuviera embarazada. Pues bien, parafraseando a Sergio Dalma, el predictor no se tiñó de rosa. “Estaba muy preocupada porque tengo 24 años, soy una niñata y no me veo preparada para afrontar ser madre”, dijo Ivana. Todos contentos. Aunque Hugo no debería estarlo. Ayer le dio a Ivana un pasaporte a la final. Las lágrimas de esta, su dolor ante el fracaso en la relación, que expresara con abierta franqueza su dificultad para entender todo esto, hicieron que quedase mucho mejor que un Hugo ofuscado y huidizo, incapaz de mostrar ni una grieta en su decisión de dejar la relación. Ni siquiera le beneficia el inesperado apoyo de Elena y que haya aceptado partir de cero con ella, olvidando las viejas rencillas. Tan flexible para algunas cosas y tan inflexible con otras.
El momento emotivo de la noche: salió José Antonio
Podría haber resultado emocionante la charla entre Hugo e Ivana, pero solo vi emoción en las lágrimas de esta y la sensación de derrota e impotencia que transmitía. Ni una gota de emoción en un Hugo impenetrable, que anoche parecía querer dar la razón a aquellos que le pintaron de frío, lo cual siempre me pareció injusto y ahora me genera dudas. Porque el verdadero momento emotivo de la noche resultó ser la expulsión de José Antonio. Al periodista (que probablemente ni siquiera lo es) se le dan mejor los inventos que al profesor Franz de Copenhague del viejo TBO. A pesar de lo cual, ha sido de alguna manera el alma de los cayos Cochinos. Insoportable muchas veces, pero incansable generador de contenido. En este tiempo me he acostumbrado a sus tonterías y reconozco que me ha hecho reír una jartá.
Primero se salvó Jorge y luego Barranco, quien estaba convencido de que había llegado su hora. José Antonio se despidió cariñosamente de todos sus compañeros, a pesar de que nadie apostó por él. Su primer abrazo fue para Rocío, que minutos antes había dicho estar preocupada porque se fuera Barranco y prefería abiertamente la expulsión de José Antonio. Lo mismo dijeron todos, sin excepción. Pero él se lo tomó bien, sin resquemor de ningún tipo. No sé si es buen tipo o lo parece, pero coincido con Jorge Javier en que yo también lo quiero para mi equipo. José Antonio es de esos tipos, raras avis, que te resuelven un programa. Si se dejan a un lado las simpatías o antipatías que pueda suscitar, no hay espacio para la duda. Ha demostrado ser un monstruo televisivo, lo cual prueba que ya se puede ser periodista como higienista dental, porque lo importante es estar dotado para esto y que te quiera la cámara. Y, en esto, José Antonio es un auténtico superdotado que domina sorprendentemente el medio. Si eso es ahora no quiero pensar lo que será dentro de unos años. Espero que conserve ese punto naif al que tanto provecho saca.
Cuando Lara Álvarez advertía a los concursantes que entrasen en la palapa sin limpiarse se vieron las intenciones del programa. Querían, con acierto, que Hugo e Ivana discutieran con los chorretes de chocolate en sus rostros. O que a José Antonio se le corriera el chocolate con las lágrimas de su despedida igual que a las chicas se les corre el rímel, ese que no usan desde hace semanas en la isla. Y es que la recompensa de la prueba era comer chocolate con churros, pero se los tenían que dar a ciegas entre Hugo y Barranco (los ganadores), con José Antonio añadido por haberse quedado sin jugar el domingo. Luego pudieron rebañar el plato el resto de concursantes y todos terminaron pringando. No pudo ser todo más asqueroso, aunque por una vez reconozco que me hizo reír.
Observatorio de nominaciones
Ivana ganó la prueba de líder a Hugo, lo cual casa con la respuesta que le dio a este cuando dijo que era “ingobernable e inmanipulable”. “Yo también lo soy”, dijo Ivana. ¡Zasca! Lo mejor que podía hacer después de eso era ganar la prueba de líder.
Las primeras nominaciones de la unificación fueron así:
Jorge > Yiya y Ana María
Hugo > Yiya y Jorge
Yiya > Rocío y Jorge
Rocío > Yiya y Hugo
Elena > Rocío y Hugo
Barranco > Yiya y Hugo
Ana María > Yiya y Elena
Yiya y Hugo ya estaban nominados por el grupo, pero faltaba que la líder resolviera el empate entre Rocío y Jorge. Como Rocío tiene una flor en salva sea la parte, el elegido fue Jorge. Por su parte, Ivana nominó directamente a Elena.
Curioso que Hugo rectificase su voto a Jorge por Elena y luego volviera a su intención inicial de forma definitiva. Se arrepentiría si viera que Elena sí le había dado uno de sus dos puntos. Ella es muy de “a dios rogando y con el mazo dando”.
El gato responde
Alguien me decía esto ayer desde el escepticismo exacerbado:
Me vale la reflexión para poner un ejemplo concreto de anoche mismo. Si no hubiéramos visto hacer el sorteo en la prueba de los churros fácilmente pensaríamos que lo habían amañado a propósito. Lo digo porque el sorteo emparejó a Ana María con Rocío, Elena con Jorge y Yiya con Ivana. ¿Que no parecía hecho aposta?
Moleskine del gato
Que Ana María le quitase a Rocío el chocolate de las tetas con la lengua es otro motivo por el que me parece ver en esta concursante unas ganas tremendas de ser un personaje televisivo. Creo que quiere serlo a toda costa. Quiere ser una Rosa Benito, y si para ello le hace falta dejar a su marido lo hará del tirón. También es sarcástico que alguien quiera parecerse a la Benito.
Espero que José Antonio lave su camiseta pestilente antes de volver a España porque si no lo hace puede ser detenido en el control del aeropuerto por llevar en la maleta un arma de destrucción masiva.
Sigo dándole vueltas a las palabras de Ivana para contar que el test de embarazo había dado negativo. Dirigiéndose a Hugo dijo: “No estoy embarazada ni nada de eso”. ¿Nada de eso? Madre mía.