La sargento Laura encabeza el operativo. El objetivo es salvar a la soldado Miriam. Hugo y Yangyang son las víctimas, puesto que se tendrán que sentar mañana junto a ella en la sala de expulsiones. Solo pueden quedar dos, y deben asegurarse de que Miriam no es la tercera. El problema es que esta operación flaquea porque la sargento Laura no es suficientemente expeditiva. Quiere avanzar ganando posiciones de forma discreta y pausada. A la soldado Miriam le debió parecer demasiado conciliador que Laura estuviese charlando con Hugo por la mañana. Es partidaria de métodos más contundentes. Por eso arremete contra el uruguayo delante de los que hasta ahora eran enemigos. Le acusa de ser vago y egoísta. Está aparentemente muy ofendida.
Miriam se puso el cuchillo entre los dientes desde buena mañana y no lo soltó hasta la noche. Sus primeros ataques fueron a Hugo, para ir luego a por Yangyang. Primero la sometió a un machaque psicológico ayudada por Laura. Ya por la noche terminó de rematarla acusándola de menospreciar a los españoles. La jornada había sido intensa y satisfactoria. No puede salir mal la operación. La escasa contundencia de la sargento Laura fue corregida por una Miriam que no se anda con chiquitas. Ese ejército no es muy numeroso, pero puede lograr grandes cosas. Si acaso les queda aprender que es recomendable avanzar posiciones sin que el enemigo se dé cuenta. Laura y Miriam han sido descubiertas demasiado pronto.
También se les puede reprochar que sus métodos no son muy ortodoxos. Me atrevo a decir que la suya es una guerra sucia. Creo que esta es la mejor manera de definirlo. Sucio me pareció que Miriam fuese a degüello con Hugo solo porque se quejase la noche anterior de que no le estaban dejando dormir. Me extraña ese error en un tipo tan observador y que conoce tan bien este programa. Le consentimos la obsesión por dormir a Maite Galdeano porque a ella solo cabía ponerle un monumento, visto cómo había levantado su edición en un par de noches. Pero, normalmente, lo más amable que le decimos a quien se queja por no poder dormir es que se vaya a su casa a hacerlo plácidamente.
Una cosa es que Hugo sea poco participativo en general, aunque su sombra es alargada y casi siempre está observando desde algún rincón, y otra que ponga pegas a la diversión nocturna de los demás. Pero no parece razón suficiente para el ataque de Miriam ayer por la mañana. Lo entendí después, cuando vi su hoja de ruta. Hugo era aliado y amigo hasta el domingo. Esa noche supo que estaba nominada. Lo había supuesto, pero tal vez no terminó de creerlo hasta que fue oficial. Yangyang completa la terna de nominados y habría de ser su otra víctima.
Ayer dediqué casi todo mi escrito al cambio de actitud de Laura en estos últimos días. Con satisfacción escuché ayer a Hugo argumentos similares a los míos. No es lo mismo tener buena relación porque deben convivir con todos que hacer determinadas cosas. “Una cosa es aclarar el tema, lo cual es lícito, y la otra es aclarar el tema y lamer culos”, dijo Hugo. Tal cual. Si mi ejemplo fue que se dejase echar las cartas por Juan, el suyo tenía ese mismo protagonista, aunque en su caso se refería a que Laura había estado poniéndose la ropa del artista. Parece que llegó a ponerse la media de la cabeza. Me extrañaba que nadie lo hubiera hecho hasta ahora. Tanto que llegué a pensar que seguramente eso ya había sucedido y me lo perdí. Pues bien, ahora ya sé quién lo hizo este lunes. El cambio de actitud de Laura le chirrió a Hugo tanto como a este gato cronista. ¿A quién no?
Como dije antes, Laura y Hugo lo hablaron ayer en el porche del jardín, en torno a esa mesa que suelen utilizar para jugar a los chinos. Hugo estaba envuelto en una manta de emoticonos, pero no le costó destaparse y decirle con toda franqueza a Laura lo que pensaba. Ella negó su evidente y escandaloso cambio de actitud. Negar la mayor es boicotear la conversación de alguna manera. Con un tapón como ese la charla no fluye y se agota en sí misma bien pronto. Hugo estuvo tan cordial como sincero. Después lo habló con Rubén, el último apoyo que le queda. “No quiero nada con estas dos personas”, dijo. A Hugo no se le escapa una y se había dado cuenta del plan. Salvar a la soldado Miriam tiene sus efectos colaterales si para ello hay que traicionar a los que hasta ahora eran amigos bailando el agua de forma descarada a los que eran enemigos.
El cambio de bando de Laura y Miriam sería más evidente según avanzase el día. El minigrupo que formaban con Yangyang saltó por los aires cuando ambas fueron a por la china y la sometieron a un pavoroso machaque psicológico. Yangyang me produjo lástima ya entonces, aunque mucho más por la noche con el alegato de Miriam. Lejos queda aquel momento en que los únicos apoyos que tenía eran ellas dos. Recuerdo a Miriam tranquilizándola después de que dijera aquello de “soy china de ‘Lanzalote’, no española”, tan ofensivo para Carlota. “No vamos a cambiar contigo por un comentario desafortunado”, le decía Miriam. Luego era más contundente en el ‘confe’ afirmando que no la dejaría sola. Hasta ayer.
El intercambio psicológico de Yangyang con Laura y Miriam fue en realidad una manera de dejar a aquella en evidencia. El símil militar no me vale para esto porque aquí se pusieron la bata de expertas en Gran Hermano y colgaron por un rato las botas, despojándose del uniforme caqui. Laura y Miriam, las nuevas profesoras de una asignatura llamada ‘Gran Hermano’. Primera lección: aquí no se viene a ser famoso. Segunda lección: el maletín es importante, pero también la experiencia. La tercera lección fue en realidad un ejemplo práctico de cómo intentar eliminar a un contrario destacando todo lo malo mientras se le da apariencia de consejo bienintencionado. Es lo que hicieron la tarde de ayer las profesoras Laura y Miriam. Podía parecer una clase magistral, pero en realidad se trató de un rebuscado método de tortura. Me pareció hasta cruel lo que le estaban haciendo a una Yangyang medio indefensa, con serios problemas para comprender y no menos serios para expresarse de forma inteligible. Pero la chinita de ‘Lanzalote’ no es tonta y tuvo que ver cuáles eran las intenciones de sus compañeras.
Imposible que al espectador no le quedase claro el mensaje. Según Laura y Miriam, Yangyang ha ido a Gran Hermano a hacerse famosa, lo cual es una ofensa para los amantes del programa. Porque, claro, no es ese el objetivo de muchos concursantes. Por supuesto que no. Además, Yangyang no se relaciona con los demás mientras se dedica a labores de limpieza en la casa, lo cual hace para que la veamos. Es la primera a la que se le ha ocurrido tal cosa. Unos reproches se solapaban con otros porque ellas son perfectas y pueden ir dando lecciones de lo que se debe o no hacer en este concurso. La superioridad moral que evidenciaron ayer me da pavor. No bastaba con disolver el minigrupo y dejar a Yangyang sola, justo lo que Miriam dijo que no haría. Había que presentarla ante la audiencia como una concursante falsa e interesada. Y no tuvieron reparo en conseguirlo.
¿Por qué era Yangyang el segundo objetivo de Laura y Miriam? Muy sencillo, aparte de estar nominada junto a esta última escucharon el domingo a Alba, la espectadora que salvó a Laura, llamando falsa a Yangyang al decir que está haciendo un papel. Si fuera se la está viendo así no debían tardar en poner tierra de por medio con ella. Tal vez deberían pensar que es tan solo la opinión de una espectadora. No tiene que coincidir necesariamente con el sentir popular. Extraño que dos catedráticas de Gran Hermano como ellas no lo entendieran así. Sea como fuere había que rematar la faena y terminar de hundir a Yangyang. Todavía quedaba un último cartucho en la recámara. Por la noche hubo alegatos.
Hugo en su alegato agradeció a la audiencia por salvarlo la semana pasada, pidió que renovásemos nuestra confianza en él y se pintó como auténtico y coherente. “No voy regalando sonrisas ni nada forzado”, dijo Hugo. Yangyang dio gracias por haber entrado en la casa y quiso aclarar que no es falsa. Más en concreto dijo: “Yo no soy papelón, ¿vale?”. Miriam tuvo el último turno y en lugar de hablar de ella se dedicó a contestar los alegatos anteriores. “Me gustaría quedarme en la casa porque creo que soy de las personas más sinceras que hay aquí dentro”, empezó diciendo Miriam. Sincera, pero no muy humilde, por lo visto. Hasta en esto tenía que mostrar superioridad dejando a los demás a la altura del betún. Seguía con la ridiculización de los alegatos anteriores: “No necesito agradecer a España o a Gran Hermano la oportunidad de quedarme aquí, porque creo que mi manera de agradecerlo (lo siento por ti, Yang) es no denigrando a los ciudadanos españoles, ni hombres ni mujeres, porque es cuando pierdes todo lo de dar las gracias. Y van varios comentarios que no me gustan nada hacia los españoles”.
La paradoja de este Gran Hermano va a ser que el negro y la china vayan a terminar quedando de racistas mientras los demás se van de rositas. Los comentarios a los que se refiere Miriam son el antiguo de “soy chinita de ‘Lanzalote’, no española” cuando le preguntó Gabaldón si haría ‘edredoning’, y uno de horas antes. Según afirma Miriam y confirma Maico, Yangyang dijo que los chinos son más limpios que los españoles porque cada día hacen limpieza en sus casas. Ella lo negaba anoche delante de esos dos compañeros. Está claro que Miriam no se refería solo a esto. Por algo dice “ni hombres ni mujeres”. También es por el otro comentario, precisamente aquel por el que Miriam aseguró que no la dejaría sola y ya le había quitado importancia delante de ella.
No sé si Yangyang dijo eso, pero no me escandaliza nada. Un amigo italiano me ha dicho cien veces que allí nadie baja en bata o en chándal a comprar el pan. Supongo que todos van con modelos de alta costura milanesa. Cuando me lo dice sonrío y entiendo su orgullo de ser italiano, aunque lleve en Madrid más tiempo que la chincheta del calendario. Solo si yo quisiera dejar a mi amigo en mal lugar haría una interpretación diferente. Esto le pasó ayer a Miriam, obcecada en acabar con su rival por KO técnico. Ella quiere que Yangyang llegue a la sala de expulsiones con respiración asistida, aunque está convencida de que será Hugo el expulsado. Dos pájaros de un tiro, pensará. Uno fuera de casa y la otra fuera de combate.
Lo más curioso es que la misma Miriam que anoche aprovechaba el directo en los alegatos para sacar esto de Yangyang ha criticado a Hugo por hacer algo parecido con Cristian durante las últimas nominaciones. Todos lo censuraron por eso, y anoche callaron ante lo de Miriam. De todos modos, me pareció una nimiedad al lado de lo que le dijo después. “Llevas diez años en España y en lugar de estar orgullosa de ser española sigues orgullosa de ser china”, le soltó Miriam a Yangyang. Y es que, amigos lectores, Miriam en los juegos del hambre soltaba una bomba nuclear el primer día y acababa pronto con las tonterías. Que le den el premio ya. Su lista de damnificados puede ser interminable.
Aparte de los alegatos, les dieron la oportunidad a todos, excepto los nominados, de cambiar su posicionamiento del pasado domingo. Laura había afirmado por la tarde que si fueran los posicionamientos ahora no se pondría contra Yangyang, sino contra Hugo. Por la noche nadie se movió, tampoco ella. Eso sí, luego se justificaba diciendo que había estado a punto de levantarse, pero finalmente no lo había hecho. ¡Mecachis!
Moleskine del gato
Si Miriam llega a ver el vídeo de la prueba de cámara en el casting de Yangyang se queda sin palabras al comprobar como deja claro que quisiera tener las dos nacionalidades, española y china, porque le encanta España.
Se escucharon ayer los primeros gritos del exterior. “Petra falsa” y “Mina falsa” parece que fueron los mensajes. Entre esto y si Hugo se salva mañana, veo a Miriam y Laura volviendo a cambiar de bando en menos que canta un gallo.
Mañana entrará en la casa Laura, la novia de Cristian, para abrir la sala de los encuentros y poder ver completo lo que dijo su novio y censuró Hugo. Si será tan fuerte que no lo hemos podido ver entero. Parece que lo haremos si ella lo decide. Y no dudo de que dirá que sí. De este salseo puede salir algo interesante. Si alguien falta por darle la razón a Hugo en esto igual es mañana el momento.