Los concursantes deberían saber que cuando están nominados la suerte está echada. Alea jacta est, los dados rodando están, no es momento para intentar pararlos ni cambiar el destino. Una cierta resignación es recomendable. Cualquier cosa menos forzar la situación. Mina está haciendo todo lo que se le ocurre para intentar salvar la expulsión. Lo hace contra reloj, con la prisa impuesta por lo cercano de la fecha en que se ejecutará esta sentencia. La audiencia no es tonta y se da cuenta perfectamente cuando un nominado pretende forzar la situación. Y no gustan nada los cambios de actitud en estos casos. Concursantes muy activos que estando nominados desaparecen paralizados por el miedo a ser expulsados contra aquellos que se destapan y reclaman un protagonismo que no han tenido nunca. Los cambios son de todo tipo, está visto.
El miedo a la expulsión justifica estos cambios de los que hablo, aunque veo la casa de Guadalix condicionada ahora mismo por otro sentimiento: el estupor. Estupor e impotencia ante un concursante a quien empiezan a temer por invencible. Esa apariencia les lleva a hacer todo tipo de conjeturas para salir del estupor y explicar aquello que no terminan de comprender. Hasta la realidad más meridiana se hace borrosa ante sus ojos. No quieren creer lo que ven, por lo cual buscan explicaciones de todo tipo. Cualquier cosa vale, por absurda que sea. El estupor, en este caso, es una fase previa al miedo, y afecta a casi todos.
Hugo es la bestia negra, ese espejismo que deben conjurar. El fantasma que se les aparece como una auténtica pesadilla. En las horas previas a la noche de Halloween nada puede producir más temor en esa casa que esta amenaza fantasma fuera de todo control. Nada pueden hacer los muertos vivientes frente a algunos vivos tocados con la varita de la inmortalidad. Me refiero a la inmortalidad en el juego, claro está. No terminan de creer que un concursante haya pasado de salvar la expulsión frente a Yolanda con un 47,3 % de los votos a no llegar al 1 % (el porcentaje que vio la casa fue un 0,8 %, que subió después hasta el 1,5 % al menos) frente a Laura y Maico, obteniendo entremedias un 11,9 % frente a Miriam y Yangyang. La evolución es bastante elocuente.
Es cierto que les faltan algunos datos. Por ejemplo, desconocen que cuando estuvo a punto de salir en la segunda expulsión, primera votada por la audiencia, todavía no podíamos ver la casa minuto a minuto. En realidad, también desconocen que la pasada semana fue el menos votado, con ese porcentaje tan exiguo, pero la otra opción es que perteneciera a Maico. Para el caso es lo mismo, solo cambiaría de cara el fantasma que provoca el estupor generalizado, antesala del miedo. ¿Qué hacen para hacer desaparecer ese fantasma de su cabeza? Muy sencillo, buscar una explicación. Por ejemplo, que las votaciones están siendo en positivo, lo cual hace menos ofensivo un porcentaje bajo. No es lo mismo que un nominado solo reciba un voto negativo de cada cien que alguien no tenga apenas apoyo entre la audiencia. Esta forma de darle la vuelta a la tortilla no sería un disparate de no ser porque llevamos 18 ediciones (más 5 VIP) votando para expulsar. Es así salvo en la final, que se vota para elegir un ganador.
Salvo en Gran Hermano 7, siempre se ha votado en negativo, y solo en negativo. El experimento del doble voto, positivo y negativo, en esa edición no ha sido repetido. Ni siendo experto en álgebra y cálculo se hace fácil explicar la particularidad de una doble votación como esa. Antes y después siempre se ha votado en negativo, pese a lo cual siempre hay algún concursante que plantea esa duda. En este caso es fruto del estupor. Buscan alguna explicación para conjurar sus miedos. Otra teoría del absurdo formulada ayer por Daniel es que les están poniendo los porcentajes invertidos y el día de la expulsión les dan la vuelta. Sospecho que ni él mismo sabía lo que estaba diciendo, pero la teoría dejó a Mina pensativa, puede que algo más tranquila incluso.
Cualquier cosa vale antes de admitir que alguien les está ganando la partida. Además, por mucho que les cueste reconocerlo, lo está haciendo sin malas artes, de forma bastante pasiva, sin intentar mover los dados cuando están rodando sobre la mesa. Para más inri, sus dos colegas están salvando el pescuezo también. Maico ha vuelto de la sala de expulsiones las dos últimas semanas. Primero solo, cantando el ‘Tanti auguri a te’ a Hugo por su cumpleaños, y luego flanqueando a este. Por si esto fuera poco, Rubén no ha salido todavía a la palestra, aunque si hacemos caso a lo que él dice está deseando quedar expuesto a la decisión de la audiencia.
“Yo creo que a estos tíos les están salvando porque la gente quiere polémica, pero se cansarán y le van a sacar de aquí pronto”, decía el otro día Gabaldón. Ahora posiblemente ya no piense lo mismo. Está pasando una cierta crisis que no termina de explicar a nadie. Ayer le preguntaba Carlos si le pasa algo porque le ve algo más despegado de su grupo. Gabaldón respondía que no es nada con él ni con Cristian, sin aclarar nada más. Creo que no dijo toda la verdad. Por la noche en el dormitorio asistía como convidado de piedra a una conversación entre Rubén y Hugo en la que aquel expresaba su enfado fundamentalmente en contra de Mina. Gabaldón permaneció callado. ¿Cómo era aquello? El que calla otorga, eso es.
Luego Gabaldón contaba que está reseteándose. ¡Ay, madre! Qué peligro tiene la cosa. Hugo supo explicarlo mejor, convirtiendo el supuesto reseteo en una fase de limpieza. Tras ese túnel de lavado en el que parece estar Gabaldón se ve la luz. Y recortada contra la luz creo que está viendo la silueta de Mina. Tal vez me equivoque, pero es mi sospecha, cada vez más firme. Gabaldón puede dejar de nominar a Hugo, tal vez a Maico también si se salva de nuevo. Mina puede ser uno de sus nuevos objetivos. De momento, está en fase de reseteo y concentrando su odio contra Carlos Lozano. Este es de esos concursantes que necesitan tener siempre una bestia negra. Ahora es el invitado, al que no puede soportar.
Es algo bastante generalizado en la casa. No se termina de entender que siga alguien de fuera intentando teledirigirlos. Debo decir que la labor de Lozano ha sido implacable en los primeros días. Movió el avispero ganándose el sueldo, mientras Aly y Kiko hacían bulto. Pero a estas alturas Lozano parece incómodo y los demás también. Ayer decía el casi ganador de Gran Hermano VIP 4: “Es que ya no les soporto a la mayoría”. Es recíproco, mucho me temo. Unos se han atrevido a decírselo y otros no. “Ya no pintas nada aquí”, le dijo amablemente Hugo. Gabaldón no ha podido ser más claro, pero sí menos diplomático. Junto a Carlos Lozano saltan las chispas. Ayer varios le preguntaron por qué no había querido posicionarse el domingo. Tampoco lo han entendido bien. Hasta Alyson parece cansada de Lozano.
Gabaldón lo expresaba con bastante claridad: “Este concurso es nuestro y no entiendo que esta persona siga intentando dirigirnos”. No le falta razón. Ahora ya está de más, los que están en juego deben seguir su camino, equivocándose o acertando ellos solos. Aunque sería injusto no reconocer que las visitas han dado un vuelco impagable a la casa, justo lo que necesitaba. No hace falta más. Se me antoja extremadamente interesante observar la evolución de algunos concursantes, cada uno con sus procesos de limpieza, reseteo o como quieran llamarlo. Si Mina no sale este jueves sospecho que puede convertirse en nuevo objeto principal en las nominaciones de muchos. A saber: acumula en su contra el voto de Hugo y sus amigos, los de Pilar y Miguel, además de que pueda sumarse algún otro, como el de Gabaldón.
No lo está poniendo fácil Mina. Su torpe estrategia de hacerse más visible para evitar ser expulsada puede ser contraproducente. Como en ese juego de los hipopótamos que hay que golpear cuando asoman la cabeza, Mina puede recibir su propia medicina si sigue con su empeño de dejar mal a casi todos los demás para lucir más y mejor ella. Si algo no se le puede reprochar es que no esté echando toda la carne en el asador, pero tal vez debiera bajar el fuego para evitar salir chamuscada de esta. Nada parece pararla, y hasta arremete contra Yangyang sin estar nominada. Lo hace de forma sutil supuestamente, pero se le ve demasiado el plumero. Lanza pullitas a Yangyang que esta parece no captar. Digo parece, solo parece. “No eres tonta, yo creo que eres más bien lista”, le decía ayer. Luego le recomendaba extrañamente que no insistiera con lo de Hugo. Después de azuzarla para que se lanzase me sorprende este cambio. Si bien añadió que “es el juego de Hugo”. ¿Perdón? Eso sí que es cínico. Es el juego de Yangyang, a quien veo forzando claramente este fake de carpeta, con la ayuda de quienes la han estado azuzando, principalmente la propia Mina.
El problema no es solo que la audiencia rechace que un concursante cambie de actitud por estar nominado. Peor que Mina resulte tan pesada y pagada de sí misma. Siento decirlo, pero me parece inaguantable. Todo el santo día intentando quedar de divina mientras tira por tierra a casi todos, con la excepción de Carlos y Cristian. “Recuerda, número dos”, le decía Laura en su despedida. Se refería a ellos dos, según parece. Posiblemente los únicos a salvo de esta concursante estajanovista, que anda a pico y pala en contra de todos los demás. Ayer Mina no paró hasta pedir explicaciones a aquellos que se posicionaron en su contra la noche del domingo. Con Miguel no fue bien la cosa, y casi le obligó a poner más gravedad a su argumento de que es demasiado correcta. Pero la gran discusión vino por la noche con Rubén.
Mina lleva todo el concurso diciendo que Rubén está influenciado por Hugo. Aún más, el otro día hablando con Gabaldón afirmaba: “Rubén es una marioneta de Hugo”, lo cual quedó suavizado por su contertulio, que respondía: “Sin Hugo sería mejor”. No era la primera vez que Mina expresaba esa opinión, ni mucho menos. Pues bien, anoche negaba haber dicho tal cosa. Rubén salió airoso de esta discusión con Mina, pero flaqueó frente a Carlos y Cristian. Mala cosa tener que hacer frente a un dos contra uno, pero es que Rubén se pierde a veces en la confrontación dialéctica. Posiblemente porque no quiere abrir más frentes. Ayer bien podía haber terminado arremetiendo contra los dos defensores de Mina.
Al final la cosa terminó con Cristian enfrentándose a Maico y este pasando de su cara. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Lo de Maico es una versión extrema y refinada de esto. Cuando alguien te ofende no hay nada que importune más que sonreír. Pues bien, Maico no hace solamente eso, sino que añade humildemente aquello de: “No tengo nada que decir. Escucho y aprendo de lo que me dicen”. Carlota va a explotar cualquier día escuchando a Maico decir eso. Semana a semana ella va dando más gravedad a sus razones para posicionarse en contra del italiano, rozando la falta de respeto en el más puro estilo broncas y follonero. ¿Qué esperar de quien afirma que las mayores peleas las ha tenido en discotecas?
Parecidos razonables
Me atrevo a dejar constancia gráfica del parecido más repetido en redes sociales. Por aclamación popular, Daniel como Dobby. Pido perdón públicamente al personaje de Harry Potter por la comparación.
Moleskine del gato
Se está dibujando crisis en la primera carpeta sin carpeteras en la historia de Gran Hermano. Carlota tiene como confidente a Gabaldón, a quien está dando la chapa sobre el tema. El pobre anda entre dos aguas, hablando también con José María. Por lo que me ha parecido entender, Carlota empieza a estar cansada de sus gestos egoístas y también de ciertos comportamientos algo infantiles. Aunque luego José María se vuelve a ganar a Carlota cuando responde a una de las borderías de esta con un “te quiero”. La conversación a altas horas de la madrugada de lunes a martes fue mucho más allá, pero no soy capaz de sacar muchas más conclusiones de lo que dice Carlota. No me pidan tanto.