Toda la madrugada y nada de nada
No respondo de lo que voy a escribir a continuación porque he pasado una noche toledana esperando que suceda algo capaz de justificar la estancia de Gianmarco esta noche en la casa y aún estoy sin dormir. Hoy no toca. Ya aviso que me ha pasado como cuando vi la película ‘Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos’. Toda la película esperando el primer polvo con Jane de ese Tarzán mazado y peinado de peluquería, al que solo le faltaba calzar mocasines castellanos, y termina sin cumplir tan mínima expectativa. Ver esa película esperando ayuntamiento es como esperar que una porno termine en boda. En definitiva, que hasta ahora (7 y media de la mañana) solo se han visto abracitos. De edredoning ni hablamos, todavía no se han acostado.
Luego volveré a lo de esta madrugada, bastante surrealista por demás. Ya aviso que mi escena preferida ha sido cuando en el cuarto de baño han sometido las cuatro chicas a Gianmarco a una especie de tercer grado que ni Perry Mason (esta referencia televisiva no es para ‘millennials’, ni siquiera para ‘millennials wannabe’). Pero vayamos por partes, como diría Jack el Destripador. Fue la noche de los encuentros y subieron a la casa Hugo Castejón (también conocido como el buho) y Gianmarco Onestini (al que me gusta llamar piadinas, no hace falta explicar por qué). También estuvieron los jefes de campaña: El Cejas (más nombrado como El Cejas), Irene Junquera (Veggie Junqui), Joao (presunto maestro) y Anabel Pantoja (de los Pantoja de toda la vida).
No nos llamemos a engaño, la mayoría de las visitas fueron a beneficio de inventario, puro relleno, la borra de los colchones antiguos. O sea, hicieron bulto y poco más. Porque el plato fuerte estaba previsto que fueran Hugo y Gianmarco, pero no la pareja de moda. No era esta vez Hugo Sierra sino Castejón, que la otra dupla ya fue siete días antes. En interés del italiano era su encuentro con Adara. El de Hugo lo mismo. En esto hay que dar la razón a los adaristas porque el protagonismo de su favorita está muy por encima que el del resto de finalistas. Otra cosa es que a veces el protagonismo no convenga. Que se lo digan a Bin Laden, que Alá tenga consigo. Por poner un ejemplo, pero repito la primera frase de este escrito, hoy me deben hacer menos caso que de costumbre. Todavía menos.
Hablando de protagonismo, Hugo tuvo su ración anoche. Salvo error u omisión se encontró con Noemí, Mila y Alba, para terminar la noche junto a Adara, aunque a ella no la vio en esa sala de expulsiones reconvertida en lugar de encuentros. Teóricamente pretendían resolver conflictos, pero el lector y yo esperábamos collejas virtuales. Hugo dijo que volver a la casa era una experiencia agridulce. “Como el cerdo de los chinos”, puntualizó. Lo cierto es que estuvo menos disperso que otras veces. La experiencia le ha permitido concretar e ir al grano, lo cual beneficia a su discurso. No pretendan hacer entender nada a Noemí porque es esfuerzo en vano. Viéndose en el monitor regando de vinagre el zumo de naranja se reía divertida y satisfecha con su despreciable hazaña. No digo más.
Se agarró Noemí a dos explicaciones peregrinas respecto a lo del vinagre. A saber: que no era arsénico y que lo debió notar. En lo primero coincide con quienes la defendieron diciendo eso mismo. Sobre lo de no darse cuenta, en lo que tuvo el apoyo de Carlos Sobera, está claro que ninguno de ellos ha pasado la experiencia de una cena a ciegas. En Futuroscope, el anticuado parque temático francés que un día pretendió ser paradigma de lo moderno, hay una atracción (tal vez la única interesante) que consiste en vivir la experiencia de un invidente. Un grupo dando vueltas a una sala negra y con los ojos tapados convencido de que viajan en barco. Puedo asegurar que se mueve el barco y hasta termina pareciendo que oliera al salitre del mar. Pero más fuerte es la experiencia sensitiva de la comida.
En GH 9 hicieron una cena a ciegas y pudimos ver como no identificaban ni un solo alimento. He visto comer excrementos con gusto y confundir bogavante con pollo. El sentido del gusto se anula de manera importante cuando falta el de la vista. Estoy hablando de los que vemos, porque con el invidente pasa todo lo contrario, tiene el resto de sentidos particularmente refinados. Decir que Hugo tuvo que darse cuenta de que el zumo contenía un generoso chorro de vinagre es no haber estado, ni presenciado, una cena a ciegas. Por otro lado, todavía la sal en el café en difícil de disimular, pero el zumo de los cítricos es tan ácido como el vinagre, que solo hace potenciar esa acidez mezclándose ambos líquidos de forma bastante disimulada.
Todo lo anterior lo cuento sin haber dormido, lo cual me tiene bastante estupefacto. En todo caso, Noemí consideró oportuno disculparse con Hugo por mentar el mal parto de su madre, pero no por poner en riesgo su salud. Tampoco es ninguna exageración esto que dice el exconcursante sobre intoxicarle. Imaginemos que fuera alérgico al vinagre. Es como si con Noemí hubieran vertido almendra rallada a su crema de zanahoria (Bunki hecho puré). Siendo, como es, alérgica a los frutos secos, las consecuencias hubieran podido ser fatales. Y las almendras tampoco son arsénico.
Me encanta recordar pasajes pasados ahora que llegamos al final de la edición. También lo intentó hacer Hugo con Mila, pero no se dejó. Ella debe pensar que le queda bien, pero pocas cosas he visto tan artificiales como sus sollozos y los intentos de mostrarse afectada después de haber tenido un encuentro, por no decir encontronazo, con Hugo. Como actriz no habría hecho carrera, desde luego. Así que tuvimos que poner nuestras esperanzas de jarana con Alba, aunque en realidad no llegaría hasta ver a Adara. Alba se sigue confirmando como una rara avis en esa casa, la concursante que mejor ha sabido reinventarse haciendo un muy buen final de concurso. Anoche lo demostró de nuevo.
Las disculpas con fórmula “si algo te ha molestado” son tan falsas como poco sentidas. Tengo dicho que es absurdo condicionar la disculpa a lo que haya sentido el otro en lugar de basarse en una reflexión propia. Solo así se demuestra ser capaz de cambiar y empatizar con el prójimo. Anoche solo Alba supo hacerlo y se disculpó aparentemente de forma sincera. Su actitud fue, con diferencia, lo mejor de la noche. Asumiendo errores y entendiendo que lo sucedido en la casa no ha de trascender fuera. El propio Hugo destacó la diferencia entre Alba y el resto, aceptando sus disculpas y compartiendo con ella lo dicho. Solo vi fallar a Alba cuando dijo: “A la gente que quiero le hago el koala”. En GH VIP hacer el koala significa una traición de última hora.
Y llegó el plato fuerte de la noche, a mi gusto bastante más entretenido que lo de Gianmarco y Adara. Me refiero al encuentro de esta con Hugo. Lo siento mucho, pero la languidez de preadolescentes que demuestra la pareja me da una pereza máxima. Esas conversaciones llenas de vaguedades y silencios incómodos. La nada solidificada que emanan dos personas que juntas parecen no sumar más de media neurona. Con Hugo ya se notó esto. Le pusieron a Adara el vídeo (más bien audio) de los momentos previos a entrar en la sala de expulsiones con Joao. Ese en el que dice de Hugo que “me da asco” y otras lindezas que evitaré repetir por enésima vez. Y se quedó tan pancha.
Dice Adara que eso mismo se lo dijo después a Hugo. ¿Seguro que todo? De nada sirvió que Hugo le pusiera en contexto la grabación explicando que al día siguiente pasaron horas en el búnker y hablaron de intimidades como dos grandes amigos. La misma camaradería tuvieron un día después. Un día y dos después de decir esas cosas sobre él a Joao. Esto le daba igual porque Adara ya había decidido cubrir su actitud incoherente y desleal con gritos exagerados y su ya típico “sinvergüenza”, al que acude cada vez que se ve en un aprieto.
Intentó Adara aprovechar en su favor que Hugo la hubiera acusado de jugar con la gente, incluso con gente de su familia. Está claro que se refería al otro Hugo, padre de su hijo. Ni siquiera me parece algo inconveniente si tenemos en cuenta que Hugo Sierra es parte de este concurso. Y no solo porque Adara lleve hablando de él tres meses. ¡Que estuvo ahí mismo el jueves pasado! No entiendo dónde está la ofensa. Adara no ha sido clara y ha ido dando bandazos igualmente con un Hugo y otro, aunque está claro que la deslealtad hacia su compañero de concurso es una nimiedad al lado de lo relativo a su compañero de vida. Aunque creo que debería decir excompañero.
Adara piensa ahora que debió decir a Gianmarco que la esperase porque eso es lo que deseaba. Entonces dijo que llevaba un pelo de macarra y ayer le encantaba. Le dio hace una semana un beso a Hugo y ahora dice que fue él quien lo hizo y le parecía feo rechazarlo. Aclara que tampoco afirmó que le gustara el beso, aunque salió arrobada diciendo “Hugo me ha morreado”. Al poco de encontrarse con Gianmarco confesaba a sus compañeras que ese es el hombre que le gusta y ya tiene hecha su elección. O sea, lo de salir y hablar con los dos tranquilamente ya está olvidado. Quiere decir que aquello de no hacer daño a nadie se lo pasa por el forro siempre que le place. Está claro que puede ganar Adara, a pesar de lo cual debo repetir lo dicho en estas últimas semanas: el que la entienda que la compre. Yo, sintiéndolo mucho, no entiendo nada.
No entiendo que ahora diga que el jueves Hugo la besó de una manera que no la ha besado nunca antes. “Ni siquiera en el aeropuerto me besó así”, afirma. A ver, sin entrar en pormenores porque nadie está en sus bocas, pero en el vídeo que ella misma colgó en Instagram se puede ver un beso de amor. Diferente al del pasado jueves, entre otras cosas porque Hugo sostiene en su brazo derecho al pequeño que tienen en común. No puede abrazarla, por tanto. Casi todo en Adara es un misterio. Ahora dice que sus problemas de pareja, la falta de pasión, es anterior al embarazo y no consecuencia del mismo. Recuerdo a Alba relacionando hace días ambas cosas sin que Adara dijera nada, pero ahora sí. Ahora bien, o las fechas no cuadran o la pareja siempre estuvo en crisis.
Si la pareja entre Adara y Hugo no llevan juntos ni dos años, el pequeño tiene diez meses y a eso le sumamos otros nueve meses de embarazo, me sale que hace más de año y medio ella ya echaba en falta pasión en su pareja. Poco duró la cosa, por tanto. Tras el encuentro de Adara y Gianmarco a solas fueron con el resto para pasar la noche ahí porque la audiencia (¡oh, sorpresa!) lo eligió a él por un porcentaje exagerado cercano al 80 % de los votos. Como conté antes, en el cuarto de baño hablaba con Adara delante de las otras tres finalistas, que participaban haciendo una especie de interrogatorio a Gianmarco. Entonces (bueno, antes también, y después) fue mucho más duro con ella de lo que ha sido nunca este gato.
Gianmarco reprochó a Adara haber sido tan cambiante y haber jugado con sus sentimientos. “Has ido dando bandazos”, dijo el italiano. Como ejemplo, cuando escribió en el blog que quería tener otro hijo con Hugo y cinco días después reveló en el ‘confe’ que no sentía deseo por ella y que era infeliz. No parecía dispuesto a tener una noche romántica. Diría que había ido a hacer un reproche tras otro. Supongo que esto habrá enfadado a la audiencia adarista, la misma que tan ofendida está porque quienes comentamos el programa digamos lo que nos da la gana de esta concursante igual que del resto.
Corea central
He perdido a la pareja, no sé dónde andan ahora. Ya amaneció. Igual esta noche hay sorpresas, pero ni aguantando toda la madrugada he tenido la suerte de verlo. Estoy como tras ver ‘Greystoke’.
Moleskine del gato
Esta noche tenemos una fiesta, con Jordi González como maestro de ceremonias. No lo será tanto para una de las finalistas porque su historia terminará hoy. Tendrá que salir de la casa la menos votada y lo hará con el orgullo de no haber sido expulsada nunca, y al tiempo con la humillación de no haber llegado hasta el último día. El cuarto puesto es el peor de todos.