La sorpresa del día llegaba a la hora de irse a dormir. Bajo las sábanas se apreciaba movimiento inequívoco. Eran Meri y Alain, que un rato antes habían tenido una conversación ‘interruptus’ durante la fiesta. Alain le había dicho a Meri que quería hablar con ella. Al final lo hicieron, aunque fue más bien Meri la que habló. Después de un rato él se escapó con la excusita de poner más hielo en su copa. Sospecho que se hubiera puesto hielo en las sienes para descansar de tanto estrés. Ya sabemos que al francés le desagrada cualquier cosa que huela a conflicto, salvo si hay comida de por medio y si le afecta de forma particularmente directa. Si le afecta un poco, así como de refilón, se la sopla igualmente, con perdón de la expresión. Pero es que, claro, si estoy dispuesto a relatar el traqueteo bajo un edredón no se puede esperar de mí mucha sutileza.
En cualquier caso, intentaré evitar lo explícito, aunque también es cierto que sería hablar de oídas. Lo digo porque ver, lo que se dice ver, no vimos casi nada. Pero el audio. ¡Bendito audio! Siempre me acuerdo cuando ante la primera hora sin cámaras preguntaba Kiko Hernández que era eso de “con audio”, y Patricia Ledesma respondía con bastante gracia simulando unos jadeos casi igual de bien que Meg Ryan en ‘Cuando Harry encontró a Sally’. Vuelvo a la conversación interrumpida por la urgencia de enfriar la copa que tuvo de forma repentina Alain. Un rato más tarde lo que parecía urgirle era que Meri calentase su lado de la cama. La finta le dio resultado y no siguieron después la conversación, al menos que se viera.
Se me vislumbra que Alain quiso evitar que Meri le siguiese hablando de Clara, y no precisamente bien. Es su monotema estos días. Por la tarde la estuvo calentando la cabeza a Adara con lo mismo y su manía de pedir constantemente confirmación sobre aquellas cosas que piensa. También quiere que le confirmen lo vivido, aunque solo estuviera ella presente. Adara comenzó asintiendo y dándole algún consejo, pero llegado el momento de la enésima repetición en bucle permanente sobre lo mismo ya solo escuchaba y movía la cabeza afirmativamente de forma tan leve que apenas resultaba perceptible. Alain huye de los conflictos, y seguramente pensó que solo escuchar las quejas de Meri sobre Clara suponía un peligro. Como concursante ha demostrad ser cualquier cosa menos valiente, por lo cual no puede extrañarme.
Lo que no rehuía Alain un rato más tarde era el ayuntamiento carnal en la cama. Inesperadamente, Meri se acercó y luego vinieron besos, seguramente algunos trabajos manuales entre otros acercamientos de distinto tipo. A falta de cámaras bajo las sábanas tenemos el relato posterior de Meri. No detalló esos acercamientos, lo cual he de agradecer, pero al menos sabemos que fueron más que besos. Siempre y cuando decidamos creer a Meri, porque versión de Alain no tenemos todavía. Conociéndole no estaría seguro de que vayamos a tenerla, aunque no me cabe duda de que Meri se sobrepondrá a la infinita vergüenza que la embargaba anoche y en algún momento le pedirá explicaciones. Desde hace un par de horas (cuando escribo estas líneas) se está rifando un reproche, y lleva el nombre de su destinatario grabado a fuego.
Con toda la precaución imaginable voy a comentar este episodio basándome en lo que le explicó Meri a Bea después. Repito que Alain no ha dicho esta boca es mía porque después de quedar supuestamente aliviado pasó lo que suele en estos casos: se quedó dormido. Es parte del reproche pendiente, porque la preocupación hacía que Meri fuese incapaz de dormir. Igual es que el final no fue igual de feliz para ambas partes. En todo caso, ambos vivieron finales diferentes y no intentaría yo convencer a la muchacha de lo normal que es encontrar reacciones distintas ante un mismo hecho. El resumen de la charla entre las dos amigas es que Meri estaba hundida, avergonzada, preocupada, decepcionada y herida. Podría seguir, pero como resumen ya basta.
Buscando la nota habría de explicar por qué ese estado de ánimo. Meri dio unas cuantas claves, pero igualmente obligan a entrar en el terreno de la conjetura y no salir de ahí. De nuevo intento resumir con dos cosas dichas por Meri en distintos momentos de la charla a la que me refiero. Lo primero es que Alain quiso que nadie se enterase de lo sucedido. Decía Bea: “Espero que te dé alguna explicación mañana. Si no, acabará de demostrar que vamos…”. Y respondía Meri: “Pero qué explicación me va a dar si estaba rallado y no quiere que lo viese nadie, que nadie se enterase”. Lo segundo es que Alain le dijo a Meri algo así como “no quiero hacerte daño”. Una cosa sin la otra despistaría más que nada, pero si las relacionamos al menos podemos descartar alguna que otra opción.
Alain no quiere que nadie se entere de los meneos habidos. Bueno, puede querer mantener el secreto, tal vez siguiendo el ejemplo de Rodrigo y Bea, quienes durante días se estuvieron besando sin contárselo a nadie. De momento, Meri no ha respetado mucho el deseo de Alain, teniendo en cuenta que sabemos todo esto porque lo ha contado. Podría haberlo verbalizado como en un rezo, igual que hace Noelia. Pero no, se lo contó a Bea, como ya he dicho. Me hace pensar que la intención de Alain no tiene mucho que ver con la de Rodrigo y Bea, especialmente por lo que es, en mi opinión, lo más importante de lo relatado por Meri. “No quiero hacerte daño”, parece que le dijo después de todo. Esto suena mucho a si te he visto no me acuerdo. Es más, no me extrañaría nada que mañana Alain alegase amnesia transitoria y le echase la culpa al alcohol.
No quiero cargar las tintas contra Alain porque insisto que me falta escuchar su versión. Además, los susurrados de Meri me generan muchas dudas. Dice ella: “Demasiado heavy porque ha sido él. Yo me iba a dormir y me dice: ‘¿Qué te pasa a ti? ¿Estás bien?’. Y dice: ‘Ven’. Yo le he dado un abrazo y…” Y nos quedamos con ganas de más, pero en mi pantalla apareció Adara, dormida e ignorante de lo que acababa de suceder a escasos metros de ella en la misma cama. La cama de ele fue ayer testigo de todo. Tampoco es importante el resto del relato, que podemos imaginar. “No han sido solo besos”, decía Meri categórica. También es un dato importante, y supongo que relacionado con esta otra afirmación: “He hecho todo por él, y… me haces esto y ¿te quedas tan pancho?”.
Meri estaba flipando de que todo esto le esté pasando a ella. La entiendo, una cosa es verlo en los demás, especialmente si se observa a través de esta ventanita maravillosa, y otra bien distinta ser protagonista. O uno de los protagonistas, porque Alain también puso lo suyo, imagino yo. Lo que podría haber sido una alegría para el cuerpo y poco más va a tener más trascendencia de lo que imagina Meri. Alain posiblemente no sea consciente todavía de nada. De momento anda Meri preocupada por la vergüenza ajena que debe sentir su familia, las ganas que tendrán de matarla y la sensación de que no va a poder mirar a la cara a nadie. Sobre las dos primeras cosas me adelanto yo a decir que nada de lo que ella imagina. Y lo de mirar a la cara se le irá en unas horas, especialmente si finalmente se hace fuerte, afronta el asunto y le pide explicaciones a Alain. Es lo que le aconsejó de forma repetida Bea. “Que no venga y te dé los buenos días como si no pasara nada porque entonces sí que acabaría de flipar con él”, decía. Y entonces yo le hice una reverencia a la naranjita porque si eso sucede va a ser un momentazo. Casi le hago la ola a Bea cuando aconsejaba a Meri que se dejase llevar por el despecho para que le doliese menos. ¡Despecho, eso, despecho! A ver quién es el guapo que no anda hoy pendiente.
“No ha pensado en lo que te podía hacer sentir a ti si te besaba”, decía Bea inocentemente entre bostezo y bostezo. Entonces Meri la sacaba de su error: “Una cosa te tengo que decir, que la cosa no se trata de besar, que ha ido más allá de besar”. Y aquí es donde iría un efecto de sonido de esos que ponen en los vídeos de prime time, solo que tendría que ser casi una explosión nuclear. Ir más allá de besar es una confesión suficientemente importante como para que Bea cambiase el rostro. No hablo de quedarse con la boca abierta, pero al menos un rictus de sorpresa. Si Alain me está pareciendo que es de sangre fría, voy a empezar a pensar que Bea también lo es. ¡Por el amor de Dios! Si es un notición. No podría surgir en mejor momento, ahora que la casa está más bien tranquila. Ni el mejor de los guionistas habría sabido improvisar así de bien.
No quiero frivolizar sobre el tema, solo intento quitarle un poco de dramatismo, aunque reconozco que vi a Meri afectada y casi en estado de shock. “Sabes todo lo que te he dicho y me haces esto”, decía Meri como si hablase con el propio Alain. Y Bea metía cizaña: “¿Dónde te crees que estás? ¿En un videojuego? ¡Gilipollas!”. Mirando la parte positiva, creo que Bea volvió a estar bien esta madrugada, aunque por la tarde tal vez podía haber sido más sincera con su amiga. En la fiesta quiso forzar a Meri para que en lugar de compartir tanto tiempo con Adara volviese a estar con ella. Pero Meri no es tonta y le dijo con claridad (se me ha escapado, lo prometo) que no le apetecía si estaba con Clara.
Evitaré hacer juicio alguno sobre lo sucedido, especialmente relativo a la actitud de Alain. No creo que me equivoque si digo que esto traerá mucha cola, y si Alain no lo sabe gestionar bien le va a perjudicar en el concurso. Debo decir que confío poco en la capacidad de Alain para gestionar nada. Él es más de huir. Lo que se trasluce tras todo esto no deja a Alain en buen lugar. Por tanto, su versión es fundamental, porque Meri puede que nos haya trasladado una versión poco fiel a la realidad, de forma más o menos inconsciente, me inclino a pensar que completamente. No pintemos a Alain como un villano porque todavía queda por arrojar luz a todo esto. Ahora bien, si es lo que parece, se puede ir preparando no solo a ser expulsado sino a la posterior lapidación pública. En sentido figurado, claro.
Mokeskine del gato
Para esta jornada festiva en la capital de España tenía previsto hacer una de esas entradas en las que hablo en positivo de todos los concursantes. Me hubiera gustado hacerlo antes, pero tampoco podía prever que a estas alturas nos íbamos a encontrar una casa con tan solo ocho personas. Lo de anoche me ha obligado a dejar el argumento para otro día. Mañana seguirán siendo ocho, no porque un indulto vaya a evitar la expulsión sino porque vamos a conocer a nuevo concursante. Se señala con claridad que es un concursante y que entra sustituyendo a Fer, repescado expulsado al tercer día. En su caso ese día no fue de resurrección sino de muerte definitiva (virtual, por supuesto). Quiero pensar que la aclaración de a quién viene a sustituir no es casual. Ni pueril.
Superaron la curiosa prueba de esta semana. De los 30 retos planteados superaron 13, 3 más de los exigidos. Clara y Miguel adivinaron bastante a sus compañeros. Entre los fallidos me quedo no solo con el del despertador que nadie apagó, del que hablé ayer, sino también con que ayer les dejasen la puerta baja abierta en el dormitorio y nadie se asomase siquiera. Harán compra hoy, aunque se cerrará el supermercado y volverá el ignominioso club. Con El Club también regresarán las bolas y los privilegios para el poderoso. Los clásicos siempre vuelven.
Y una cosa breve más. Bea y Rodrigo ganaron el reto publicitario de unos caramelos a los que soy bastante adicto y vieron una película por la noche. La escena era un tanto autoreferente: los componentes de la pareja de película viendo una ídem.
Y para ser festivo no está mal del todo. Ya no estoy.