Termino hoy con Cristina estos daguerrotipos dedicados a los finalistas que aguardan el momento de la decisión final de la audiencia votante. Ellos no saben que esta noche uno de ellos abandonará la casa de los secretos y se habrá quedado a las puertas de la gran final, lo cual puede ser el peor de los escenarios, aunque igual no tanto. En otros tiempos, si el cuarto clasificado salía en una semifinal (como pasará esta noche) tenía la ventaja de disponer de una gala para él solo, sin que su entrevista compitiera en protagonismo con la de otros dos compañeros, como pasa con aquellos que quedan en segundo y tercer lugar. Ahora eso tiene menos importancia porque la entrevista es lo menos importante. O sea, que cornudo y apaleado.
Vimos anoche un buen resumen de las entrevistas que se hicieron los finalistas entre ellos. Me sigue llamando la atención lo que dicen los Gemeliers sobre Miguel Frigenti, cada vez que lo veo por una razón diferente. Vale, aceptamos que borrarían solo la primera estancia de ese compañero en el concurso, pero no así la segunda. Según esto, a los Gemeliers no les gustó el Frigenti de los 21 primeros días, pero sí el de los otros 25 que pasó más tarde en la casa, antes y después de ser repescado. No sé yo si creerme que en realidad les gustó tanto la segunda etapa de Frigenti teniendo en cuenta el interés que demostraron entonces por verlo de nuevo fuera de la casa.
La primera semana que se podía nominar a los repescados, los Gemeliers le dieron 2 puntos a Frigenti, justo los mismos que Julen, Sandra, Cristina, Luca y Luis. Curiosamente, todos los que le nominaron los hicieron con 2 puntos. Aunque más curioso todavía es que entrase llevándose de maravilla con Julen y Sandra, pero estos le endiñaran puntos. Lo mismo digo de los Gemeliers. Y a la semana siguiente, en la nominación que le costó la expulsión, los Gemeliers no le metían 2 puntos, sino 3. Y Sandra sumaba 1 punto más. Si no llega a ser por estos 4 puntos de sus “hamigos” Frigenti no habría salido nominado. Los responsables de su expulsión fueron los Gemeliers y Sandra. ¿No es maravilloso?
Conclusión: ¿Es llamativo que Frigenti esté pidiendo el triunfo para los Gemeliers, esos mismos que en las dos nominaciones tras su regreso a la casa le metieron 5 puntazos? Sí, llamativo es, pero en definitiva cada uno pide el triunfo para quien le rota. Lo que resulta completamente surrealista es que ahora Dani y Jesús nos vendan que le gustó Frigenti en su segunda etapa. ¡Pues si no les llega a gustar!
Cristina ha sido el eje de esta primera edición de Secret Story y solo por esto merecería salir la última. Ella fue la última en entrar y el destino puede reservarle el guiño cómplice de que también vaya a ser la última en salir. Sea así o no, tiene la plusmarca de concursante que ha vivido esto con mayor intensidad, y así será hasta su último minuto. Casi todo giró en torno a ella, tanto lo bueno como lo malo. Sus aciertos posiblemente brillaron más que los de nadie y también fuimos testigos más directos de sus errores. Buena parte de sus compañeros se ocuparon de intentar destacar lo malo de Cristina, aunque evitaron ser fieles a la realidad en demasiadas ocasiones. En otras no fue por nada relativo al concurso. Destacar de una concursante que tiene voz de pito aparte de tratarse de una crítica menguada es tener bastante poca educación.
La prueba definitiva de que ella ha sido la gran protagonista es que muchos exconcursantes dedican en esta recta final más tiempo a destacar todo lo malo que se les ocurre, con mayor o menor sentido, sobre Cristina que en defender un ganador. De hecho, muchos de ellos han ido cambiando de ganador a medida que estos han ido saliendo de la casa, con lo cual los Gemeliers son ahora el último recurso para la mayoría. La razón por la que los han elegido a ellos es por ser los únicos finalistas que no se llevaron siempre bien con Cristina. Y es que esta concursante es el principio y el fin, el Alfa y la Omega. El cimiento sobre el que se construyó este reality, su puntal, la base... Y, si esto fuera un juicio, sería el objeto del proceso.
Hay ‘portistas’, ‘antiportistas’ y poco más. Siempre me ha resultado llamativo que haya quien defina su postura ante el concurso no mostrando su simpatía o preferencia hacia uno de los contendientes sino, precisamente lo contrario, centrando en uno de ellos su rechazo y antipatía. De alguna manera, Cristina ha llegado hasta aquí aupada por sus enemigos. Ellos la hicieron más grande, más importante, más protagonista de lo que hubiera sido de otro modo. Eso ha hecho que en muchas ocasiones pasáramos por alto cosas como esa prepotencia o altivez de la que tantas veces fue acusada, porque lo exageraron tanto que aparentaba ser una caricatura. Lo de altiva ya se lo dijeron la primera semana, apenas día y medio después de entrar todos en la casa. Pasado un mes ya andaba yo hasta el mismísimo de tan repetida acusación. ¿Es altiva? Puede ser, pero no tanto.
Cristina se enroló en esta aventura sin haber tenido ningún contacto anterior con el reality, pero siendo una espectadora fiel al formato. La primera noche ya pude ver que recordaba mejor que yo muchos de sus ganadores y un sinfín de detalles. A pesar de ello, no creo que le haya condicionado ese interés por los realities de esta casa. En realidad, se ha comportado más bien como una concursante virgen, que se muestra tal cual es, sin simulaciones ni ocultamientos. Ha sido con frecuencia una auténtica kamikaze que no se ha parado a pensar en las consecuencias de sus actos. Verla comportarse con naturalidad y espontáneamente, independientemente de si podía estar perjudicando o beneficiando su concurso es una de las cosas que más me han gustado de Cristina.
Su perfil kamikaze la convierte en una concursante tremendamente imperfecta, algo que otros decidieron aprovechar. Al ver una concursante tan transparente, apreciaron pronto la fragilidad que la convertía en víctima propiciatoria de quienes muestran menos escrúpulos frente al juego. Pienso en esto cuando alguien señala que se ha enfrentado a todos, o casi todos, sus compañeros. En primer lugar, se trata de un argumento ad populum, esa falacia según la cual si la mayoría piensa una cosa es porque esto es así. Lo cual nos lleva al conocido eslogan publicitario inventado que rezaba: “Coma mierda, mil millones de moscas no pueden estar equivocadas”. Pero es que, además, no fue Cristina quien se enfrentó a todos, sino que todos fueron a por ella.
La estrategia no es mala, y sospecho que en el fondo persigue llevar a la persona al límite para provocarla e intentar sacar lo peor de su interior. ¿Por qué tanto machaque? No se me ocurre nada que lo pueda justificar objetivamente. Todo molesta si viene de Cristina. Si dice que tiene una carrera y un trabajo está haciendo de menos a quienes no tienen ni lo uno ni lo otro. Pero nada se dijo cuando Frigenti también afirmaba que tiene una carrera y un trabajo. Siendo exactamente lo mismo la reacción en los demás fue completamente diferente. Lo que en un principio pudo ser una cuestión de piel, algunos de sus compañeros no lograban conectar con ella, terminó siendo la reacción triste (pero entendible) a las sucesivas nominaciones superadas y la fortaleza que solamente eso confiere.
Es obvio que Cristina cometió errores. El silencio le hubiera beneficiado en muchas ocasiones, pero no fue capaz de controlarlo. Cada vez que visitó la sala de la verdad supe que se volvería a equivocar tomando la palabra en primer lugar. También hablando de más, dando explicaciones que no se han requerido y justificando aquello que no tenía porqué justificar. Falló en eso una vez tras otra y solamente cambió cuando estaba en juego algo realmente importante para ella, en el cara a cara que puso punto final a sus cinco días horribles sin saber qué hacer para no disgustar a Luca. Fue entonces la primera vez que callaba, como el acusado que renuncia a su defensa en un juicio. Y le salió bien.
Durante esos días enfrentada a Luca fue la única vez que vi en peligro su libertad de pensar, hacer y decir lo que da la real gana. El conflicto ya no era entre esto o pensar, hacer y decir lo que le convenía a su concurso. Ahora se trataba de pensar, hacer y decir lo que contentase a Luca. Fue entonces cuando más la vi crecer como concursante, y agradecí que no diera su brazo a torcer. Es cierto que terminó casi paralizada, perpleja ante lo que estaba viviendo y a punto de tirar definitivamente la toalla. Pero incluso en esa situación no terminó de doblegarse ante el chico por el que bebe los vientos.
Dudar a estas alturas de que la relación entre Luca y Cristina es sincera por ambas partes solo puede indicar que una enorme venda delante de los ojos no está permitiendo ver la realidad. Tras unas cuantas semanas de relación amorosa, hasta un ciego podría ver que se quieren de verdad. Pero todo y nada vale cuando el objetivo es tumbar al enemigo. Si no se besan porque no se besan y si lo hacen porque se están besando demasiado, o lo hacen mal, o donde no deben, o qué sé yo cuál será la siguiente pega. Todavía no se han dado cuenta de que Cristina parece suscribir ese proverbio oriental que dice: “Lo que sucede conviene”.
Cristina ha sido una eficaz creadora de metáforas. Desde hablar de “sushi” para referirse a tener sexo a reivindicar que ella será la que conduzca sin estar hablando de coches, sino otra vez de lo mismo, o sea, de lo único. Ella, Luca y Luis me han dado los mejores momentos de la edición, siempre con cosas poco destacables como charlas de madrugada que son esencia pura de reality. Está claro que es mandona, muy segura de sí misma y tremendamente testaruda. Estas tres características hicieron que cayese en uno de sus mayores errores: darle argumentos a Adara negándose a que hiciera la compra y se encargase de la cocina. Estaba claro que sería algo muy eventual porque pronto pediría ayuda, posiblemente tras algún desastre en una de las labores o en las dos. Pero Cristina no quiso ceder.
Entre espontánea y testaruda, en estos meses hemos ido descubriendo a una concursante de verdad a la que no se le puede pedir más. Creo que nadie como ella ha vivido de forma tan completa esta experiencia, lo cual también ayudó a darnos cuenta de que esta sí que es una de las nuestras de verdad.
Pues no dice Jesús que “Cristina, por encima de cualquier cosa, quiere estar con Luca”. El lobo con piel de cordero es también míster Obvio, por lo que se ve. Eso de lo que habla este Gemelier se llama amor. Ya tú sabes.
Pues no dice Sandra que cuando dijo lo de la humildad al despedirse Cristina se dio por aludida. Vamos a ver, sus palabras fueron exactamente estas: “Y nada, Cristina, simplemente decirte que el tiempo que te quede allí lo disfrutes. Ya que has llegado lejos con tu forma de ser, a lo mejor puedas rectificar algunas cosas como mostrar tus valores que deberías haber mostrado antes. Dicho esto, suerte a todos y espero que en la final realmente alce el premio quien lo merezca y quien sea una persona humilde”. ¿De quién ha estado diciendo Sandra que no es humilde? De Cristina. ¿Para quién fue la única despedida poco amable? Para Cristina. Ahora nos va a querer tomar el pelo con la tontería de que Cristina se dio por aludida. Era inequívoco su mensaje.
Pues no dice Sandra (otra vez) que prefiere a Luca, porque no habla de sus relaciones, antes que a Cristina, que cuenta lo que le interesa. Como si de las propias relaciones no dijésemos todos lo que nos interesa. Y lo que nos da la real gana.
Aparte de quedarse uno de los finalistas sin completar los 105 días que durará la edición completa, en la gala de esta noche conoceremos quién es el poseedor de la esfera que tiene el premio de 50.000 euros, idéntico al importe del premio al ganador. La diferencia entre uno y otro es que el laureado este jueves registrará su nombre en la lista de ganadores de un reality en España, mientras que lo de esfera no tiene mayor gloria. Aunque este otro ganador bien podrá pensar que “ande yo caliente, y ríase la gente”, parafraseando a Góngora.
Además, supongo que tendremos actualización de porcentajes oficiales ciegos. Expresaba Luis este domingo la teoría de que estando tan distanciados dos porcentajes de los otros dos (que no suman ni un 4 por ciento) los seguidores se pondrían las pilas votando al no saberse quién es quién. En realidad, se trata de la teoría opuesta a otra más común según la cual se promueve el voto con porcentajes igualados. Personalmente veo más lógica esta segunda teoría. Una gran diferencia en los votos puede hacer tirar la toalla a quienes no tengan la seguridad de que su favorito va en cabeza. Sin embargo, al verlo igualado se mantienen las esperanzas de poder decidir con cada voto. En todo caso, que sea como deba ser.