Mina está siendo una eficaz directora del Hotel 1818, pero no se puede decir lo mismo de Javier. Sus propios compañeros le reprochaban ayer no solo su pasividad, sino también algunos errores que pueden costarles (una vez más) no superar la prueba. Sería la cuarta consecutiva, lo cual aparte de bochornoso podría acabar con la paciencia de muchos. No es Javier el único que está cometiendo errores. He visto a Carlota utilizar el agua en la cocina sin darle a la palanca, o a Petra preguntando a los clientes si llevan bien su estancia. No han procesado la idea de que deben comportarse como si fuera un hotel de verdad. Es impensable que en un hotel te cruces con una camarera por un pasillo y te pregunte nada.
No deberían cebarse con la crítica a Javier porque todos están cometiendo errores, como digo. La cuerda siempre se rompe por el lado más débil, y este concursante no ha terminado de encajar en ninguno de los grupos de la casa. Ayer se enojaba con Carlota y pedía que no le echase la bronca, aunque lo hacía con la misma pasividad con la que está afrontando su concurso. Más que por errores como tutear a los clientes del hotel creo que le llaman la atención por esa pasividad. No está pendiente del horario de actividades, pasa el tiempo haciendo garabatos en el cuaderno de la recepción sin hacer apenas nada más.
Son muy distintos ambos directores. Mina no para de hacer cosas, siempre pendiente de todo. Justo lo contrario que su compañero en la dirección. Es ese dontancredismo lo que debería hacer que esta semana el expulsado fuera Javier. Don Tancredo era un personaje que ejercía el toreo cómico y se hizo famoso a finales del siglo XIX por esperar inmóvil la salida del toro. Que aguardase como una estatua a la puerta de chiqueros convertía el momento en algo emocionante y, por supuesto, particularmente peligroso. Se extendió luego la costumbre de hacer el don Tancredo, como un lance taurino más. El Diccionario de Lengua Española define dontancredismo así: “Actitud imperturbable de quien parece no darse cuenta de la amenaza de un peligro grande”.
Javier no tuvo en cuenta que tal vez no lo estaba haciendo de la mejor forma cuando se quejó de ciertas bromas a Mina y Carlos. Es cierto que les llevó a un aparte, pero si les hubiera abordado con mayor delicadeza, explicando con sencillez y humildad por qué se había sentido mal, seguro que sus compañeros no hubieran respondido igual. Luego reaccionó con gran pasividad al ver como los compañeros con los que comparte habitación se ofendían por su queja. Ayer le vi de director del hotel sin apariencia alguna de estar siendo consciente de lo importante que es hacer bien su labor porque de todos depende que superen o no la prueba. Cual don Tancredo, Javier afronta impasible su concurso. Ni siquiera parece consciente de que podría ser expulsado hoy.
Parece bastante probable que el porcentaje tan destacado de votos que vimos el domingo sea de Maico. El hippy de pies oscuros que duerme en el suelo y viste raro es singular, pero no tiene el carisma suficiente para despertar apoyos entre la audiencia. Maico tiene en común con Javier que también afronta esto con cierta pasividad. En varias ocasiones han intentado hacérselo ver Hugo y Rubén, sugiriéndole que se defienda de las acusaciones que le hacen. Hugo lo decía el martes explicando su posicionamiento contra Javier. “Me gustaría que Maico se defendiera más”, afirmó Hugo, y luego volvía a hacérselo entender, o al menos lo intentaba. Por lo que sea, el italiano no hace caso.
Hugo ha conectado con Maico posiblemente porque ha vivido en Italia un tiempo, como jugador de baloncesto. Por eso trufa su discurso siempre de expresiones italianas, y hasta ha hecho famosa su habitual expresión “cazzo”, que tanto repite como una interjección. Ni él ni Rubén terminan de fiarse del todo de este compañero, pero no le han dado nunca la espalda. Siempre le han dicho lo que pensaban y han intentado ayudarle a mejorar su concurso. Con todos los recelos que tengan, se comportan con él como dos amigos. Es algo que tiene Maico a su favor, y no ha logrado Javier: tener amigos en esa casa.
Anoche Pilar defendía a Javier en la radio, pidiendo que no fuera expulsado por el enorme cariño que le tiene. Pero no he visto a estos dos concursantes compartiendo apenas momentos, salvo cuando Pilar le recomendaba hace unos días que no se apartase de ella, como garantía de seguir en el concurso. Algunas amistades en esa casa se me antojan un tanto extrañas. También resulta curioso que el pasado jueves le nominasen 8 compañeros y el martes solo 3 se posicionasen en su contra. Y uno de esos 3 fue Hugo, que no le nominó. Gabaldón y Mina, por ejemplo, le dieron sus 3 puntos a Javier, pero se posicionaron en contra de Maico. Curiosos vaivenes en el juego.
Me identifico con los recelos hacia Maico de Rubén y Hugo, sus amigos en la casa. A pesar de lo cual, lamentaría como espectador que fuera expulsado esta noche, lo cual parecía inevitable el domingo. No voy a apelar a la ‘virgen del sorpasso’, mártir e incorruptible, pero creo que un buen amante del programa debe querer que se mantenga ese trío, pura esencia de Gran Hermano. Por eso preferiría que fuera expulsado Javier. Entre don Tancredo Maico y don Tancredo Javier me quedo con el italiano, entre otras cosas porque si se marcha Javier apenas lo vamos a notar. Casi ausente en la casa, su único protagonismo vino por la queja respecto a unas bromas que él mismo había fomentado, lo cual terminó por reconocer. Me gustó menos que su reacción la de sus bromistas amigos, a pesar de lo cual no dejo de pensar que se equivocó. Ayer algo pasó con un bote de mermelada que Javier hacía este amargo comentario: “Ojalá le dé una diarrea de 80 días, tío”. Laura también deseó después una diarrea a alguno de los señores. En fin, ya es hora de que el expulsado sea un chico, o tal vez debería decir un mueble. Confío en que todavía es posible.
El menú de la gala de esta noche se presenta bastante sabroso. Aparte de la expulsión, las nominaciones tienen una particularidad importante, en la que la audiencia tiene mucho que ver. Además, volverá a Guadalix la gallega Miriam, de la que Rubén y Hugo no han parado de hablar, siempre con cariño. Ayer el botones Juan le echaba las cartas a Rubén y le decía: “A las personas de su familia se unirá una más”. “Es la gallega”, interrumpía Hugo. Durante la fiesta se quejaba en tono de broma Hugo a Rubén: “No te gusta nada lo que hago, ¡fantasma!”. Rubén respondía con sorna: “Fantasmita”. Y reían los dos. Por cierto, que Juan haga labores de animador en el Hotel 1818 es una ironía. No podían haber elegido alguien menos animado.
Miriam regresa para visitar la sala de los encuentros, como pronostiqué que sucedería este martes en el programa MorninGlory, que se puede ver cada mañana en BeMad y escuchar en Radioset. Intuí que podía pasar, una vez que ha sido abierta esa sala recubierta de madera, tal vez un símil de la leña que ahí dentro puede ir ardiendo. La cosa empezó con Laura, novia de Cristian, la semana pasada, y puede ir in crescendo. Miriam se mantiene en lo dicho, sin que parezca haber en ella reconocimiento alguno de que poco le puede reprochar a Rubén por tontear con Mina porque ella ya dijo que le gustaba algún chico en la casa (sugiriendo que se refería a más de uno) y no era Rubén. De todas formas, no creo que vaya a hacer sangre, entre otras cosas porque si lo hiciera podría estar perdiendo apoyos para una posible repesca, que ni siquiera sé si llegará a existir.
La peculiaridad de las nominaciones es que nosotros decidimos si lo hacen a la cara los señores o los criados. No tengo duda de que mejor los clientes. Al menos Hugo y Rubén no creo que tengan inconveniente alguno en mostrar sus cartas. Incluso diría que si Rubén nomina finalmente a Mina preferiría hacerlo al descubierto para dejar claro que no tendrá nada con ella, como una especie de débil desagravio frente a Miriam. El interés no está en que los clientes del hotel nominen a la cara, sino que sus sirvientes lo hagan en el secreto de la sala de confesiones. Es una buena ocasión para que algunos nominen libremente, sin la presión de hacerlo frente a sus víctimas.
Es el caso de Juan, que tenía pensado nominar a Carlos hasta la polémica del pasado domingo. Tras ser descubiertos sus comentarios en contra del cocinero cambió de planes. Si Carlos ve que lo nomina confirmaría de alguna manera lo que le dijo Laura. Es posible que sin esa presión Juan vuelva a pensar en darle puntos a Carlos. En todo caso, me parece interesante poner al grupo mayoritario en esa tesitura. Los puñales pueden volar si nominan en secreto. Incluso podría mejorarse el plan y que los señores vieran las nominaciones del servicio desde su dormitorio. Otro pequeño privilegio que puede dar más de una sorpresa y generar algo de conflicto.
Volviendo al conflicto de Juan y Carlos, con Laura de fondo, el artista dedicó a este tema uno de sus últimos blogs. Ese escrito termina con varias postdatas (¡qué antiguo me suena esto de poner postdatas!). En la primera dice que autoritarismo no es lo mismo que totalitarismo, lo cual es tan absurdo como decir que lo del domingo fue un “happening” o que es “parte del fluxus”, como afirma en la segunda postdata. Sin entrar en frivolidades, consultando un diccionario se daría cuenta Juan de la poca diferencia entre la definición de autoritarismo (ejercer el poder sin limitaciones) y de totalitarismo (concentrar todos los poderes).
Ya en la parte graciosa del blog de Juan podemos leer como le llama verdugo a Laura: “No hablo de Laura porque me es indiferente. El verdugo nunca ha tenido un nombre en la Historia”. Esta última frase la repitió un buen número de veces después de escribirla, debía estar muy satisfecho de ella. Otro parrafito: “Resultó que al final era yo al que querían quemar en la hoguera. Parece ser también que yo soy el único que habla a las espaldas criticando a la gente de la casa. La acción de ayer me ha reafirmado que vivo en un totalitarismo ilustrado. Carlos es el rey al que todos alaban y escuchan; yo soy un rebelde que le quiere quitar el poder para dárselo al pueblo. Juaniscristo ha nacido. Para ello tengo que ser silencioso, no mostrar mis cartas al ‘rey’, y en el momento oportuno actuar”. ¿Juanicristo? ¿En serio?
No me agradó comprobar ayer que a Hugo le gusta más Supervivientes que Gran Hermano, menos que dé ya por amortizado su paso por este programa. Hablaba con Rubén esta madrugada y decía lo siguiente: “Me mola más Supervivientes. Este es un reto que ya lo gané, porque ya estuve el mes que yo quería. Para mí fuerza mental, digo”. Cuando dice que ganó el reto se refiere a que ha superado el primer mes y llegado a su cumpleaños, que celebra precisamente hoy. Por cierto, bonito comienzo de la radio anoche con todo el grupo de señores cantando el cumpleaños feliz a Hugo. A pesar de todo, creo apreciar en el comentario algo de menosprecio a sus seguidores, aquellos que le han salvado y desean llevarle lejos en el concurso. En Gran Hermano nadie debe dar nada por ganado, porque es la audiencia votante quien reparte fortuna.
Parecidos razonables
Hoy le toca a Mina, que estaría perfecta como directora (y casi estricta gobernanta) de no ser porque remata algunos de sus serviciales actos con una amarga queja. Con todo, su amargura no parece tan honda como la de otros miembros del servicio, que ayer ya estaban agotados. ¡Y eso que era el primer día de prueba! Le encuentro cierto parecido a Mina con la cantante Pastora Soler.
Moleskine del gato
El plano de alguien en la cocina con el audio del burro en la cuadra me da la vida.
Les han quitado el ajedrez a los señores. Bien por Gran Hermano porque nada menos divertido que ver jugar a alguien al ajedrez, siempre que no se trate de monstruos como Capablanca, Alekhine, Fischer, Karpov, Kasparov o similar.
Hoy hay gala. Tenemos una fiesta. Buena manera de coronar esta fantástica semana de Gran Hermano. Y con Jorge Javier Vázquez como maestro de ceremonias. Nada puede salir mal.