No contenta con que Rafa se haya abierto como nunca, confesando sus intenciones de tener algo con ella fuera y cuando todavía no había dejado de ser objeto de la mayoría de las conversaciones en la casa, Carmen ha causado sensación al revelar su secreto. El bombazo de Carmen después de ser expulsada ha sido la confirmación de su virginidad, lo cual confiesa con gran sencillez y sin complejos en un vídeo como el que todos grabaron antes de comenzar la edición. “No ha llegado el momento, no he encontrado a la persona adecuada y no ha surgido”, dice en ese vídeo. Y lo hace sonriendo, con gran aplomo.
Que Carmen normalice algo tan personal, no teniendo reparo en convertirlo en su secreto, me parece una muestra de valentía. Si no fuera un tabú relativamente reciente veríamos como el de esta exconcursante no es un caso tan raro. Muchos y muchas jóvenes de parecida edad están en su misma situación, pero evitan reconocerlo porque puede llegar a ser un estigma en la sociedad actual. Lo normal sería que nos diera a todos igual un detalle tan personal y circunstancial, pero no es así. Lo que en otros tiempos era una virtud de la que presumir (especialmente en la mujer) es hoy algo vergonzante. Pues ni una cosa ni la otra. Al menos ahora afecta de igual manera a hombres y mujeres.
En la casa y aquí fuera se apostaba porque este era un secreto que podían guardar Carmen o Álvaro. Este último aprovechaba anoche que se destapaba la dueña de este secreto para sacar pecho y presumir de que no es su caso. No seré yo quien lo dude, pero que sea el secreto de Carmen no impide que Álvaro pueda estar en esa misma situación. No es estrictamente cierto que una cosa invalide la otra. Es decir, Álvaro podría ser virgen, pero no ser ese su secreto. Quien primero hizo esa confusa relación fue Belén Esteban, visitante VIP de esta semana. “¡Ya dije yo que Álvaro no era virgen!”, exclamo nada más ver la confesión de Carmen. ¡Meeec! Error.
Una lástima que la franqueza exenta de complejos de Carmen al revelar su secreto no estuviera acompañada de buenas reacciones por parte de todos los que habían sido sus compañeros de encierro hasta el día anterior. Laila volvió a confirmar que es la gran bocachancla de la edición, incapaz de dejar de mostrar la rabia envidiosa que le ha tenido siempre a una compañera que ya está fuera del juego. Ni siquiera está teniendo la elegancia de evitar hacer leña del árbol caído. Atacaba a Carmen por celosa, pero ella la supera con creces y la mayoría de sus comentarios de ayer tienen el objetivo de apartar a su compañera expulsada de la cabeza de Rafa. Me temo que va a ser un esfuerzo baldío. Rafa está casi tan pendiente de Carmen que cuando esta habitaba la casa. Guarda su camiseta olvidada y le pide a Álvaro que no deje su armario abierto para que no pierda olor.
Rafa está en fase de exaltación de las cualidades de Carmen y no deja de destacar lo bien que lo ha pasado a su lado, cómo besa y que es una persona superdivertida. Como dice una preciosa canción de Serrat (todas lo son): “No es que se haya vuelto imbécil de repente, a juzgar por esa estúpida sonrisa […] Dejad que cante el muchacho, ese que se ha enamorado”. Carmen ya no está en la casa, pero sigue siendo protagonista absoluta. Más aún que estando dentro. No sé qué queda ahora de eso de que sin Rafa no era nada, dicho por Laila en una de sus provocaciones recientes. “Ahora entiendo sus comportamientos”, decía anoche Laila comentando el bombazo del momento. Y añadía: “Dime qué novio te va a aguantar hoy en día sin hacer trastrás”. Lo que no parece de hoy en día es un comentario tan poco afortunado.
En su empeño por dispararse al pie con saña, Laila no paró ayer de solar comentarios poco afortunados. Quizá se lleve la palma el que le hizo a Álvaro cuando este sacaba pecho presumiendo de que la confesión de Carmen confirma que él no es virgen. “No es virgen porque ha ido a los polígonos esos”, afirmaba Laila. ¡Qué horror! Por la razón que fuera, Álvaro no dramatizó como otras veces. Si eso mismo se lo llega a decir otra persona habría ido disparado al cubo para explotarlo al máximo. Pero se limitó a decir “qué feo”. Ni dicho en broma es salvable.
Nadie como Rafa conocía en la casa el secreto de Carmen. Una de las veces que lo hablaron y ante su negativa reiterada le avisó de que accionaría el pulsador para atribuírselo a Álvaro. “Pulsa por Álvaro”, le dijo Carmen. “¿Seguro?”, preguntó él. “No pulses”, respondió. No podía haber mejor confirmación que esa. Carmen preocupada porque Rafa perdiera su esfera al apostar porque el secreto de Álvaro era su virginidad. Aun así, aceptó su negativa y no insistió más. La sorpresa de todos ayer no era sinceramente compartida por Rafa, completamente convencido de algo a lo que, bromas aparte, no da ninguna importancia. Importante diferenciar las bromas de Rafa y las de Laila. Unas son sanas y las otras no. Adivine el lector inteligente cuál es cuál.
Ahora que hablo de diferenciar bromas, hay quien me dice que Carmen también ha provocado. No solo eso, también se recuperan feas palabras de la exconcursante donde decía que fuera de la casa se reiría con sus amigos de Laila y Nissy, amenazando con tener con ellas un comportamiento que no puede parecer otra cosa que despreciable. La diferencia es que lo de Carmen es en categoría de tentativa, mientras que Laila y Nissy lo hicieron de verdad. Se rieron de su ropa de cateta y sus zapatos de Pinocho. Y también ellas, en este caso junto a Adrián, Marta, Colchero y tal vez algún concursante más, se rieron de que olía a sudor durante una fiesta. Primero en petit comité, y luego de manera más hiriente en su cara. Lo dicho por Carmen está muy feo, pero era solo un deseo diría que irrealizable porque es muy improbable que tengan relación fuera de allí. No es comparable a algo que ha sido realidad, y no estoy seguro de que entre todos no lo habrían podido parar.
Ya digo que ayer no solo fue el día del bombazo de Carmen, el precioso regalo que nos dejaba tras su inevitable expulsión disciplinaria. También fue el día que Rafa se desató haciendo una inequívoca declaración de su amor por ella. La más completa fue hablando con Álvaro en el dormitorio naranja, el único que sigue teniendo actividad. Rafa ha deshecho la cama de Carmen para que no le recuerde a ella. Y todo indica que el dormitorio rosa será cerrado próximamente. “Ella insistía mucho en que somos amigos. Vale, sí. Pero ya lo quiero, macho. No se lo dije a ella, pero ella lo sabe. Tampoco tienes que decirlo todo con palabras. Puedes estar callado aquí con una persona y que se note todo sin hablar”, decía Rafa.
Voy a evitar la tentación de transcribir toda la conversación. Un monólogo de Rafa en el que Álvaro cumplía a la perfección la función fática dándole la réplica justa y necesaria para que siguiera hablando. Como haciendo un sano ejercicio de convertir en palabras sus emociones. “Fíjate, es la única vez que he llorado y hubiese llorado más pero al final me controlo un poco, si no entras en ese bucle”, reconocía Rafa. Me pareció interesante que corrigiera así su pretérito: “Que yo era consciente de todo, de que nos queríamos. De que nos queremos”. Y decía más: “Me da igual que la gente piense fuera eso, pero yo sé perfectamente lo que siento. ¿Por qué hay que decir ‘te quiero mucho’ o ‘me encantas’? ¿Por qué hay que expresarlo de esa forma? Yo lo expresaba riéndome, estando con ella”. ¿Qué quieren que les diga? Me parecen unas preciosas reflexiones.
Impacta ver y escuchar a Rafa vaciándose por dentro en contraste con los comentarios de reventado de Colchero. “Yo no sé qué decirte, la verdad. A mí ella me decía que le ponía cero”, decía el del desguace. Luego se encargaba de dejar claro, como si fuéramos idiotas y no pudiéramos discernir, que el beso había sido parte de una prueba. Qué sí, Colchero, que sí. Venga, ya pasó. Si Carmen ya está fuera, como habíais querido. Ni en sus mejores sueños podían haber ido mejor las cosas. Él duda de que los sentimientos de Rafa sean correspondidos por una Carmen que desde fuera pone historias en Instagram donde rotula “Te quiero, mi ganador”. Sin embargo, este gato (un poco enojado hoy) sí se cree los sentimientos no expresados por el propio Colchero.
Me resulta imposible de creer que Colchero se levantase de su cama y terminase durmiendo en el solitario dormitorio rosa porque tuvo dos inoportunas pesadillas. Más bien parece que le es molesto escuchar a Adrián y Marta besándose, susurrando y puede que algo más. No es extraño. Cuando menos no le deja dormir, aunque a lo mejor le resulta especialmente incómodo por tratarse de Adrián. No creo que le agrade a Colchero escuchar a su amigo opinar que se fue de la cama para dar una “imagen de soledad”, razón por la que se habría ido a otra habitación. “Como si lo apartáramos, ¿sabes? Me da mucha rabia”, le decía Adrián a Marta. ¿Qué tal llevamos la empatía? No muy bien, por lo visto.
Antes de ver la línea de la vida de Colchero (debo decir que no lo estoy esperando especialmente) pudimos asistir al aplazado cara a cara entre Carlos y Laila. Su apuesta era que la concursante marroquí tiene una hermana que no conoce. Como era de esperar, evitó volver a accionar el pulsador, dejando sin confirmar su apuesta. Ya se lo dijo Rafa: “Te vas a rajar”. Esto de que piensen más en proteger su secreto que en adivinar los de los demás puede ser una buena estrategia, pero le quita mucho interés. Me aburre verles correr para pulsar y luego no confirmar sus apuestas. Al final terminará la edición sin que nadie haya adivinado una sola apuesta.
Me olvidaba de que también conocimos anoche el secreto de Alatzne. Como se suponía era lo de las croquetas, que contado por ella queda entre absurdo y difícil de creer. ¿Quién guarda cemento (imagino que cemento blanco) en la cocina?
Los porcentajes ciegos oficiales de las votaciones para la expulsión de esta semana estaban así anoche: 64,0 %, 20,0 % y 16,0 %. A estas alturas parece inalcanzable ese porcentaje cercano a dos tercios de los votos.
Marta y Adrián hicieron su buena labor ayer afirmando que Laila ha provocado muchas veces a Carmen, pero no lo reconoce. “No ha sido una vez, como dice ella”, afirmó Adrián.
No sé yo si van a saber interpretar quienes reciben las llamadas desde la casa de los secretos eso que les dice Cora cuando acceden a decir la frase clave: “Por mi hija ma-to”. “I eat your face” más que un cumplido parece una amenaza. Como si Cora se despertase por las noches y oyera chillar a los corderos. Ya tú sabes.
Apareció el megáfono de nuevo. La demostración de que no es siempre la misma persona la tienen observando que los favoritos son distintos unas veces respecto a otras. Ayer sí iban en una misma dirección cuando gritaron: “Carmen, repesca”, “Carmen y Rafa, ganadores” y “Laila te vas a ir por provocar”. Con buen criterio, Rafa no le da importancia a estos mensajes desde que dijeron “Alatzne ganadora”, y mira dónde está ahora. Pero déjenme que me detenga en el último de los mensajes. Por lo que sea, me interesa especialmente. No es un mensaje que exprese una opinión, sino que es una predicción. Presuponiendo buena voluntad detrás de ese megáfono se podría decir que es un aviso para que a la concursante no le pille por sorpresa. Esto es como aquello que le dijo Picasso a una señora de la alta sociedad cuando le mostró el retrato que le había encargado. “Señora, ahora a parecerse”, dijo el genial pintor. Pues eso, ahora falta que se cumpla el buen augurio salido del megáfono.
Belén Esteban está siendo la que todos conocemos y, más que ninguna otra visita VIP anterior, se comporta como una más entre los concursantes. Eso no tiene precio, amigos. No le puedo poner ni una pega, entendiendo que su perspectiva la engaña. También es culpa de Laila, cuya facilidad para el engaño tiene ya acreditada. Dice la Esteban que Rafa y Laila podrían tener algo en lo que, para ella, es una especie de desigual triángulo amoroso. A ver, Belén, querida, fíjate bien. Escucha a Rafa prescindiendo de prejuicios. Y luego me dices si de verdad lo sigues pensando. Laila estaría encantada escuchando tu análisis. Como en las películas policiacas, hay que pensar siempre en quién se beneficia del crimen. Pues eso.