Tú a Tarifa y yo a Nueva York, se llamaría esta película. Son casi las cinco de la mañana. Nuestros dos protagonistas se han despertado por una de las misiones de la prueba semanal. La casa está llena de ropa de todos los concursantes por los suelos. El resto están durmiendo todavía. Azahara oculta sus ojos con unas gafas de sol, y sus intenciones con unas palabras en clave. Juanma comparte esa clave, sin pensar que fuera necesario aclararlo. Tarifa es Azahara y Nueva York Juanma, aunque tal vez debería ser al contrario.
Ambos concursantes han expresado su preferencia por ambas ciudades. Es decir, Tarifa es la ciudad preferida para Juanma y Nueva York la de Azahara. En realidad, bien mirado, las claves están bien elegidas. Los dos están a punto de expresar su deseo de estar juntos, aunque parece que Juanma lo ve más complicado. Es una escena insólita, que solo viéndola en su totalidad logra transmitir sin ningún género de duda lo que querían decir.
Si uno se queda hasta el final, casi cuando saldrían los títulos de crédito de esta película, puede comprobar cómo Azahara tiene la necesidad de comprobar que los dos habían sido conscientes de estar utilizando del mismo modo esas dos sencillas claves. Juanma ríe fugazmente y confirma que sí. Los dos usan la clave con bastante habilidad, aunque es precisamente Azahara quien se relaja en un momento determinado e introduce a una tercera persona en la conversación. Es justo en ese momento cuando me doy cuenta de todo. “Él tenía pánico a eso”, dice Azahara. Se refiere a su novio, el denunciado.
Transcribo lo fundamental de la conversación, obviando los momentos en que cambian de registro y hablan de sus claves eliminando el sentido figurado. Nueva York y sus habitantes casi todos de fuera, la gente alternativa o la comida en Brooklyn son argumentos de relleno en medio de una auténtica declaración de amor. Antes y después de eso, Azahara y Juanma expresan sus deseos de dejar a sus respectivas parejas e intentar algo en común. Ir a Tarifa es estar con Azahara, del mismo modo que ir a Nueva York es estar con Juanma. La dificultad de esas decisiones es que ambos tendrían que dejar a sus parejas. Ahí está el “pánico” del que hablaba la malagueña.
Azahara: ¿Qué tal llevas el viaje a Tarifa?
Juanma: Lo llevo bien. Bueno, lo llevo. Pienso mucho en Tarifa, y en la comida, cuando me levanto y cuando me acuesto. Un montón.
Azahara: ¿Y qué vas a hacer?
Juanma: Si te digo lo que quiero hacer.
Azahara: ¿Irte a Tarifa? ¿O no irte a Tarifa?
Juanma: Irme, de cabeza.
Azahara: Madre mía, ¿y eso cómo se hace? Así, de pronto. Además, a Hugo le dices que te vas a Tarifa… (ríe)
Juanma: Yo no creo que haya nada imposible. Conforme yo lo veo y como yo pienso, ¿sabes? no sé.
Azahara: Pues tú piensas en Tarifa, y yo pienso en Nueva York. Que es lo mismo.
Juanma: No es lo mismo.
Azahara: Sí, es lo mismo. Entiéndelo que es lo mismo.
Juanma: Yo lo sé. Pero es que yo, es lo que menos pensaba, ¿sabes? Pero es que yo lo veo una necesidad ya.
Azahara: ¿Sí?
Juanma: En parte sí. Porque cuando yo hago surf y es algo que me hace sentir bien, al final se convierte en una necesidad para mí. Porque sé que es algo que me hace sentir bien.
Azahara: Pero a lo mejor eso lo piensas aquí, y cuando salgas no piensas eso. Aquí se piensan muchas cosas.
Juanma: No, porque yo sé cómo soy. Aquí se piensan muchas cosas, claro que se piensan muchas cosas. Pero a mí me pasa al revés. Que yo cuando estaba fuera, no quería entrar, y ahora que estoy dentro, no quiero salir.
(Pausa en la conversación, que retoman poco después)
Juanma: Y tú ¿te vas a ir a Nueva York?
Azahara: Yo querría, pero tengo miedo.
Juanma: Pues tú el otro día cuando nos fuimos a acostar dijiste una frase: "el que no arriesga no gana". Pues eso.
Azahara: Ya, pero no soy sólo yo en esa cosa.
Juanma: Pero no me expliques a mí la situación porque es la misma.
Azahara: Ya lo sé. Él tenía pánico a eso, a que yo me fuese a Nueva York.
Juanma: A mí estar aquí me ha cambiado un poco la mentalidad, romper los esquemas, los estereotipos con los que venía…
Azahara: ¿Y si lo que piensas es aquí y luego fuera piensas otra cosa?
Juanma: Yo es que creo que una cosa es pensar, y otra cosa es sentir. Y yo puedo pensar, pero, si al final el sentimiento es uno, yo puedo pensar de cien mil maneras diferentes, pero vamos, cuando tú sientes. Y es que no es un pensamiento, yo creo que al final va más allá de un simple pensamiento. Yo no lo veo como un pensamiento. Pero eso es lo que yo siento.
Los dos se levantan de la mesa de la cocina, donde ha transcurrido toda la conversación, con sus oportunas interrupciones. Van a acostarse, pero Azahara tiene la necesidad de asegurarse que ha estado hablando de lo mismo que Juanma. “Ahora te explico una cosa”, le dice, mientras le lleva dentro de un armario.
Azahara: ¿Era eso no? El primero soy yo y el segundo eres tú, ¿lo entiendes o no?
Juanma: Sí, claro. Claro que lo había entendido.
Azahara: Por si no lo habías entendido y yo estoy hablando… y no lo entiendes.
Sonríen y se abrazan. Y es aquí donde aparecería el rótulo “The end”.
Me siento un poco como Fran con sus teorías conspiranoicas, pero este final es definitivo para estar seguro de que hablaban usando claves. Incluso para no tener dudas de que las claves son las que son. Tú conmigo y yo contigo, o lo que es lo mismo, tú a Tarifa y yo a Nueva York. Solo está por ver si se reservan para cuando salgan de la casa o tienen previsto retomar la acción y ofrecernos otro capítulo, próximamente en nuestras pantallas. Una historia así no se ha visto nunca. Fríos y siesos hasta para declarar su amor. Pero tenemos carpeta. Medio escondida, pero carpeta al fin y al cabo.
Lo anterior sucedía a esas intempestivas horas, antes de que Fran se mostrase humillado por las misiones propuestas por el programa y decidiera interpretar las dos últimas como castigos por el supuesto mal comportamiento de los concursantes. Mal comportamiento de los demás, por supuesto. Para este auténtico experto en paranoias la misión que dio con la ropa de todos por los suelos era un castigo por ser desordenados. Y la posterior, que les obligó a sacar todos los colchones al jardín, un castigo por los que no hacen las camas.
“Pagan justos por pecadores”, dijo Fran. Y mientras decía algo tan recurrente yo no pude evitar empezar a sentir cierta compasión por él. Es como ese personaje de cine mudo al que todo le sale mal. Piensa mal y fallarás, diría en su caso el refrán. Lleva desde que entró en esa casa sin dar ni una, desafinando y disparatando todo el rato. Anda como elefante en cacharrería, y lo más curioso es que se piensa que es el más listo. Los castigos le ofenden y humillan, por lo que está a punto de saltar. La siguiente misión es el momento ideal, porque todos deben de hacer la ameba, cogiendo sus manos y andando siempre juntos. Estar en círculo facilita la discusión.
Fran está singularmente alterado, levanta la voz y le cuesta escuchar a los demás, sobre todo cuando toma la palabra Alejandra, que se ha convertido en su enemiga más reciente. Tiene muy atravesadas a ella y a Azahara. No sabría interpretar si su mirada hacia ellas es más de odio, desprecio o desagrado. Por la noche terminaba de explotar contra Alejandra porque ella le había elegido para una misión que consistía en llenarse la cara de pinzas de tender, como aquellas que usaba Marta Sánchez (GH 12+1). De nuevo humillado por una misión. Creo que le habría pasado lo mismo si le llegan a elegir para estar horas en la cuadra junto a Rubia, o vestirse de cucaracha, por poner un par de ejemplos.
La discusión de la mañana fue sobre lo de siempre. A Fran le altera lo que para él es una obsesión por la comida que al parecer comparten todos menos él. Loli también se desmarca de ello, con el argumento de que ni siquiera merienda. Curiosísimo que ellos dos sean los menos obsesionados por la comida, pero los únicos a los que les sobran varias decenas de kilos. También parece contradictoria su preocupación por el desabastecimiento de ciertos productos de la despensa, en previsión de no superar siguientes pruebas semanales. Si no están preocupados por la comida deberían ser los menos interesados en ello. Y un sinsentido más: el azúcar o la sal cuyas existencias dicen ahora proteger han sido comprados con unos presupuestos semanales conseguidos por haber superado pruebas en las que ellos dos no han dado ni chapa.
¿Recordamos cuántas veces subió Loli gotas de agua en la prueba del espacio? Ni una sola. Es más, solo se vistió con el uniforme de la prueba un día, para ayudar a dar vueltas al girómetro aquel, o como se llamara. Poco más hizo Fran. ¿Y en la prueba del colegio? Todos repasaron las preguntas, pero Fran y Loli no hicieron el circuito más que una vez. Otros le dedicaron varias horas al día. Y ahora cuando otro compañero elige a Fran para una misión de la prueba semanal se ofende.
Por cierto, la prueba del pasacalles no será perdida por Alejandra, como sugerían las imágenes del 'Última hora' de anoche, sino porque Loli casi todo el rato, y Fran al menos en sus primeras vueltas no saltaron sino que levantaban solamente una pierna para pasar por encima de sus compañeros. Si suspenden esta semana la prueba, como parece que sucederá, será también en parte por culpa de estos dos que se han erigido en guardianes de las buenas maneras y vigías de la despensa.
No me sorprendió que Fran no dejase hablar a Alejandra en la reunión. Tampoco el desprecio que posteriormente expresó hacia Juanma, el único que dijo algo sensato. Si ellos mismos señalan que han repetido una y otra vez lo mismo sin éxito, lo que toca es asumirlo y dejar el tema. Esto vino a decir Juanma, con su cansino estilo y repitiendo partes de las frases dos veces, cómo él hace, cómo él hace, es así, es así, primo, primo.
No puedo describir hasta qué punto me puso de mal humor todo esto ayer. Un déspota acusando a los demás de ser desordenados, sucios, descuidados y estar obsesionados por la comida. Él un santo, supongo. A su lado, Omar y Vitín dorándole la píldora siempre. Y Loli refrendando sus tesis. El papá y la mamá de la casa no se dan cuenta de que no son ni una cosa ni la otra. Eso no es una familia, ni siquiera un grupo de amigos. No están pasando unos días de vacaciones en una casa rural. Son concursantes de un programa de telerrealidad, que están compitiendo por un premio. Por tanto, pocas tonterías de decir a los demás cómo deben comportarse. Cada uno a su juego, y al que no le guste ya sabe, a nominarle. Y esperar si la audiencia prefiere al déspota o al que está disfrutando de la experiencia. Porque, la verdad, ver a Fran amargado por tener que convivir con el resto de concursantes y humillado por las decisiones del programa en la prueba semanal provoca un hastío inmenso.
Ni siquiera establecen reglas mínimamente lógicas ni justas. Yolanda se quejaba por la mañana de que no puedan usar el azúcar para el pan tostado, pero sí para endulzar el café. ¿Y si alguien no se pone azúcar en el café? Es el caso de la prima. ¿Por qué no dejar que cada uno haga un uso responsable del bien común? Y a quien abuse, nominación. Mientras haya azúcar que lo usen. Y cuando se haya acabado ya nadie podrá. Ni para el café ni para la tostada.
Tras la enésima escenita en la que unos pocos deciden lo que deben hacer los demás, seguimos con más de lo mismo, aunque en este caso con Luis y Alejandra en la soledad del vestidor. El trasfondo es el mismo, uno pretendiendo decir a otro lo que debe hacer, incluso cómo ha de comportarse. Bordeando lo absurdo, Luis acusa a Alejandra de ser agresiva. No digo que le hubiera dado una colleja porque está feo y se hubiera jugado la expulsión, pero si en ese momento le manda a la mierda yo le hago la ola a la prima. No llegó a tanto, pero se puede apuntar el tanto de decirle a Luis unos cuantos “totos” y “chochos” que me imagino le produjeron una cierta desazón.
Alejandra estuvo bien, casi como para verla aparecer de repente. ¿Qué le falta? ¿Dónde está el fallo por el que aún no la veo aparecer de forma tan repentina como esperada? Pues es muy simple. Porque a la noche le pedía perdón a Luis. ¿Perdón de qué? Así no se puede. No hay nada por lo que Alejandra deba pedir perdón. Luis pretendió enseñarle cómo ha de comportarse, haciendo de Pigmalión sin que nadie se lo hubiera pedido.
Muy bueno el golpe bajo de recordarle que en el ‘putanesca gate’ algunos rieron, pero luego lo consideraban muy grave. Se estaba refiriendo a Fran. ¿Por qué no le dijo Luis a su apoderado ese día que estaba siendo injusto e incoherente? También bien por aclarar que la grave ofensa del jueves tras las nominaciones ni siquiera estaba basada en algo real. Pensaron que las primas habían escuchado una conversación de la que Alejandra no tenía ni idea. Menudo lío armaron por nada. Alejandra dice directamente que hay gente muy falsa. De nuevo juraría que iba por Fran, de quien afirmó que no hacía falta que fuera de padre con nadie. Cuando hay un concursante que dice las mismas cosas que uno mismo la satisfacción es grande. Esa fue ayer Alejandra, y yo la vi aparecer de repente casi tanto como deseaba.
Moleskine del gato
Lo de la hora sin cámaras para Xamy para soltarse el pelo fue una buena idea. Podemos decir que hubo hora sin velo, lo cual es totalmente novedoso. Una lástima el escaso entusiasmo, casi diría la desidia, con la que acogió la sorpresa. De desagradecidos está el mundo lleno.
Ayer todo Twitter (me encantan estas exageraciones, como aquello del “todo Madrid” que decía siempre cierto diario de la capital para describir una gran asistencia de celebridades a un acto social) comentaba unas palabras de Paula. Dice la hawaiana que hasta hace pocos años tomaba leche con cacao en polvo (evito decir la marca) en biberón. Al parecer le encanta hacerlo. Sinceramente, no sé dónde está el escándalo. Trabajé en una empresa que en Navidades nos regalaba un biberón de farmacia relleno con whisky. El único fallo que le vi siempre es la calidad del líquido elemento. No es por desacreditar al segoviano, pero hubiera preferido algo más de la parte de Escocia y alrededores.
Lo de Fran es tan de traca que superando el malestar que me provoca me empieza a divertir al mismo tiempo que siento cierta ternura viendo su torpeza infinita. Ayer le decía a Paula: “Te prometí que cada vez que pudiera le iba a nominar, y así será”. Claro, por eso hace dos semanas no lo hizo y la pasada le nominó en positivo, aunque dijera el nombre de Vitín. La respuesta de Paula fue lo mejor, en este caso: “A mí eso me da igual, puedes hacer lo que quieras”. Otro zas en toda la boca. Hemos cantado línea, seguimos para bingo.