Adrián y Marta: ni quiero, ni puedo
Hoy serán dos los daguerrotipos. Primero porque no sé cuando acabo esto y necesito asegurarme de que no me pilla el toro. Además, no está mal juntar los perfiles de Adrián y Marta, carpeta oficial de la edición. Me hago un favor puesto que por separado me iba a costar llenar tantos párrafos como dediqué ayer a Carlos. Pero esto será más adelante, antes repasemos cómo fue el comienzo de la campaña.
Rafa está convencido de que la final es mañana y ya está haciendo planes de lo que hará cuando acabe el programa. Siendo malicioso diría que le preocupa tener que quedarse a solas con Carmen, aunque sé que es una persona con recursos que no le tiene miedo a casi nada. En lugar de la final se encontrarán todos con la sorpresa de la llegada a la casa de sus jefes de campaña, que anoche hacían breves alegatos a favor de sus defendidos.
Brenda fue la primera y clavó el medio minuto que tenía para pedir el voto que daría el triunfo a Carlos. Este finalista y su jefa de campaña son el día y la noche, principalmente porque no transmiten el mismo buen rollo los dos. Atribuya el lector el mérito a quien corresponda. Cora desaprovechó la mitad del tiempo disponible en cantar una canción de su hermano. Digo cantar por ser amable porque los dos hermanos no están dotados para las mismas artes. Tras el momento de promoción y unas risas absurdas apenas le quedó tiempo para destacar las virtudes de Adrián.
Colchero parecía estar llamando a un rebaño. No le faltó mucho para que le escucharan en Guadalix de la Sierra sin amplificar su voz. Es posible que dijera cosas bonitas de Marta, pero gritando tanto que no me pude centrar en el mensaje. Si hay otra edición de ‘La hora Chanante’ bien podría hacer el personaje del gañán, sustituyendo al gran Ernesto Sevilla. Me queda Rafa y lamento decir que no tuvo una defensa mejor que sus rivales. Iba a decir y digo que no tuvo la defensa que merece, porque a estas alturas no voy a pretender engañar a nadie. Hay un concursante que a todas luces merece más que los demás el triunfo y, sin negarle al lector la opción a opinar algo distinto, debo decir que su nombre es Rafael Martínez Alarcón.
Daguerrotipo de Adrián
Adrián es de esos concursantes que prometen mucho al principio y se quedan después en poco más que nada. La historia de su amigo muerto, demasiado recurrente para mí gusto, hizo que le viéramos con ojos piadosos en la gala de presentación. Su envidiable presencia física y una sensación de naturalidad algo engañosa confirmaron las buenas impresiones primeras. A los pocos días vino el runrún de su posible carpeta con Colchero y así terminaron de subir las acciones de este concursante hasta hacer reventar los índices bursátiles. A partir de ahí todo fue decepción para este gato cronista.
Llegó a estar tan en el fondo del pozo que a partir de ahí solo cabía ir mejorando, como dice la canción de Serrat. Adrián se fue recuperando hasta que comenzó de forma casi accidental su relación con Marta. Solo para las carpeteras ese paso hizo mejorar la imagen de un concursante que nunca ha parecido creer en su propia historia amorosa. Me atrevo a hablar en nombre de la mayoría del resto de los mortales para decir que la suya es una de las carpetas más anodinas e insustanciales de cuantas hemos visto en más de dos décadas de realities. Ya su comienzo fortuito e impensado plantea más que dudas. Que Adrián conectaba mejor con Virginia es evidente. En un buen puñado de ocasiones le vi tontear con ella. Nunca con Marta.
Que Adrián necesitara la revelación de Virginia, lo cual hizo un efecto en él parecido al de una aparición mariana para el mayor de los beatos, explica bastante lo que pasó después. Dice una frase popular: “Amor por interés no dura porque no lo es”. El interés de Adrián por Marta fue despertado de tal manera que si yo fuera Marta me habría parecido ofensivo. Pero el interés parece mutuo, al menos en dos de los sentidos de la palabra. Interés que mostraron porque un tercero quiso dejarles vía libre por si acaso, luego sustentado de manera interesada por los dos.
Marta y Adrián debieron pensar que no perdían nada por intentarlo. La razón de la falta de convicción de este último fue explicada por él cuando decía con la boca pequeña que hacer carpeta no te asegura nada, poniendo como ejemplo a Elena y Alberto. No asegura el triunfo, ni siquiera durar más en el concurso, pero todo es cosa de probarlo, debieron pensar. Marta escuchó escéptica lo que Virginia le explicaba y llegado el momento exclamó: “Muy interesante”. Todo es cuestión de interés, se mire por dónde se mire. Con esto no quiero decir que no hubiera nada más entre ellos. Marta siempre sintió atracción por Adrián, y este expresó la suya hacia todos y cada uno de los habitantes de esa casa. Lo hizo a preguntas de Nagore y parecía algo más que una fanfarronada. Personalmente lo entendí más como la pulsión inconsciente propia de la preadolescencia. El problema es que el señorito casi peina canas. Cerca de los treinta cabe esperar que todavía no haya llegado la madurez plena, pero de ahí a parecer casi un púber va un enorme trecho.
Las relaciones de pareja son cosa de dos, y en este caso hay carencias por ambas partes. En muchos momentos parece que Adrián no quisiera tirar de ese carro, y casi siempre veo a Marta incapaz de hacerlo ella sola. Ni siquiera podría decir que lo de estos sea un quiero y no puedo. Más bien veo que ni quieren, ni pueden. Adrián especialmente lo primero y lo segundo Marta. Relaciones que se presentaban más difíciles han terminado prosperando, por lo que no me atrevo a jugar a la precognición. Ahora bien, lo visto hasta ahora transmite más aburrimiento que pasión. Y el aburrimiento, como el bostezo, es altamente contagioso.
Adrián me parece un tipo inmaduro y exageradamente básico dada su edad y entorno. Pero no me parece un mal tipo. No obstante, siempre me extrañó ese curioso harén que se formaba en torno a su cama casi todas las noches durante semanas. Su arranque explosivo le ha podido causar algún problema importante que no ha llegado por suerte y con la ayuda de todos un poco. Desde el principio pensé que ocultaba algo y creo que se trata de eso que yo llamo arranque por prudencia y consideración. Por lo que ha llegado a sugerir en alguna ocasión me parece que esto le ha supuesto un problema en el pasado. Y me atrevo a decir que su principal interés participando en este concurso era comprobar que ya lo tiene superado. No sé cuál será su balance.
Daguerrotipo de Marta
No creo ser excesivamente duro si digo que Marta hubiera sido expulsada de la audiencia hace semanas de haber estado expuesta y en el caso de que Virginia no les hubiera abierto los ojos a ella y a Adrián sobre el interés (de nuevo la palabra) que tendría una relación entre los dos. Marta sin carpeta era una de las piezas menos atractivas del mecano que es este concurso. No niego que sin Marta hubiera podido caer desmontado el conjunto, pero veo mucho más posible que nadie la hubiera echado de menos a las dos semanas, tanto dentro como fuera de la casa. De alguna manera ligó su destino al de Adrián y eso le ha dado más que le ha quitado. Lo principal es que se ha convertido en musa de las carpeteras, inspiración que tiene su fundamento en la historia de chica que de forma inesperada se liga al chico más deseado del grupo. Sucede que llegado el momento creo que Adrián ya no era tan deseado.
En el otro lado de la moneda, Marta se ha venido arriba desde que está con Adrián y eso ha permitido ver su lado menos atractivo. Parecía una chica sensata, con la cabeza bien amueblada, capaz de ponerse de ejemplo porque su actitud se acercaba a lo ejemplar. Sin embargo, hemos podido comprobar que hacía aquello que criticaba en otros. Pocos han cometido más abusos con la despensa, mostrando especial inquina hacia el frasco de crema de cacao. También hemos visto que se trata de una persona controladora, cuya obsesión por mantener a sus personas afines alejadas del enemigo le ha llevado a pedir explicaciones que exceden lo que se ha de esperar en un amigo. Marta ha quedado más expuesta desde que está emparejada y lo visto ha empeorado mi opinión sobre ella.
La peor imagen de Marta es la de ese momento en que inquiría a Carlos en el baño sobre su cambio de relación con Rafa. Más que averiguar las razones había una evidente intención de censura, enmascarada por ella para convertirlo en desinteresado interés, lo cual es una clara contradicción además de un juego de palabras. Esa preocupación por lo que afecta a los demás denota una cierta pobreza de espíritu y es común a los concursantes que a falta de aportar una potente historia personal se dedican en cuerpo y alma a vivir las historias de otros. Lo curioso es que en este caso ella ya tenía su propia trama. Más bien parece frustración por el éxito ajeno.
Marta quería aislar a Rafa y asegurarse la exclusiva de un compañero de concurso con el que simplemente había coincidido en intereses. Si sale a colación tantas veces el término debe ser por algo, tal vez porque esta concursante ha sido más de interés que de afectos. Marta no ha tenido una relación afectiva con nadie en la casa. Probablemente debiera hacer la excepción de Adrián, aunque en ese caso me asaltan un montón de dudas. Su cercanía a Colchero ha sido por ósmosis, dado que era el mejor amigo y persona más querida de Adrián en esa casa. Colchero y Marta tienen en común a Adrián, por eso le ha elegido jefe de su campaña. Pero el afecto que tiene Adrián por Colchero no lo tiene Marta.
Él propio Colchero reconoció que aceptó ser elegido por Marta porque sabe que no tenía otra opción. Por esto dije antes que en realidad nadie la hubiera echado de menos en caso de salir expulsada. Contrasta su situación con la del resto de finalistas, dado que todos hubieran tenido otras opciones e incluso pudieron llegar a tener alguna duda sobre su elección. Mientras Adrián hablaba de “los nuestros” como el jefe de la mafia calabresa, Marta demostraba lo poco permeable que era su grupo mostrándose poco hospitalarios con los concursantes que se incorporaron después que ellos. Ya fuera por días, como Álvaro, o meses, como Sara.
Es una impresión personal, pero ya expresé esta misma semana mi idea de que ahora Marta intenta de forma sibilina comprometer a Adrián y dejarle mal ante la audiencia. Para ello ha llegado a expresar la duda sobre si Cora tenía interés por él. En definitiva, no olvidemos que aparte de pareja son rivales. Sea o no por esto, lo cierto es que llevamos un tiempo viendo una Marta cada vez más ahogada en llanto, dando la imagen de víctima en una relación sobre la que prácticamente todos han opinado que ella estaba dando más. También en esto han tenido que darle pistas. Como si no saltase a la vista.
Moleskine del gato
Como más adelante es fácil que me vaya a atropellar el tiempo me gustaría hacer una breve reflexión sobre esta edición que ha supuesto la vuelta del reality de encierro con concursantes desconocidos. Es un matiz lo de decir desconocidos en lugar de anónimos. El concepto “anónimo” conlleva el desconocimiento u ocultación del nombre, lo cual no sucede en ningún caso. Por eso es más preciso hablar de desconocidos, aunque a decir verdad los concursantes lo son justo hasta el comienzo del programa. Al día siguiente ya no pueden ser definidos como tal. Los desconocidos de esta vez han tenido un perfil diferente a lo que estábamos acostumbrados, y eso ha influido para que los más fieles seguidores del formato celebrásemos este regreso con especial fervor.
Nos hemos encontrado con concursantes cuya prioridad era vivir la experiencia intensamente. Son, en su mayoría, gente que tiene una vida rica fuera y no busca especialmente vivir del mundo de la televisión, aunque los cuatro finalistas en liza coinciden en no hacer ascos a todo lo que les pueda surgir en ese ámbito, que posiblemente sea nada. En cualquier caso, lo que la mayoría valoró a la hora de presentarse a los castings no es hacerse famoso por la vía rápida sino otras cosas. La labor de búsqueda de concursantes capitaneada por Pepa Álvaro ha dado con un grupo muy diverso en el que hay desde un frutero que ha ejercido de guionista en la radio hasta un profesor, pasando por una estudiante de matemáticas, una teniente de alcaldesa y hasta una barrendera.
La diversidad en origen, etnia, cultura y hasta identidad sexual ha sido la marca de esta recuperación del reality con desconocidos. Aunque me interesa más eso que identifica a la mayoría relativo a lo que buscaban o no queriendo participar. Excepciones han existido, pero la tónica general es la que cuento. Es cierto que Kenny cuando no dormía presumía de los bolos que le saldrían una vez estuviese fuera. Creo que por eso quiso marcharse cuanto antes. Pronto habrá descubierto que ese futuro inventado no existirá nunca. Pero la mayoría no están pensando en eso, lo cual se ha notado. La selección de concursantes me ha remitido a GH 12+1, edición de la que guardo más grato recuerdo entre las de la segunda mitad de la década y mi última preferida, sin ninguna duda.
Celebro que el casting haya recuperado la esencia, de igual manera que, en líneas generales, lo ha hecho la propia mecánica del programa. Poca información a los concursantes de lo sucedido en la casa, un aislamiento relativamente estricto y confianza en el propio desarrollo de la convivencia son señas de identidad que me han hecho recordar los mejores momentos de nuestros realities. No sé si era el momento para recuperar esta esencia de la que hablo, más fácilmente describible de lo que parece. En todo caso, este gato cronista y enamorado del formato lo agradece. Mucho, además.