Carta a los Reyes Magos (y II)
Imagine el lector que este jueves queda finalista Rubén y el jueves próximo se lleva el maletín. La deslealtad premiada entre un grupo que se ha ganado mayoritariamente nuestras simpatías y gratitud. Anoche dormían Rubén, Miriam y Hugo mientras el resto enredaban en la cocina. Veía a Carlos, Pilar, Gabaldón y Yangyang juntos dando vida a esa casa y pensaba que no me importaría ver a ninguno de ellos en la final, o incluso proclamándose ganador. Me gustaría que lo fuera Hugo, pero es una auténtica alegría ver a este grupo de finalistas. Sin embargo, Rubén y Miriam están sepultados por su amargura. A estos me cuesta verlos y hasta un acto reflejo me hace poner el mute si se prolonga mucho la conversación entre ellos.
No sé si Rubén y Miriam pasarán el corte del jueves. Ni siquiera pienso que sea justo si lo hacen. Mis sospechas son que tiene más posibilidades de llegar a la final Miriam. Confío en la posibilidad de ver fuera a Rubén este jueves, pero no apostaría por ello. Es posible que esta noche conozcamos si se han movido los porcentajes ciegos en el Última hora y eso nos puede dar alguna pista. Haber llegado a diez días del final sin nominaciones les ha quitado presión a todos menos a estos dos concursantes cuya presencia me incomoda. Da la impresión de que vivieran el concurso de los demás con más interés y pasión que el propio. En realidad, así ha sido siempre.
El episodio de la cinta en el pelo con el número de teléfono es muy significativo. Rubén y Miriam afean a Yangyang que no lleve puesta la cinta. Ella se defiende afirmando que no es obligatorio, lo cual le niegan. Incluso Carlos en este caso presiona a Yangyang asegurando que sí están obligados a llevarla puesta. Ella va al ‘confe’ y el ‘súper’ niega que sea así, aunque le recomienda que la lleve o al menos la tenga puesta en algún lugar visible. Yangyang vuelve a hablar con los inquisidores Rubén y Miriam defendiendo su postura.
El argumento de Miriam es que si lo pone en el cabecero de la cama las cámaras no lo están grabando todo el rato y sí su cabeza. El de Rubén, que Yangyang puede estar pretendiendo lanzar un mensaje a la gente sobre su carácter desprendido y poco egoísta, o algo así (estoy interpretando un poco lo que dicen con afán de sintetizar). Yang se pone seria como pocas veces la he visto. “Tú siempre dices ‘la gente va a pensar tal cosa’”, afirma. Y añade: “¿No te parece un poquito tonto?”. De forma suave y casi sin que se note le estaba llamando tonto.
Estas sutilezas de Yangyang me encantan. En realidad, les da rabia todo lo que haga. En eso ganan a Gabaldón o Carlos, bestias negras oficiales de la china. Miriam se ha hecho pasar por su amiga durante semanas, pero no ha parado de intentar manipularla. Nunca la ha llegado a soportar, lo cual deja traslucir en su rostro cada vez que habla con ella. No sé si es más desleal esta actitud que la de Rubén con Hugo. Este al menos se apartó de quien había sido su amigo de forma ostensible. Bien es cierto que no le dio ninguna explicación creíble y ocultó a todos lo que estaba diciendo de él. Le hizo creer que no había pasado nada, pero no siguió a su lado.
Sin embargo, Miriam sí ha continuado haciendo creer a Yangyang que es su amiga. Pero a un amigo no se le hacen ciertas cosas, ni se le intenta manipular, ni se pone cara de asco al hablarle ni se le cuestiona por la tontería de la cinta en el pelo. Ayer nadie llevaba ya la cinta. Por cosas como esta que relato me parecería inconveniente ver a Rubén y Miriam en la final. Que al menos no lo hagan juntos es lo que pido, porque eso sería igualmente premiar la que, en mi opinión, ha sido la peor de las actitudes vistas en esa casa durante la presente edición.
Ha sido una edición sin carpetas, lo cual ha podido afectar al seguimiento que ha tenido. Es posible que cuando hagamos un análisis de forma detenida lleguemos a la conclusión de que necesitamos aquello que tanto detestamos. La desnaturalización del formato que aporta esa parte de la comunidad de seguidores que hemos dado en llamar “carpeteras” puede compensar si aportan algunas cosas imprescindibles para su buena marcha: conversación en redes sociales y audiencia.
Es precipitado hacer este análisis ahora. Además de poco conveniente. Me siento incómodo apuntando posibles diagnósticos aún con la edición de cuerpo presente. No es hora de hacer esa necesaria autopsia, que habrá de esperar hasta después de la final. Es posible que tampoco sea este el sitio oportuno para ello. En cualquier caso, sería una contrariedad que una edición sin carpetas viera su tramo final afectado por lo que ha sido una fake carpeta. Entre Miriam y Rubén no hay más que un tonteo sin un ápice de pasión ni ganas. No digo que la tensión sexual pueda ser resuelta cuando salgan. Es muy posible que eso suceda. Pero ya sabrá el lector que una vez termine esto lo que pueda pasar me trae bastante al pairo.
Anuncié hace más de diez días que seguiría escribiendo la carta a Sus Majestades los Reyes Magos. Su primera parte estaba dedicada a los concursantes que estaban entonces en juego y me faltaban los que ya habían sido expulsados. Como lo prometido es deuda y, además, me viene bien para lo mío porque el panorama en la casa no permite hacer muchas más florituras, completaré hoy esa lista de regalos que hago con más buena intención que mala. La verdad es que solo pretendo hacer unas risas. Si lo consigo estará bien empleado el tiempo invertido en este divertimento.
Carta de Reyes (segunda parte)
Hoy sí que será breve, e intentaré que bueno.
Cristian F.: Una audición para ‘La Voz’. Jarabe de paciencia para aceptar los comentarios no tan positivos de los que le rodean. Yodo y tiritas para los arañazos. Ejem.
Daniel: Café para que despierte más temprano y no vuelva a dejar lo mejor para el final. Aguja e hilo para darse un punto en la boca, pero que luego no lo use, y que rabien algunos.
Javier: Una cinta de chistes de Arévalo para comprobar que si los de Mina y Carlos le parecieron mal aún pueden ser peores. Un laberinto para perderse y encontrarse todo el rato.
José María: ¿Quién?
Juan: Mucho ‘fluxus’, que buena falta le hace.
Laura: Una brújula para saber todo el rato dónde está el norte, el sur, el este y el oeste. El libro de autoayuda ‘Aprende a ser discreto antes de pedir discreción a los demás’. La ‘escóbula’ que viene con la brújula.
Miguel: Una silla de masaje de esas que te relajan mientras te atrapan por las piernas, para que durante un rato deje de quejarse por todo. Una tila, una clase de yoga, un cigarrito de la risa. Lo que sea para que se siga relajando.
Mina: Un visor de auras, como el de Maico, pero mejor, para ver si así elige mejor las compañías. Un trébol de cuatro hojas a ver si tiene mejor suerte que en este concurso porque estoy seguro de que lo merece. Y un buen estilista que mire por su bien.
Nerea: Un reality con el primer episodio completo. Una suscripción al ¡Hola! y que elija otra famosa que no sea Paris Hilton para mejorar un poco el parecido. Un traje de Papá Noel para Coco (Chanel), que los hay muy monos en los puestos de la Playa Mayor.
Petra: El manual ‘Cómo ser una villana’, porque la etiqueta le viene algo grande y más bien parece demasiado buena. Una portada en Interviú. ¡Espera! Que eso ya lo tiene. Pues más portadas, más.
Yolanda: Una segunda oportunidad, porque la primera vez fue demasiado breve. Y una tercera oportunidad, si es preciso.
Tengo la sensación de haber sacado a pasear un grupo numeroso de cadáveres virtuales. Felices Fiestas a todos ellos.
Moleskine del gato
Nos volvemos a leer en medio del puente, este jueves. Ese día tendremos una fiesta con apariencia de semifinal, además de una pinta muy buena.
¡Y viva la Constitución!