La cena a las ganadoras de la última prueba semanal era un caramelito para que hicieran lo que más les gusta: hablar de Laura Bozzo. De manera poco improvisada decidieron no dar rienda suelta a la conversación, como haría cualquiera en un caso similar. La propia charla marca su camino, tiene vida propia y nos sorprende a menudo terminar hablando de vacas cuando empezamos criticando una canción. Así podría haber sido la conversación entre Carmen Alcayde y Naomi Asensi, pero prefirieron dar notas a sus compañeros finalistas sobre determinados aspectos de la convivencia. ¿No estarán ya hartos de hacer estas cosas obligados por el propio programa? Parece que no, porque por iniciativa propia se dedicaban a esto mientras cenaban.
Intuían que las estarían viendo desde el salón de la casa, por eso hablaron solo un poco de los demás y la mayor parte del tiempo la dedicaban a provocar la encendida reacción de Laura Bozzo cuando volvieran. Saben que si sus contrincantes se dejan llevar por la ira están perdiendo votos y solo les interesa quitárselos a la diva. Por eso Naomi llegó a decir que si aceptan su invitación de ir a Acapulco quién sabe si al segundo día las va a echar de su casa. Daba igual lo que dijeran porque el objetivo era poner el palito para que Laura se subiera, como se hace con los pajaritos. También parece perseguir que Laura y Carmen vuelvan a enfadarse. Naomi Asensi se columpia cuando dice que Alex Caniggia igual no está apoyando a Laura Bozzo. Pensará que la apoya a ella o a Carmen Alcayde, cuando ha llamado “sanguijuelas falsas” a las dos hace unos días en una red social.
El reproche a Carmen es que no paró el aquelarre que le estaban haciendo a Laura. En lugar de pararlo contribuyó a ello, bien es cierto que en menor medida que Naomi. Al menos Carmen no recurrió a la mentira para tirarla por tierra, como hizo su contertulia. Por ejemplo, cuando afirmó que solo ella ha pedido algo de la compra semanal (una crema de cacahuete) y se lo concedieron. Como si fuéramos tontitos incapaces de recordar la bebida y comida sin gluten de Avilés, o los múltiples caprichos que sin encomendarse a nadie compraba Jessica, fija en la compra durante semanas. Poca categoría demuestra tener el concursante que a una semana de la final necesita disparar a sus rivales, especialmente si lo hace por medio de ridículas mentiras.
Antes de la cena, los seis finalistas habían hecho su porra para la final, ordenando del uno al seis según desearían que quedasen todos clasificados. Solo Michael Terlizzi decidía en principio no ponerse como ganador y cederle el privilegio a Luitingo, pero lo corrigió más tarde. En realidad, el puesto clave era el segundo, dado que todos se pondrían como ganadores. También tenía cierto interés ver qué concursantes copaban la última posición. Luitingo tuvo tres últimas posiciones, Naomi dos y Michael una. En cuanto al importante segundo puesto solo repitió dos veces Albert Infante (por Carmen y Laura), mientras que los todos los demás aparecieron una vez, menos Naomi que no tuvo ninguna.
Laura Bozzo puso a Carmen Alcayde en cuarto lugar, por debajo de Naomi Asensi. No es tan extraño como parece porque era en respuesta a que Carmen también había reservado esa plaza para ella. Solo Albert puso a Laura en segundo lugar, mientras todos los demás le desearon esa cuarta posición, la más detestada tradicionalmente. En lo que sí coincidieron los incombustibles naranjas (aunque Naomi volvió a decir que no es del equipo) es en poner en la cola a Luitingo y Michael. A destacar que todos estuvieron amables y conciliadores a la hora de explicar su porra. Las tiranteces vendrían tras la cena.
El problema con Naomi Asensi no es que entrase más tarde. Ella piensa que entrar cuando ya llevaban todos un mes haciéndose un hueco en la casa y, sobre todo, en el corazón de los espectadores la va a castigar. Cree, además, que no pasa lo mismo con los repescados y, efectivamente, es bastante diferente. Reservas y repescados tienen igualmente un hándicap al no haber permanecido todo el tiempo en la casa y, por tanto, estar menos sometidos al estrés que produce un encierro tan prolongado, más si es dentro de un juego de eliminación competitiva. Pero, insisto, no es esto lo que a muchos nos hace pensar que no merece el premio igual que sus exsocias Laura Bozzo, Carmen Alcayde o Albert Infante (por cierto, repescado tras semanas descansando en casa para volver con un zurrón de útil información).
Sucede que Naomi Asensi ha empezado a despertar demasiado tarde. Por lo visto, creo que habría pasado lo mismo si llega a entrar en la casa el primer día, como el resto de los finalistas. Nada me hace pensar que no se hubiera comportado igual, manteniéndose ajena a casi todo, apareciendo solo los miércoles para hacer cálculos para las nominaciones (y esto no estando ya Alex Caniggia en la casa). La mayor parte del tiempo era empleado por Naomi en peinarse y maquillarse, sin participar de aquello que era común a todos y evitando así desgastarse innecesariamente. Algunos ilustres concursantes señalan que es recomendable pasar el primer mes en un discreto segundo plano porque quienes durante ese tiempo sacan un poco la cabeza corren el riesgo de ser tempranamente expulsados.
Puede que Naomi tuviera clara la teoría, pero se le fue la mano a la hora de aplicarla porque permaneció en segundo plano durante más tiempo del recomendable. Entró en la casa con información exclusiva, igual que pasó con los repescados a su vuelta, y durante demasiado tiempo estuvo analizando la situación antes de entrar en acción. Soy consciente de que muchos lo compran, pero no me parece justo ni equitativo juzgar igual su concurso que el de los demás. Puede ser una decisión inteligente, pero me parece que es tener demasiado rostro pretender equipararse a quienes se echaban el programa a las espaldas mientras ella solo se maquillaba y peinaba al tiempo que planeaba arrasar en el momento que entrase en acción.
Naomi entró en acción demasiado tarde, como digo. Y lo hizo cuando a los demás les era prácticamente imposible reaccionar. A esas alturas ya sabía lo que debía hacer, había tenido tiempo para conocer los talones de Aquiles de sus rivales, pero también los de sus aliados. Por supuesto, su plan hacía aguas por todos lados, aunque no niego su logro de conseguir que una parte de la audiencia se identificara con ella. Apareció de improviso como la justiciera que dice verdades como puños y no se casa con nadie. Es un rol facilón, aplaudido por mucha gente. Si hubiera sido así desde que llegó a la casa me lo hubiera creído, pero por su tardío despertar se me antoja que es pura estrategia.
Tampoco ha sabido Naomi disimular para que más espectadores comprasen su aparición a escasas semanas del final. Anoche mostró las características principales de sus arrebatos justicieros. Primero ataca sin piedad y cuando su víctima (o víctimas) está en condiciones de reaccionar, entonces se sale por la tangente evitando la confrontación de ideas. Presume mucho de que dice las cosas a la cara, algo de todo punto innecesario. Anoche mismo hablaba de Laura, pero también de Luitingo, y cuando este quiso responder, una vez volvieron a la casa tras la cena, Naomi prefería evitarlo diciendo al cantante que no le importaba nada lo que pensase y se quitaba de en medio entre risotadas. Ni siquiera quiere exponerse a confrontar sus invectivas con las personas aludidas por ella. No fuera a ser que sean más convincentes. Naomi tiene miedo a exponerse, por eso no solo despertó demasiado tarde, sino que sigue protegiéndose en exceso.
Cuando Naomi había conquistado a cierta parte de la audiencia yo estaba ya dudando de su burda estrategia. No solo dudando, también lamentando su torpeza porque había descubierto a una concursante inteligente, capaz de hacer una buena lectura del juego y, posiblemente, quien mejor conoce el formato entre los concursantes de esta edición. Es una de las nuestras, sin ningún lugar a dudas. Además, tiene un humor peculiar y una gran sensatez. Por eso me hubiera gustado que interviniera muchas veces en lugar de estar ausente. Que se hubiera enfrentado a Avilés, por ejemplo, con quien se achantó, como hicieron casi todos.
Naomi es a menudo brillante analizando de manera crítica a sus compañeros. Lástima que tenga una cierta obsesión con Laura Bozzo. Es verdad que la diva se ha portado mal con ella en ocasiones, pero también lo es que nadie en la casa la piropeó tanto, valorándola en público como concursante y como persona. Yo también la valoré, pero ha sido una decepción descubrir esa Naomi contrariada porque el mensaje de un seguidor a la diva era mejor que el suyo. O que se enfadase cada vez que en una conexión en directo fue protagonista Laura en lugar de ella, reclamando un protagonismo que no se ganó en el día a día.
Los porcentajes ciegos siguen inamovibles, salvo que los dos menores ahora se han igualado al 10 % y el segundo más votado baja del 21 al 20 %.
Esta noche tenemos una fiesta con pinta de semifinal. Saldrá el finalista menos votado y volverá el juez Chamorro, que saltó al estrellato en la tercera edición VIP. Eso quiere decir que vuelven los juicios sumarísimos, algo sobre lo que tengo una propuesta que hacerle al programa. De esto va mi Moleskine de hoy.