Se mire como se mire, la relación entre Adara y Asraf está suficientemente dañada para esperar que discurra claramente por un camino determinado a partir de ahora. No se van a reconciliar del todo aunque nos muestren uno o varios intentos, como el visto anoche. Fue una conversación fría, con Jonan como notario, que terminó en un abrazo. Me pareció que ese abrazo solo tenía el objetivo de evitar volver a repasar lo sucedido. Cuando se pretende cerrar un conflicto sin mencionar apenas los hechos que lo han provocado no es fácil que nada se arregle porque no hay voluntad auténtica de arreglar nada. Es un cierre en falso con el que ambas partes persiguen no ser vistos como crueles ególatras incapaces de hablar las cosas.
Según parece, después de ese aparente intento de reconciliación han vuelto a tener una fuerte discusión en la que se han dicho de todo otra vez. Y anoche estuvieron separados durante casi toda la gala, sin apenas comunicarse entre ellos. Eso sí, se cogieron de la mano cuando solo ellos dos eran candidatos a la salvación, y volvían entonces a darse muestras de atento cariño. Porque anoche había salvación, igual que volverá a haber mañana. Esta salvación era muy importante para testar la reacción de la audiencia votante ante el repentino enfrentamiento entre Adara y Asraf. Adara hubiera entendido como una censura a su comportamiento que se salvase Asraf. Esta nueva salvación da alas a Adara para que siga haciendo de su capa un sayo, más crecida que nunca al verse apoyada por la audiencia que vota. Mañana se salvará muy probablemente Asraf, lo cual también dará cuenta de que no todo está perdido para él.
Aunque mantenga el apoyo de la audiencia, Asraf está sintiendo el vacío de sus compañeros ante algunas situaciones. A propuesta del pirata Morgan tenían que dar todos los nombres de los dos compañeros de quienes más orgullosos se sienten como rivales que son. Los dos más votados llevarían a cabo una misión que tendría su suculenta recompensa (una pizza). Jonan y Adara fueron los más votados. Asraf fue el único que no fue nombrado por ninguno de sus compañeros. Eso que tenían, insisto, dos opciones. Ni como primero ni como segundo nombre se acordaron de este compañero, lo cual se ha ganado a pulso, pero también es por influencia de su conflicto con Adara.
Aunque sus compañeros están como nosotros, sin saber en verdad lo que ha pasado entre ellos, no hay nadie que se ponga del lado de Asraf. Esto da muestras del poco crédito que tiene este compañero. Ya era así antes de su conflicto con Adara, y ahora mucho más. Los términos de la pasajera reconciliación demuestran que ni la propia Adara sabe en estos momentos qué es eso tan grave hecho por Asraf. Porque grave debe ser para que ella se pronuncie con semejante dureza, llamando “manipulador” a su compañero y advirtiendo que no entrará en su juego. “Te pensaban que era idiota y aquí vengo a ponerte las cositas claras”, dice Adara. Pero no se puede decir que nada esté claro. La actitud de ofendida de esta concursante adolece de una evidente falta de claridad a la hora de explicar lo sucedido.
Cuando Adara dice que no va a dejar que Asraf se la clave más, este hace una pregunta clara: “¿Qué te he clavado, Adara?”. Ocasión inmejorable para que esta le detallara aquellos momentos en que se ha sentido apuñalada, las veces que Asraf le ha clavado el puñal, tal como ella lo ha sentido. En lugar de hacer esto, Adara se levanta llamándole “pesado”. “Es para volverse locos esto”, afirma. Y parece que estuviera interpretando lo que debe sentir la mayor parte de la audiencia ante un conflicto aparentemente nacido de la nada. Que haya un acercamiento entre ambos y terminen abrazados o que anoche se desearan mutuamente suerte en el momento de la salvación puede no ser otra cosa que un intento de sacudirse la posible fama de inflexibles, como digo.
Adara no da puntada sin hilo y sabe que a Asraf solo le queda el camino de corregir su comportamiento y dejar de ser el que ha sido durante los dos primeros meses de concurso. Por eso no importa que ella lo machaque ahora que su camino no pasa por victimizarse. Asraf necesita dejar de ser la mosca cojonera que saca de quicio a todos con cosas que no son punibles. Tocar las narices es molesto, pero nadie termina preso por ello. Ese Asraf está agotado y necesita reciclarse, algo que convierte este momento en el mejor para atacarle. A Asraf le viene fatal que sea su gran amiga quien confirma lo que han estado diciendo todo el rato casi todos.
Si dominará Adara la situación que mientras lleva a cabo su arriesgada maniobra de acoso y derribo a Asraf le queda tiempo para seguir tonteando con Artur y dar el espectáculo con cosas como entrar al mar totalmente desnuda. Tras casi noventa días, nadie está dándolo todo como ella. Tiene el concurso en sus manos, maneja al grupo en su totalidad y mantiene el interés en torno a su persona. Nos parecerán más o menos patéticos sus intentos de ser la gran protagonista de esta edición, pero no es fácil negar que lo está consiguiendo con creces. Me está empezando a parecer hipnótico que mientras Adara intenta manipular a su antojo a Asraf le esté acusando de ser un manipulador. Y que hunda con firmeza el puñal en el intercostal de ese mismo compañero al tiempo que dice querer evitar ser apuñalada de nuevo por él. Esto lo llega a pillar Alfred Hitchcock y hace un thriller psicológico que se caga la perra.
Jonan tomó la decisión de quedarse durante la gala del jueves, apenas cinco minutos antes de comunicárselo a la audiencia al tiempo que a sus compañeros en la palapa. Al momento parecía arrepentido, pero un día después y tras haber estado meditando sobre ello quedó mucho más tranquilo. Su suerte es que tiene muy pocas alternativas, o se queda o se va. La paradoja de la elección propone la tendencia del ser humano a estar menos satisfecho con las decisiones que toma cuantas más alternativas tenga donde elegir. Jonan se ve afectado por el inverso de esta paradoja, por lo que cuantas menos alternativas más satisfecho estaría de la decisión tomada. Jonan está contento con su decisión porque solo tenía otra alternativa, que es claramente peor.
No hay nada mejor que sufrir una crisis como la de Jonan para que lo que queda de programa se le haga más soportable. Su satisfacción por haberse quedado alimenta su ego y le impide ser crítico con dicha decisión, dos factores de inigualable importancia para garantizar su presencia todo el tiempo que le sea posible. Lo más posible es que coincida con el fin del concurso. No ayuda nada a Jonan, pero tampoco al resto de concursantes, lo que les dijo anoche Manuel cuando se marchaba la barca en la que iniciaba un periplo que le llevará a Madrid, apartado del concurso por prescripción médica. “Os quedan 10 o 12 días nada más”, gritaba a Manuel mientras la barca empezaba a alejarse. Más de uno verá frustrada esa expectativa cuando se enteren de que es el doble o más.
Lo más previsible era que Manuel tuviera que abandonar para seguir en observación y tratamiento médico, recuperando poco a poco la normalidad. Tras más de una semana desde la aparición de los primeros síntomas no se había apreciado mejoría suficiente para no recomendar la decisión tomada por el equipo médico de Honduras. Sus lágrimas por tener que abandonar a las puertas de la final son un homenaje al reality de uno de los concursantes que más lo ha respetado en todo momento. Su aportación a la supervivencia ha sido irreprochable y su compromiso con el programa solo se ha visto superado por un problema de salud que deseo tenga una rápida y fácil solución. Estoy seguro de que seguirá la final en el plató de Fuencarral y con una apariencia notablemente mejor de la que mostraba anoche.
En el Moleskine del gato reflexiono hoy sobre el tonteo de Adara y Artur, poco convencido por ambas partes, y la difícil semana de Raquel Arias. Además, un momentazo tomado del programa Socialité que resume muy bien el papel de Adara en su conflicto con Asraf.