Twitter se ceba con Cristina Tárrega

“Mi ilusión es volver, sí, y ver crecer a mi hijo aquí que, además, desde pequeño prefiere estas tierras que otras. Estoy casada con un andaluz, sí que es verdad, pero me da tanto orgullo decirle: ¿sabes? Tu Andalucía no está como mi Valencia. Mi comunidad está preciosa, sólo tienes que verla, mira como está todo… Y deciros que en breve volveré, y por supuesto no será a Andalucía donde dice mi marido que iremos, será a mi tierra, porque aquí hay mucho más que disfrutar”

Estas son las polémicas palabras que Cristina Tárrega pronunciaba desde un acto del PP en Valencia hace tan sólo unos días y, desde entonces, las redes sociales han montado una auténtica guerra campal en contra de la colaboradora de Sálvame. Por lo que hoy, tras un gran número de peticiones que me habéis hecho llegar mediante vuestros mensajes, comentaremos este tema de actualidad y expondré mi opinión al respecto.

Debido al aluvión constante de críticas de todo tipo que la Tárrega estaba recibiendo, se apresuró a aclarar sus controvertidas palabras y pedir disculpas por si alguien se hubiera sentido ofendido de la siguiente manera:

“Es vergonzoso y no real que de hablar de una anécdota familiar se manipulé la información para decir que yo hablo mal de Andalucía. Me da profundo asco que se manipulé la información Andalucía y sobre todo Cádiz es mi segunda tierra por eso me case allí y voy a menudo. Se acabó basta ya de mentiras y dejad de politizar todo es amargante. Hay comentarios que son de chirigota. Pido disculpas si no se ha entendido la intención de mi comentario solo explicaba mi anécdota casera con mi marido basta ya por favor”

Pero su intento de calmar las aguas diría que incluso animó más a que sus detractores siguieran regalándole todo tipo de insultos y amenazas.

Desde entonces, las redes se han convertido en un auténtico hervidero de videos y fotografías de Cristina Tárrega en sus momentos menos acertados. Hasta tal punto que una imagen aumentada de la entrepierna de la presentadora se ha difundido por Internet como si de un virus se tratase…

Está claro que las palabras de Cristina Tárrega fueron del todo desafortunadas y que debido a la trayectoria que lleva a sus espaldas podría haber tenido más tacto en su discurso, sabiendo de antemano que cualquiera de sus frases podría ser sacada de contexto. Pero, aun así, es totalmente injusto que por hacer un comentario fuera de lugar cualquier persona esté expuesta a las barbaridades y amenazas físicas que la presentadora ha estado sufriendo desde hace días.

Como sucedió con el caso del juicio entre Belén Rodríguez y el padre de Sonia Walls, de nuevo vuelve a ser tema de debate los límites no marcados que poseen las redes sociales y como, sobre todo los personajes públicos, están expuestos a que esta herramienta de información pueda convertirse en un arma de doble filo, desde la que pueden ser amenazados e insultados de innumerables maneras sin poderse hacer prácticamente nada al respecto.

Debido a la situación insostenible que se había generado, Cristina Tárrega este fin de semana comunicaba a todos sus seguidores y detractores que abandonaba su cuenta de Twitter ya que su marido le había prohibido permanecer en ella:

“Gracias a todos por vuestras críticas malas las respeto pero entenderéis que deje este foro ya mi parte andaluza que es mi marido … Por primera vez me prohíbe algo y es seguir de momento en esta red puesto que entiende no es justa y menos en este caso . Un fuerte abrazo a todos y nos vemos los que podamos y queramos cara a cara”

Un mensaje de despedida algo extraño porque, aunque hayan pasado ya cinco días desde que la Tárrega escribiera esas letras, su cuenta sigue estando activa y al acceso de cualquiera. Es más, aunque haya evitado volver a pronunciarse de manera directa desde su perfil, durante todos estos días se ha dedicado a retwittear mensajes de apoyo de algunos de sus fans.

Así pues, aunque varios diarios digitales anuncian que Cristina Tárrega ha cerrado su cuenta de Twitter a petición de su marido, me da que su despedida se trata más bien de un quiero y no puedo, de una retirada taurina como la de tantos matadores que anuncian a bombo y platillo su abandono, pero que a los pocos meses vuelven a su actividad normal.

Como las redes sociales no estaban surgiendo el objetivo deseado en su propósito de enmienda, Cristina Tárrega esta mañana se sentaba en el plató de Ana Rosa Quintana para exponer su versión sobre todo lo sucedido, pedir de nuevo disculpas, y denunciar las amenazas brutales que estaba sufriendo desde entonces.

Tárrega relataba lo injusta que le parecían las críticas generadas ya que se casó y dio a luz a su hijo en Andalucía, contando con la comprensión de la presentadora del programa, pero su discurso no era apoyado por todos.

Al poco de comenzar a contar su versión y empeñarse en que sólo se trataba de un malentendido y de una broma usual a su marido sacada de contexto, Maxim Huerta daba su opinión más sincera sobre el tema y reprochaba a la protagonista, no sólo sus palabras desafortunadas en un acto de carácter político, sino el tono que utilizó en ellas.

La Tárrega se indignaba con Maxim Huerta, a quien reprochaba su actitud para con ella, pero el presentador no daba marcha atrás y consideraba fuera de lugar que victimizara su posición, mientras aclaraba que ni ella ni nadie debería sufrir amenazas por un comentario más o menos desafortunado.

Y es que está claro que para alabar las virtudes de algo no es necesario recurrir a despreciar las de los demás, porque como reza el refrán “las comparaciones son odiosas” y tened por seguro que con cada una de nuestras palabras siempre habrá alguien que se dé por ofendido. Así que ni qué hablar de echarse encima a los habitantes de toda una Comunidad Autónoma de manera totalmente injustificada y evitable…

La indignación de los andaluces, comprensible. El reclamo de Cristina Tárrega a poder pisar cualquier tierra sin sentir el peso de las amenazas, compresible de igual modo. Por lo que cada cual lleva su parte de razón en todo este espinoso entramado de causa-efecto, pero llegar a un punto de acuerdo se visualiza como un suceso más que remoto.

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