"La Cubana" me lleva al altar
El martes 3 de Diciembre hice mi primer cameo en la obra Campanas de Boda de la fantástica compañía La Cubana. Han sido tres pases, tres noches consecutivas en las que me he presentado por primera vez frente al público del Nuevo Teatro Alcalá y, puedo garantizaros que, esos tres días, se han convertido en una de las experiencias inolvidables de toda mi vida.
Me he tirado de un avión desde 4.000 metros de altura, he hecho las mayores locuras en el programa Sálvame, me he metido en una bañera con 50 serpientes… ¡pero como esto, nada! Sin duda alguna, he vivido una de las mayores experiencias de mi vida, una de esas que siempre llevas contigo para siempre, y que no consigues olvidar nunca.
Cada tarde trabajo para tres millones de personas pero, desde mi puesto de trabajo, sólo veo una cámara y un pilotito rojo. De pronto, salir a un escenario y enfrentarte a las miradas y a la reacción en vivo y en directo de 800 personas es indescriptible. Mires donde mires ves un montón de cabecitas, y claro, ¡se te ponen de corbata!
Al principio vas con mucho miedo, con mucho respeto, y con mucha precaución, porque no sabes si vas a ser aceptado por el público. Incluso algunas noches pensaba que me iban a abuchear, que me iban a decir ¿y este qué hace aquí?...
Pero al revés, ¡el público se ha portado de maravilla conmigo! Incluso la gente me esperaba fuera del teatro para pedirme una fotografía o un beso, y eso es de agradecer. Sobre todo, que en época de crisis la gente se gaste unos eurillos para seguir apoyando el teatro español y, a su vez, obtenga como recompensa pasar dos horas y media de sorpresas y puntos desternillantes que consiguen que nos olvidemos de todo lo demás.
El jueves, día 5 de Diciembre, hice mi última aparición en Campanadas de Boda. Estaba bastante fastidiado de la espalda pero, fue salir al escenario, escuchar la primera carcajada del público, y sentir un subidón de adrenalina con el que se me pasaron todos los males. A pesar de los miedos, cuando estás ahí arriba y ves la primera sonrisa o escuchas la primera risa, en ese momento dices ¡esto ya no hay quien lo pare!
Así que no me extraña que la gente ame con tanta pasión el teatro… Yo ya he comenzado a hacerlo y me encantaría poder seguir trabajando y formarme para ello –como ya estoy haciendo-.
Si lo he hecho bien o mal, eso lo tiene que decidir el público, pero yo estoy muy satisfecho con el trabajo realizado y, sobre todo, con lo que me han dicho tanto el director de la obra, como los compañeros.
Han sido tres mañanas de ensayos en las que me preparé los cinco personajes que encarnaba en la obra y, durante todas esas horas, cada uno de los componentes de La Cubana ha conseguido que me sintiera como en casa.
Decir que se han portado genial conmigo es quedarse corto. ¡Me han tratado como si fueran de su propia familia! Todos me han valorado y han echado muchas horas de su trabajo y de su esfuerzo, solamente para ayudarme, y os aseguro que eso no lo voy a olvidar.
Porque ha sido una experiencia maravillosa en muchísimos aspectos pero, sobre todo, me quedo con la calidad humana que tiene cada uno de los componentes de La Cubana.
No me extraña nada el buen rollo que transmiten encima del escenario porque, los sentimientos que el espectador percibe desde sus butacas del teatro, son los mismos que yo he podido comprobar y experimentar con los miembros de la compañía detrás del telón.
Y, en especial, me gustaría dar las gracias a Jordi Millán, director de La Cubana, que me ha ayudado tanto durante todos estos días. Ha estado totalmente volcado conmigo y pendiente de lo que necesitara en cada minuto… ¡Son un grupo de gente extraordinario!
Por lo que, a partir de ahora, me confieso adicto a La Cubana. Obra que estrenen, obra que pienso estar allí el primero para verlos. Lo tengo claro. Y a todos los que todavía no hayáis acudido a verlos, no lo dudéis, Campanadas de Boda es una apuesta segura para pasar dos horas y media de risas y diversión ininterrumpida.
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