La importancia de la vitamina C
En esta época de frío, lo más común es que todo el mundo te diga que está resfriado, o que enlacemos una gripe con un catarro tras otro hasta que pasa el invierno. Estamos cansados, y al final siempre acabamos con ese pequeño malestar, algo de tos, mucosidad… Pero, que algo sea común no quiere decir ni que sea normal ni que esté bien. No deberíamos pasarnos el invierno malos ni cansados, y muchas veces la causa de que estemos así es la alimentación. Cada vez vamos más deprisa, comemos lo primero que pillamos y, ¿cuántos de nosotros nos paramos a pensar si estamos o no tomando la cantidad diaria exacta de nutrientes que necesitamos? Prácticamente nadie, pero si supiéramos lo absolutamente importante que es esto y cuanto malestar nos ahorraría, lo haríamos sin dudar. Pero, es cierto, nos limitamos a comer por no pasar hambre, no por alimentarnos. Y, muchas veces, lo primero que obviamos es la fruta y, con ello, podemos llegar a tener una carencia importante de vitamina C.
Hoy quería escribir este post porque creo que esta vitamina es, sin lugar a dudas, uno de los nutrientes más importantes y, a la vez, más olvidados, ya que solo nos acordamos de ella cuando vemos que estamos incubando algo o cuando llega el frío, pero esto no debería ser así. Nos deberíamos grabar a fuego en la memoria que todos los días del año deberíamos consumir mínimo 75mg las mujeres y 90mg los hombres. Eso, teniendo en cuenta que esta vitamina es hidrosoluble, es decir, que se elimina con la orina, por lo que es muy fácil perder el poco aporte que le damos normalmente a nuestro organismo. Además, se ha demostrado que algunos medicamentos (como la Aspirina, la píldora anticonceptiva, algunos antibióticos…), así como el tabaco, el alcohol y el estrés hacen que los niveles de vitamina C disminuyan notablemente. A tantos factores estamos expuestos, que lo realmente recomendable es consumir 200mg diarios, es decir, la cantidad diaria recomendada de cinco piezas de fruta.
Y es que la vitamina C es uno de los actores básicos para que nuestro organismo funcione bien, ya que es clave para que éste absorba correctamente otros nutrientes, como el hierro. Además, es fundamentar para la regeneración de tejidos, con los cuales se renueva la piel, los tendones, ligamentos, los huesos, los dientes… Pero, otro factor importantísimo de esta vitamina es el alto poder antioxidante que posee. Es decir, es fundamental para bloquear el daño causado por los radicales libres, como puede ser el paso del tiempo, la exposición a la radiación solar, la contaminación, el tabaquismo, etc. En definitiva, esta vitamina es nuestra aliada perfecta para combatir el envejecimiento y luchar contra enfermedades como la artritis y los problemas cardiovasculares. De hecho, tan importante es esta vitamina para frenar el proceso de envejecimiento que juega un papel importantísimo en la síntesis de colágeno, que a partir de los 30 años empieza a ser cada vez menor. De esta manera, cuanto más colágeno, más firme tendremos la piel y menos arrugas aparecerán, así como más sanos y mejor estarán nuestros huesos, tendones, pelo y uñas.
Lo ideal sería acostumbrarnos a tomar toda la vitamina C necesaria en forma de frutas como el kiwi, el limón o la naranja, pero tampoco podemos perder de vista que hay muchos y muy buenos suplementos alimenticios que nos proporcionan la cantidad necesaria. Además, cada vez los hay con más variedad para que nos sea cómodo tomarlos. Eso si, yo siempre recomendaría que fueran suplementos lo más natural posible como los de LKN o el Vitality Mix de SFoods Eat Smart, para evitar aportes de azúcar innecesarios. En definitiva, la vitamina C no va a impedir que con temperaturas bajo cero y lluvia cojamos un resfriado, pero si juega un papel importantísimo a la hora de que éste no se complique, los síntomas sean más llevaderos y que nuestra salud (y belleza) sea lo mejor posible.