La incertidumbre con la COVID-19 sigue presente en nuestras vidas y no podemos hacer más que protegernos con todas las medidas que sean necesarias.
Y una de las medidas más importantes que debemos tomar es proteger nuestro sistema inmune. Aunque es el conjunto de la dieta el que hace que comamos más o menos saludables, sí es cierto que hay alimentos que contribuyen por sus propiedades a aumentar nuestras defensas.
El aguacate, el brécol o los frutos rojos son algunos de los alimentos considerados como superalimentos y que tienen una serie de beneficios para la salud y combatir ciertas enfermedades.
El brécol es una verdura con más beneficios para la salud. Se considera que tiene efectos protectores sobre ciertos tipos de cánceres. Además es fuente de luteína, que protege la vista y la formación de cataratas y es rico en ácido fólico y fibra. ¡Una guarnición más que saludable!
El aguacate, un potente antioxidante. Su composición, sabor y textura lo convierten en una fruta muy especial y muy versátil. Estarás tomando fibra, grasas saludables y vitamina E y C.
Los frutos rojos, que me encantan, son pequeñas píldoras de salud. Son antiinflamatorios, reducen el riesgo cardiovascular al controlar el colesterol, mantienen la piel hidratada, son muy bajas en calorías y tienen beneficios generales para la vista, por su alto contenido en vitamina A; para el tracto urinario, gracias a la protección que los antioxidantes brindan al sistema inmunológico y para la memoria, ya que los flavonoides tienen propiedades neuro protectoras.
El salmón y las sardinas son ricos en ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA). El consumo de este tipo de pescado, dos veces a la semana, ofrece muchos beneficios para nuestra salud cardiovascular y el adecuado desarrollo y funcionamiento del cerebro.
Se ha comprobado que una buena alimentación ayuda a mejorar el sistema inmunológico. Muchos de estos alimentos poseen bastantes vitaminas y minerales que contribuyen a mejorar la respuesta del cuerpo ante diversas enfermedades o resfriados. Otros alimentos que hay que tener en cuenta en nuestra dieta para
fortalecer nuestras defensas son:
Las almendras, este fruto seco contiene más fibra que cualquier otro similar, además son ricas en proteínas, vitaminas B y E, grasas saludables, hierro, calcio, fósforo. La vitamina E es esencial para el sistema inmunológico, es liposoluble lo que significa que necesita grasa para actuar de manera adecuada, también ayuda al crecimiento y a desintoxicar el organismo.
El ajo, en la antigüedad se utilizaba para curar infecciones por su propiedad antibacteriana, antiviral y antifúngico. Este alimento hace disminuir la presión sanguínea y retarda el endurecimiento de las arterias. Un componente del ajo es la alicina, que ayuda a mejorar el sistema inmunológico.
Las aves de corral. Cuando uno está enfermo, los virus invaden tejidos del tracto respiratorio superior y el cuerpo responde provocando una inflamación, el cuerpo en respuesta se defiende generando la mucosidad. Por lo general siempre se toma la sopa de pollo, un alimento que combate los síntomas del resfriado y previene. Además el pollo detiene el movimiento de las células y evita la aparición de mucosidad.
El chocolate negro, un placer que contiene teobromina, un componente que protege los glóbulos blancos de los radicales libres. Pero ojo con comer mucho, porque aunque ayude al sistema inmunológico no se debe sobrepasar la dosis diaria, ya que tiene muchas calorías y grasas saturadas. El chocolate negro no solo beneficia al sistema inmunológico, también es bueno para el cuerpo, es antidepresivo por la feniletilamina; promueve el flujo adecuado de sangre gracias a las catequinas, las epicatequinas o las procianidinas.; disminuye la presión arterial y mejora la circulación por el óxido nítrico; aumenta la sensación de saciedad, previene el envejecimiento de la piel y mejora la memoria.
Los champiñones tienen grande cantidades de vitamina B, riboflavina, niacina, y selenio, este es el encargado de aumentar las defensas, también posee polisacáridos que son moléculas que aumentan la función inmune.
Los cítricos, limones, naranjas, mandarinas, toronjas y todos los cítricos estimulan el sistema inmunológico gracias a sus grandes cantidades de vitamina C.
Las espinacas, con gran cantidad de antioxidantes y betacarotenos que incrementan la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones; además favorece la división celular lo que repara el ADN. El poder nutritivo de la espinaca está en las vitaminas y minerales
El kiwi contiene el doble de vitamina C que la naranja, el doble de vitamina E del aguacate, y una grande cantidad de vitamina A, tiene igual cantidad de potasio que el banano, vitamina K, que estimulan los glóbulos rojos, además tiene fibra dietética que ayuda a reducir el estreñimiento y colesterol.
La sandía, rica en vitamina A y C que son potenciadores de la función inmune. Su consumo es apto para cualquier persona, además es una buena fuente de hidratación ya que esta fruta aporta con casi un 90% del agua en su estructura. Además, posee betacaroteno, lo que genera pigmentos en la retina del ojo que
protegen de la degeneración macular relacionada con la edad.
El té verde, esta bebida caliente tiene compuestos beneficiosos que ayudan a mejorar la capacidad de aumentar el número de "células T reguladoras" para el sistema inmune y suprime las enfermedades. Su contenido alto en flavonoides vuelve más potente la función inmunológica, también es buena fuente de L-teanina que contribuye a la producción de componentes de glóbulos blancos que combaten a los gérmenes.
El zinc es uno de los nutrientes esenciales más relevantes para nuestra salud, de hecho, ocupa el segundo lugar por su concentración en el organismo, después del hierro. Ayuda al sistema inmunitario a combatir las bacterias y virus que invaden al organismo. El cuerpo también necesita zinc para fabricar proteínas y el ADN, el material genético presente en todas las células. También favorece la cicatrización de las heridas y el funcionamiento normal del sentido del gusto y el olfato. Se encuentra presente en Mariscos (mejillones, cangrejos, almejas y camarones), carnes, lácteos, yema de huevo, pipas de calabaza, legumbres y frutas como el coco, el aguacate, la frambuesa o el maracuyá.