El hecho de que ese chat (al que hemos sometido a análisis) se haya propagado por toda España y de que, por tanto, se le haya dado un grado mínimo de credibilidad, me suena a cuando, antaño, dábamos algo por cierto sólo porque salía en la televisión. Es decir, que no porque nos llegue un mensaje, aunque estemos totalmente inmersos en la cultura digital, debemos, digo yo, darlo por bueno. Así evitaríamos lo peor que puede pasar con la difusión de información no veraz: hacer-mucho-daño.
En un caso tan difícil como el de Julen , la mayoría de los medios (otros no) procuramos dar la información exacta para no generar morbo, confusión, desinformación o desesperanza. Hacemos un esfuerzo enorme por contrastar todos los datos antes de lanzarlos al público porque, como informadores y usuarios, sabemos lo rápido que se propagan las noticias hoy en día. Éste es el trabajo que ha resaltado la presentadora de 'Ya es mediodía': "No hemos dado pábulo a ninguna información que no esté contrastada". Y es verdad.
Por eso, denunciamos y diferenciamos lo que se dice en un medio a lo que se dice en una red social en la que no hay leyes, ni normas, ni una gran responsabilidad. En el mensaje de 'lo que se supone que hacía la familia de Julen' no hay ni autor, ni una sola prueba de su versión, ni una fuente o soporte del que se haya extraído, ni nada que lo asocie con la realidad. Yo estoy firmando este artículo. A mí sí se me podría juzgar.
Así que, de cara a los próximos días en los que Totalán va a seguir siendo un foco informativo (y emocional), creemos que lo mejor que se puede hacer con este tipo de bulos que nos llegan también por Twitter o Instagram es darle al botón de borrar. Si nos tenemos que enterar de algo, ya lo haremos por la vía oficial.
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