¡Maravilla! Regalan a Kiko Rivera las croquetas de la paz: “Rellenas de pollo a la Pantoja y rebozadas en kikos”
Un hostelero de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) quiere que Kiko haga las paces con su madre
Kiko Rivera agradece publicamente el detallazo del hostelero
José Araque tiene un regalo para Isabel Pantoja: "Es un poncho muy pantojil"
Con la intención de poner paz en la familia Pantoja y que Kiko Rivera y su madre olviden todo lo sucedido durante los últimos siete días, un hostelero de la zona se ha presentado en la casa de Kiko Rivera e Irene Rosales con un tupper lleno de sus famosos ‘Croquetas de la Paz’. Un regalo perfecto para que el matrimonio disfrute esta noche de la segunda parte de ‘Cantora: La herencia envenenada’.
Leticia Requejo, La reportera de ‘El programa de Ana Rosa’ nos ha pedido paso urgente para conocer la última hora que se estaba viviendo en la puerta de la casa de Kiko Rivera en Catilleja de la Cuesta, Sevilla. Se trataba nada más ni nada menos que de la llegada al domicilio de un hostelero de la zona con un regalo para el cantante. Con todo el cariño del mundo, José ha querido entregarle a Kiko Rivera sus famosos ‘Croquetas de la paz’.
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Unas deliciosas croquetas del mítico guiso pollo a la Pantoja con un rebozado de kikos muy especial, que pretendía entregar en persona a Kiko Rivera con la intención de suavizar el enfado que mantiene con su madre Isabel Pantoja. Kiko no ha abierto la puerta cuando José y la reportera le han dicho que tenían un regalo gastronómico para él, pero José le ha dejado el tupper en la puerta.
Tan solo unos minutos después, Kiko ha abierto la puerta de su casa, ha invitado al hostelero a entrar para darle las gracias por el detallazo y no ha dudado en poner un tuit en el que mostraba su sorpresa y agrado ante una iniciativa tan amable y según ha calificado “maravillosa”.
Un poncho para Pantoja
A unos kilómetros de allí, en la puerta de Cantora, se encontraba nuestro compañero José Araque con un regalo para Isabel Pantoja, que la tonadillera no ha salido a recibir. Se trataba de un poncho de lana marrón, “muy pantojil”, que Ana una vecina de Medina Sidonia quería regalarle.