La crisis del coronavirus está teniendo enormes consecuencias para la población más allá de la salud: a nivel económico y social también está causando muchos estragos. Mucha gente se ha visto, de golpe y sin esperarlo, sin ningún ingreso con el que hacer frente a los gastos cotidianos, incluida la alimentación. Un ejemplo claro de esa catástrofe económica se observa en Madrid, donde se ha triplicado el número de familias vulnerables.
Las colas en los bancos de alimentos y parroquias son una constante del día a día del confinamiento, pero ahora también se está observando una nueva tendencia: el aumento de los llamados ‘hurtos famélicos’. Son robos de alimentos y otros productos de primera necesidad en tiendas y supermercados. Además, se prevé que sigan aumentando, fruto de la desesperación de muchas familias.
A la avalancha de parados y familias que se han quedado sin ingresos se suman la subida del precio de la cesta de la compra, imposible de afrontar para muchas personas.