José Araque se ha subido a bordo de un catamarán en Huelva para enseñarnos cuál es el funcionamiento del sistema de rastreo que tiene instalado el buque Ángeles Alvariño y que ha permitido la localización del cuerpo de la pequeña Olivia en el Océano. Con la ayuda de un arqueólogo subacuático y un geólogo submarino, el reportero nos ha mostrado a menor escala cómo se analiza el fondo marino en busca de objetos metálicos.
Claudio, arqueólogo subacuático, nos ha relatado en qué consiste la tecnología empleada en esta difícil búsqueda submarina. Cuentan con sistema combinado con un GPS que da una posición centimétrica, un sonar lateral, el famoso magnetófono, que detecta anomalías magnéticas y una ecosonda, que da un registro de lo que hay en el subsuelo, todo los datos pasan a un software.
Un software que en este caso controla y nos ha explicado Miguel Ángel, geólogo submarino. El sonar nos da un mapa orográfico del fondo marino, en el magnetófono, podemos ver una línea recta que detectaría que no hay ninguna incidencia en el recorrido, pero si se notara alguna anomalía, nos marcaría una curva ascendente. En el caso del Ángeles Alvariño podrían utilizar un magnetófono que detecte varios tipos de metales.
En el registro de la sonda multihaz nos mostraría una miniatura de una costa, similar a la de Tenerife y a la derecha un registro en tres dimensiones del registro que está realizando el sonar del fondo marino. La posibilidad de que Tomás Gimeno hubiera tirado a sus hijas en una zona de cementerio submarino de barcos según nos ha explicado Miguel Ángel, haría muchísimo más complicada la búsqueda de cualquier objeto debido a la orografía del fondo marino. Algo que da mucha información de la calidad de los equipos y el trabajo realizado por las fuerzas de seguridad.
Esta tipo de tecnología se había utilizado para la búsqueda de personas en pantanos, pero su uso más habitual es la detección de minas y explosivos por empresas que quieren establecer sus infraestructuras por el Océano.